Retratos feroces
Yolanda Fashion Week
Yolanda Díaz ha hecho cierta fortuna por dos accesorios irrelevantes para quien dice dedicarse al servicio público: su vestimenta, tan comentada entre especialistas textiles como la de la Reina Letizia; y su tono de voz, pausado como una muñeira instrumental frente al punk de diseño de su predecesor, Pablo Iglesias.
Que en la Pasionaria de Fene prevalezca más la bisutería de su aspecto que cualquier otra virtud quizá evidencie un escaso fondo de joyería, si por tal entendemos lo sustantivo de su misión: vicepresidir el Gobierno de España al rebufo teórico de Nadia Calviño, cuyas cervicales dañadas ponen en duda la jerarquía entre ambas; y dirigir el Ministerio de Trabajo, también conocido por el de los Andares Bonitos en homenaje a los Monty Phyton.
De hasta qué punto priman en Yolanda los méritos más superficiales y alejados de los postulados comunistas, que ni ella considera claves de su éxito, da cuenta el resultado de esos discursos, esas recetas y esas decisiones cuando, antes de volar en Falcon y desfilar en Moncloa Fashion Week End, decía lo mismo en su Galicia natal sin haber metamorfoseado en mariposa.
Cuando iba vestida de Díaz a secas, a pesar de que ya vendían los mismos disfraces de Sisi Emperatriz, no se comía ni una rosca como candidata, quizá porque Nekane nunca se llevó por nombre en tierras de Álvaro Cunqueiro.
En las Elecciones Autonómicas de 2005 y 2009, cuando fue cabeza de cartel, se comió las mismas roscas en las urnas que Calviño en las cumbres consigo misma y Sánchez, y solo invirtió algo esa tendencia en aquellos años donde proliferaron por toda España los Frentes de Liberación de Palestina, también conocidos por confluencias mareadas por el cambio.
Yolanda ha entendido algo tan mainstream, tan neoliberal, tan mercantilista y tan poco leninista como que, en una sociedad de valores líquidos y memoria piscícola, importa una higa lo que digas si lo dices en el momento oportuno y de la manera adecuada, con el traje de noche ideal para disfrutar de la gala.
Ahora se ha presentado, y ha sido percibida, como la demoledora oposición a la reforma laboral de Báñez y Rajoy, ésa con la que se crean en octubre empleos netos por primera vez, gracias fundamentalmente a Madrid, sin la cual España hubiera subido el desempleo en 9.000 personas.
Pero disipado el perfume a «Eau de Ibárruri», y garantizado lo único que le importaba, que es devolverle el monopolio de la negociación colectiva a Pepi Álvarez, Luci Unai y otras chicas del montón sindical; lo que queda es que en España se mantendrá el despido en 20 días de indemnización y la inevitable temporalidad masiva en las actividades empresariales que lo requieran.
Díaz, comunista de 8 a 3 y miembra insigne de la hoguera de las superficialidades del momento, intenta pasar por empanada auténtica de millo, pero si quitas el envoltorio apenas llega a pizza precocinada con piña.