Homenaje a Mikel Azurmendi, un hombre que abandonó ETA y consagró su vida a luchar contra ella
La Fundación Pablo VI ha celebrado la vida del antropólogo y filósofo donostiarra en un acto que contó con la presencia de Jon Juaristi, Fernando Savater e Ignacio Carbajosa
Mikel Azurmendi (San Sebastián, 1942-2021) fue un hombre que vivió y murió «buscando la vida buena». Eso supuso que en su juventud idealizara posturas de izquierdas y un nacionalismo con el que, por aquella época, «se nacía» en el País Vasco. Ingresó en ETA, pero cuando la banda quiso tomar un giro brutal hacia la violencia, decidió abandonarla. Y, por supuesto, fue marcado y perseguido por ello: una persecución que no lo abandonaría hasta el final de sus días, el 6 de agosto de este año. Exiliado, siempre estudiando y dialogando –filósofo y antropólogo, fue profesor en la Universidad del País Vasco y en La Sorbona de París–, evolucionó hacia posturas antinacionalistas y consagró su vida a luchar contra el mal en cuyo origen había estado presente: a su vuelta a Euskadi fue fundador de ¡Basta Ya! y del Foro de Ermua y contrajo un firme compromiso en su condena de la violencia.
Este recorrido vital y esta lucha incansable contra el terrorismo han centrado el homenaje que la Fundación Pablo VI, en colaboración con Páginas Digital, han rendido al filósofo y antropólogo Mikel Azurmendi. «Este acto surge del agradecimiento a la figura de una gran persona, que fue amigo, maestro, padre y compañero de camino. Un hombre con la pregunta por el significado despierta, con una razón incisiva y abierta siempre dispuesta a dejarse interrogar», introdujo Macario Lázaro, el amigo que acompañó al donostiarra en los últimos años de su vida, cuando experimentó una fuerte conversión al cristianismo tras encontrarse con la realidad eclesial de Comunión y Liberación.
Titulado «Un hombre de razón y corazón abiertos», el acto contó con la presencia del líder de Vox, Santiago Abascal, o el exministro del Interior Jaime Mayor Oreja, así como de víctimas de ETA, familiares, amigos y compañeros de profesión o de camino. «Destaca su firme compromiso contra la violencia y su búsqueda incansable de la verdad, así como su amor por la 'gente-gente', destacó el director general de la Fundación, Jesús Avezuela, que también recordó que justo hace cuatro años el escritor presentó en este mismo lugar su último libro, El Abrazo: «Mikel partía de la incredulidad, lo que le permitía no dar nada por supuesto. En este libro relata cómo su encuentro con esa 'tribu' cristiana le permitió estudiar al ser humano desde otro prisma, para acabar afirmando que 'el otro es un bien'».
En sus últimos años, Mikel Azurmendi encontró también el amor, un amor tranquilo y total: el de Irene Renart, con quien se casó «completamente enamorado». Ella quiso también recordar el lado más humano de Mikel dirigiéndole una carta: «Nos salvó la vida el encontrarnos, fuimos el uno para el otro un gran regalo inesperado, aunque muy deseado, que paradójicamente llevaba escondido dentro otro regalo aun mayor. Un regalo que convirtió en vergel el desierto que, sin saberlo, eran nuestras vidas. Un regalo que nos daba una nueva oportunidad».
«No nos jugábamos ideas políticas, sino la libertad, el poder vivir en paz»
El acto continuó con un vídeo homenaje en el que se proyectaron los testimonios de diferentes intelectuales, escritores, familiares y amigos. «Todo le apasionaba», «estaba lleno de curiosidad», «su pasión por la vida era abrumadora», «todo lo hacía con vocación de servicio», «todo le interesaba», «tenía una mirada abierta y acogedora», «el mejor preguntador que he visto nunca», «renacía continuamente», «tenía la sencillez de secundar lo que la vida le ponía delante», «nos invitaba a caminar a hombros de gigantes», «le definía su honestidad», «nunca olvidaré ni los abrazos ni la sonrisa de Mikel». Entre los testimonios, los del director de cine Iñaki Arteta, la política María San Gil, el periodista y eurodiputado Hermann Tertsch, el político Regino García-Badell y su mujer, Alicia Delibes.
