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Oskar Matute, Gorka Elejabarrieta, Mertxe Aizpurua, Adriana Lastra y Rafael SimancasEH Bildu

Pedro Sánchez y su «socio prioritario» Bildu, una anomalía en Europa

No hay antecedente de que un Gobierno se haya apoyado en un partido heredero de una banda terrorista

«Tenemos 200 presos. Y tienen que salir de la cárcel. Y si para eso hay que votar los Presupuestos, los votaremos sin ningún problema». Son declaraciones que el coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegui, hacía el pasado 18 de octubre, destapando así una alianza con el Ejecutivo de Pedro Sánchez, votos a cambio de presos, que se ha ido materializando progresivamente con el acercamiento de presos de la banda terrorista ETA al País Vasco.

Un mes después, los Presupuestos Generales para 2022 salían adelante con el apoyo, entre otros, del partido de la izquierda abertzale, como ocurrió el año anterior. Sin embargo, esto viene de antes. Ya en junio de 2018, Bildu apoyó la moción de censura contra Rajoy que puso a Pedro Sánchez en la presidencia del Gobierno, y desde entonces, se han sucedido las ocasiones en las que el Ejecutivo y el partido de Otegi han ido de la mano para cerrar acuerdos.

Así ha sido en Navarra, donde la abstención de Bildu en 2019 fue imprescindible para que la socialista María Chivite formara Gobierno, o donde meses más tarde ambas formaciones firmaron el primer pacto para aprobar los presupuestos de la región, o a nivel nacional, con las reuniones de negociación de las cuentas públicas. Estos apoyos para sacar adelante reformas o presupuestos no han sido desinteresados. Desde que Pedro Sánchez llegó a La Moncloa, hace más de tres años, el Gobierno ha acercado a las cárceles del País Vasco a prácticamente la mitad de los etarras.

La presidenta de Navarra, María Chivite (d), y la consejera de Hacienda Elma Saiz (2i), durante la reunión con Bakartxo Ruiz y con Adolfo Aráiz, de EH BilduEFE /Villar López.

El hecho de que un Gobierno no sólo se apoye, sino que tenga como «socio preferente» a un partido político heredero de una banda terrorista constituye una anomalía en Europa. Su principal dirigente, Arnaldo Otegi, ha sido condenado en varias ocasiones por delitos vinculados con ETA, entre ellos, por participar en el secuestro del director de Michelín en Vitoria, Luis Abaitua en 1979.

La coalición EH Bildu a día de hoy no ha condenado el terrorismo etarra, ni se desmarca de los ongi etorris a los presos de ETA. Es más, define a estos homenajes como «actos de reintegración de esas personas en su entorno familiar», como señaló el secretario general de Sortu –partido principal de la coalición de la izquierda abertzale–, Arkaitz Rodríguez, el pasado noviembre en el Parlamento vasco, cuando el grupo se opuso a prohibirlos.

Lastra y «el pacto de la vergüenza»

Así todo, la vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra, hablaba este martes de «pacto de la vergüenza» para referirse al acuerdo alcanzado por el Partido Popular y Vox para formar Gobierno en Castilla y León tras los comicios del pasado 13-F. La dirigente socialista escribía en su cuenta de Twitter: «La extrema derecha vuelve a los gobiernos 40 años después, de la mano de Feijóo. Hoy es un mal día para CyL y para la democracia española».

Una idea en la que ha incidido este viernes Pedro Sánchez: «Estamos ante un momento grave para la democracia española», ha dicho en la rueda de prensa tras la cumbre de los líderes europeos en Versalles.

De la izquierda abertzale, sin embargo, decía Lastra en una entrevista para elDiario.es de noviembre de 2020 que era «un éxito de la democracia española que la izquierda abertzale esté en las instituciones haciendo política». «Que Bildu apoye los Presupuestos (...) forma parte de la normalidad democrática de este país», afirmó.