Sin garantías
Arrimadas arriesga su crédito en Ciudadanos ofreciéndose de nuevo a Sánchez
Su decisión de tender la mano al presidente para aprobar la reforma laboral provoca vértigo en las filas naranjas. No en vano, el último acercamiento entre ambos acabó muy mal para ella
Inés Arrimadas ha puesto su suerte en manos de Pedro Sánchez en un momento en que Ciudadanos se juega su supervivencia también en Castilla y León, después de desaparecer en la Comunidad de Madrid. Y las encuestas no le auguran buen panorama en la tierra donde hasta hace semanas gobernaba en coalición con el PP.
La decisión de líder de Cs de tender su mano al presidente del Gobierno para ayudarle a aprobar la reforma laboral, siempre y cuando se mantenga en los términos del acuerdo con la patronal y los sindicatos, provoca cierto vértigo en las filas naranjas.
No en vano es una maniobra política arriesgada, visto el precedente de los Presupuestos de 2021. En el verano de 2020, Sánchez y Arrimadas iniciaron conversaciones para explorar el apoyo de Cs a las cuentas del año siguiente, en contra de la voluntad de Pablo Iglesias.
Aquello terminó con el presidente del Gobierno renovando sus votos parlamentarios con sus socios de la mayoría Frankenstein, mientras la líder de Ciudadanos acababa compuesta y sin acuerdo. Los naranjas llegaron a quejarse de que Sánchez los tenía por «un partido de usar y tirar».
Ahora Arrimadas, empeñada en demostrar que preside un partido útil, está dispuesta a volver a intentarlo. Y se ha ofrecido a Sánchez, con idéntica reacción que entonces por parte de Unidas Podemos: los morados no quieren a Cs en la ecuación. Y, a tenor de las declaraciones del ministro de la Presidencia en las últimas horas, si al Gobierno le sale bien la jugada, la presidenta de los liberales acabará como en 2020: rechazada.
Félix Bolaños señaló este martes desde la mesa del Consejo de Ministros que la prioridad para el Ejecutivo sigue siendo convencer a sus socios habituales. Esto es, a ERC, Bildu y el PNV. Aunque después añadió que hablarán con otros, en alusión a Cs. Pero dejando a Arrimadas para los postres.
También reiteró que la voluntad del Gobierno es no tocar una sola coma del acuerdo firmado los la CEOE, Cepyme, UGT y Comisiones Obreras. Y ello implica convalidarlo tal cual, sin tramitarlo después como proyecto de ley para evitar que los grupos introduzcan enmiendas.
El tiempo corre, la votación en el Pleno del Congreso se ha de producir antes del 4 de febrero y el Gobierno sigue sin tener la mayoría simple que necesita (más síes que noes, las abstenciones no cuentan) para convalidar el real decreto ley de la reforma laboral.
En la rueda de prensa, Bolaños volvió a presionar a Gabriel Rufián y Arnaldo Otegi con el argumento que el presidente y sus ministros llevan semanas utilizando: los partidos que se precien de ser de izquierdas no pueden permitirse tumbar este nuevo marco laboral.
Con un añadido esta vez: «Votar en contra de la reforma laboral es votar a favor de la reforma laboral del Partido Popular de 2012». Sin darse cuenta, con esa frase el ministro de la Presidencia ha quitado presión a Pablo Casado, cuestionado en algunos sectores de su partido por votar «no» a un acuerdo avalado por los empresarios. Y que en buena medida apuntala aspectos del marco laboral de 2012. De hecho, el líder de los populares no tardó en hacerse eco de esa sentencia categórica de Bolaños en su cuenta de Twitter.
Este último será uno de los principales negociadores del Gobierno con los grupos parlamentarios, junto con las vicepresidentas Yolanda Díaz y Nadia Calviño.
Desde las filas de ERC, el PNV y Bildu reconocieron este martes algunos contactos preliminares con los emisarios de Sánchez, pero sin entrar en harina. Sánchez parece tener delante un nudo gordiano, puesto que no quiere cambiar absolutamente nada del acuerdo con los agentes sociales y sus socios le exigen cambios a cambio de su apoyo.
«Somos imaginativos», responden desde el equipo negociador del Gobierno al reto, sin entrar en detalles. Puesto que quieren llevar las negociaciones con suma discreción.
La opción improbable
¿Hay alternativa al bloque Frankenstein? Haberla hayla sobre el papel, y pasaría por Ciudadanos, el PNV y los regionalistas del PRC, Nueva Canarias y Teruel Existe.
A día de hoy los de Andoni Ortuzar se sitúan en el «no» si el Gobierno no decreta la prevalencia de los convenios autonómicos sobre los nacionales. Sin embargo, su postura es más blanda que la de Esquerra y Bildu porque ellos sí tienen la presión de la patronal vasca.
Este martes el nuevo líder de los socialistas vascos, Eneko Andueza, mantuvo su primer encuentro con los responsables de Confebask y ambas partes escenificaron unidad de acción en torno a la reforma laboral.
El reloj sigue corriendo.