Los barones del PP acatan las condiciones que pone Casado a Vox

Casado lo ha dejado claro: no tiene intención de ceder ante Vox. De la reunión del Comité Ejecutivo Nacional se han podido extraer dos conclusiones: la primera es el rechazo del presidente del Partido Popular a lo que denomina «populismos» y que encierra un ataque velado a la formación de Santiago Abascal, y la segunda es que los barones del partido han asumido las premisas amasadas en Génova.

El líder del PP mostró su apoyo a Alfonso Fernández Mañueco durante su discurso en la reunión. Un encuentro que se celebró a puerta cerrada, a excepción de la intervención de Casado que sí pudo verse de manera completa y donde aseguró que a la «hora de negociar ese Gobierno de éxito» Mañueco tendría libertad para hacerlo. Sin embargo, el presidente del PP ha recalcado que su formación «rechaza los populismos de uno y otro lado». De esta manera, alejaba la posibilidad de que su partido alcanzase un acuerdo con Vox. El PP quiere que Mañueco gobierne, pero que lo haga en solitario.

En esta ocasión, Casado ha contado con el apoyo de sus barones. De los cinco que han intervenido en la reunión, todos han coincidido en felicitar a Mañueco y otorgarle la capacidad de gobernar en solitario a pesar de contar únicamente con 31 procuradores (la mayoría absoluta está situada en 41).

El primero en intervenir fue el alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón, que aseguró que «nadie como Mañueco sabe los pasos que se deben dar» en la negociación a la que se enfrenta.

El presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, que tuvo que abandonar anticipadamente la reunión debido al hundimiento de un barco gallego en aguas canadienses y el presidente de Murcia, Fernando López Miras, también han intervenido para asegurar que «Mañueco es la única alternativa» y que su resultado «muestra la legitimidad para lograr un gobierno en solitario».

La voz más discordante ha sido la de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que aconsejó al líder del PP en Castilla y León, que no pacte con el PSOE. «No voy a decir a ningún gobierno con quién tiene que pactar o no pero mi posición es clara»: «No hay que hacer caso a lo que diga la izquierda y yo no pactaría con el sanchismo», aseveró.

«Génova no propuso elecciones»

Casado quiso también desmentir a las voces que aseguran que la convocatoria de elecciones en Castilla y León fue una decisión tomada en Génova: «Quiero dejar una cosa muy clara. Una vez más. Jamás esta dirección nacional ha presionado, ni siquiera opinado sobre el adelanto electoral, ni en Castilla y León ni en ningún otro sitio».

El líder del PP aseguró que será Mañueco el que lleve a cabo las negociaciones, pero que el partido quiere «hacer del centroderecha la piedra angular» y que la formación rechaza «el bloque de ruptura que forman hoy los populismos a un lado y a otro y ofrecernos como plaza mayor del constitucionalismo, del reformismo, del autonomismo, del europeísmo y del atlantismo».

Casado, con el beneplácito de sus barones, no dudó en mostrar su repudia a los «populismos» y criticar la posibilidad de alcanzar un pacto con Vox. «La igualdad y la integración en Europa no es negociable», manifestó respecto a las peticiones de Vox en Castilla y León.

Ataque a Sánchez

El presidente del Partido Popular también criticó al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, al que acusó de hacer uso de las instituciones de manera partidista.

«Sánchez ha usado el CIS para cambiar la tendencia electoral, el Congreso de los Diputados para hacer oposición a un presidente autonómico, la Mesa del Parlamento para retorcer la voluntad de un diputado, el BOE para comprar votos, el Consejo de Ministros para patrocinar alianzas, los fondos europeos para hacer propaganda, y hasta la Fiscalía General del Estado para señalar adversarios», afeó.

Casado llegó a destacar que «la responsabilidad fundacional del PP fue unir a todo lo que estuviera a la derecha del PSOE» y ahora fijan como objetivo «conseguir el reagrupamiento de todos los constitucionalistas, incluso aquellos socialdemócratas avergonzados por lo que está haciendo Sánchez, o aquellos regionalistas que quieren seguir viviendo en una España unida y diversa que nos dimos en 1978».