Bandazos, deslealtades y encuestas: el factor Cs que ha propiciado el adelanto electoral en Castilla y León
Aunque ha causado sorpresa en el ámbito nacional, el adelanto electoral en Castilla y León era una decisión que venía incubándose desde hacía meses
El presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, ha justificado su adelanto electoral tras la, según sus palabas, «traición» de Ciudadanos al tratar de pactar los nuevos Presupuestos de la Comunidad a sus «espaldas» con PSOE y Por Ávila, una pequeña agrupación local que es una escisión del PP avileño.
Obviando el contexto regional, y apuntando directamente a Génova en la toma de dicha decisión, la presidenta de la formación naranja, Inés Arrimadas, ha lamentado las «muchas energías» que el líder del Partido Popular, Pablo Casado, destina a «atacar a sus supuestos aliados», en lugar de ver «cómo construir» una «alternativa plural» a Pedro Sánchez. «El PP se equivoca de adversario», ha recalcado Arrimadas.
Fuentes conocedoras de la política castellanoleonesa describen para El Debate la acumulación de causas que han propiciado el adelanto electoral. Destacan, como primer factor, que en marzo de 2022 se cumple un año del fallido intento de moción de censura que el PSOE registró en las Cortes castellanoleonesas, así como en la región de Murcia, y que, a su vez, fue determinante para el adelanto electoral de Isabel Díaz Ayuso en Madrid. La ley establece que, tras un intento de moción, el grupo de diputados firmantes tienen que esperar al menos un año para registrar la siguiente. La entrada de un procurador —diputado regional— socialista en el parlamento autonómico, en sustitución de la nueva Delegada del Gobierno, ha encendido todas las alarmas, dado que este nuevo procurador no es firmante de la anterior moción. Un hecho que se suma a la sensación de volatilidad e impredecibilidad que Ciudadanos, por mor de su debilidad electoral antes señalada, trasmitía al PP, su socio en la coalición de gobierno.
Segunda moción a la vista
El segundo factor que añade aún más incertidumbre a la situación de Ciudadanos se debe a la cuestión sanitaria en Castilla y León, donde la consejera de esta área, Verónica Casado, de Cs, ha desempeñado un rol clave. Ante la pandemia, Casado ha insistido en cerrar los consultorios locales en los pueblos para centralizar la atención medica en los núcleos urbanos. En una comunidad que dispone de 2.248 ayuntamientos, la mayoría, pequeños pueblos, una decisión así ha sido interpretada como una agresión al mundo rural. Ello condujo a un hecho insólito: el PP apoyó el pasado septiembre una moción del PSOE que tumbaba la propuesta de Atención Primaria de la consejera, Verónica Casado. Aunque luego PP y Ciudadanos impulsaron una PNL sanitaria conjunta para cerrar la herida, lo cierto es que el fondo de resquemor entre los dos principales socios del gobierno castellanoleonés no había conseguido cerrarse.
El tercer elemento ha sido las declaraciones ante los medios del vicepresidente Catilla y León, Francisco Igea, de Ciudadanos. En lo que podría haber sido un lapsus ante las cámaras, Igea reconocía, ante el estupor de sus socios de gobierno, que ya estaba en conversaciones con PSOE y Por Ávila para aprobar los próximos Presupuestos. Este lapsus coincidía con amenazas previas que el propio Igea, en las juntas de gobierno, había lanzado al equipo de Mañueco, advirtiendo que la moción de censura podría repetirse en cualquier momento.
A todo lo descrito, se suma a que el PSOE también estaba mostrando creciente cercanía con el partido Por Ávila, a quienes incluso los socialistas ya habían mostrado su disposición a otorgarles una millonaria dotación presupuestaria, vía apoyo de enmiendas, a cambio de presumiblemente obtener su futuro apoyo. Estos factores confluían en que si PSOE, Podemos, tránsfugas de Ciudadanos y miembros de otras fuerzas políticas registraban una nueva moción de censura, este segundo intento tendría altas posibilidades de triunfar.
La confluencia de vectores ha hecho que Alfonso Fernández Mañueco haya decidido pulsar en Valladolid el botón rojo del adelanto electoral. El contacto del presidente autonómico con Pablo Casado ha sido estrecho y constante. En el momento que el riesgo de nueva moción comenzaba a resultar alto, Génova ha otorgado su plácet a la decisión tomada desde el Ejecutivo autonómico. «Las dos opciones eran: moción de censura o elecciones. Un gobierno Frankenstein y, además, apoyado en tránsfugas de Ciudadanos, sería algo nefasto para Castilla y León. Es mejor que el futuro de la Comunidad se decida en las urnas», señalan las fuentes consultadas.