«Mikel era de izquierdas pero vino en mi lista del PP. Tenía una inteligencia superior y había vivido mucho, y entendió que en ese momento no estábamos disputándonos ideas políticas, sino la libertad y el poder vivir en paz», destacó María San Gil, quien desempeñó la presidencia del Partido Popular del País Vasco entre 2004 y 2008 y presenció el asesinato de Gregorio Ordóñez a manos de ETA. «El asesinato nos hizo empeñarnos en la lucha. Mikel quería luchar contra aquello que él había contribuido a crear».
El escritor y traductor Jon Juaristi; el catedrático de Antiguo Testamento en la Universidad San Dámaso y presidente de Comunión y Liberación, Ignacio Carbajosa; el periodista Fernando de Haro, y el filósofo y escritor Fernando Savater destacaron, en la mesa redonda posterior, cómo Azurmendi «vivió siempre pegado a la realidad» y su capacidad extraordinaria para «ir a lo esencial». Como apuntaba su amigo Juaristi, que también pasó por los orígenes de ETA, «se nos educó para inmolarnos, allí no entrábamos dispuestos a matar sino a morir, a convertirnos en mártires de una causa, con carretadas de romanticismo». Tal vez por eso muchos de los participantes en este homenaje recordaron aquel dolor que acompañó siempre a Mikel, a pesar de la persecución que tuvo que sufrir. «Llega un momento», señala el filósofo Fernando Savater, «en que no lucha tanto contra la violencia sino contra las razones de una violencia que considera que él ha contribuido a crear. No solo lamentaba la violencia, sino que esa violencia hubiera tenido razones».
Carbajosa, por su parte, intervino como «jefe de esta 'tribu' que Mikel encontró y que quiso estudiar»: «Su itinerario vital es paradigmático de nuestra generación: abandonó la Iglesia en los 60, abrazó la ideología, tuvo la lealtad de abandonarla cuando percibió que no era la respuesta para después dedicarse a combatirla». El sacerdote destacó también su itinerario intelectual, ético y espiritual, que le llevó a «toparse de bruces con algo más grande»: «Mikel nos enseñó muchas cosas incluso a los que ya teníamos fe, y nos demostró que el cristianismo nace y siempre nacerá de un encuentro».
Esperanza para el País Vasco
«Azurmendi se topó con algo que él como sociólogo no podía entender, esa vida deseable, esa vida buena que tanto había buscado. Y quiso entender las razones por las que había gente que vivía con esperanza, porque para él ellos representaban la esperanza del País Vasco, de nuestro país, del ser humano», continuó Carbajosa, antes de pasar a detallar cómo el homenajeado exploró e investigó, con el método sociológico, algo que había dado por descontado: el poder de la caridad. «La gratuidad, la constatación de que en última instancia el otro es un bien, fundó su esperanza».
Tanto Juaristi como Savater, que fueron amigos de Azurmendi hasta el final de sus días, explicaron cómo discutían a menudo con él, especialmente desde su conversión. «Discutir y mantener la conversación funda nuestra hermandad, que está por encima de las diferencias de pensamiento», explicó Savater, a la vez que Juaristi rebatía la idea de la caridad. «Mikel me decía que lo mío era ideología. Tal vez lo sea; lo cierto es que a él le horrorizaban las ideologías. Lo que le llevó a la fe fue claramente un encuentro con un tipo de gente muy especial. Lo que le pasó es un fenómeno un poco paleocristiano, como funcionaba la conversión en los primeros cristianos: mira cómo viven».
Su viuda, Irene, concluía sus palabras en el homenaje con un «encargo» de Azurmendi: «Creo que hoy Mikel os diría esto que no tengáis miedo a la verdad, no tengáis miedo de amar, no tengáis miedo a entregaros gratuitamente, no permanezcáis en soledad; el otro es un bien. Seguid la compañía de los que tienen palabras que os hagan respirar ancho, buscad la compañía de aquellos con los que sentís que crecéis en el Amor, imitadles. A partir de ahí, sobrevendrán milagros; puede que no los que esperabais, pero sí los que necesitáis». Así terminaba este acto en forma de diálogo moderado por el periodista Fernando de Haro, al modo de una «hermandad de la conversación buscando la vida buena, tan necesaria hoy en España para caminar a hombros de gigantes».