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Pedro Sánchez y Santiago Abascal

Pedro Sánchez y Santiago AbascalPaula Andrade

La crónica política

Abascal sacude el avispero del PSOE: ¿y si Sánchez no llega a las elecciones generales?

La imagen del presidente sufre un gran desgaste, y el pedestal en el que los socialistas le tenían da señales de aluminosis. El líder de Vox ha sido el primero en lanzarle la gran pregunta

Negó Pedro Sánchez a Pablo Iglesias no tres, sino trescientas veces antes de que cantara el gallo. Y acabó pactando con él. También negó no tres, sino otras trescientas veces, a Oriol Junqueras. Y acabó indultándolo. Y negó no tres, sino trescientas veces, a Arnaldo Otegi. Y ha acabado metiendo a Bildu hasta la cocina del Estado, en la Comisión del Congreso ante la que despacha el CNI.

Ahora, toda la obsesión del presidente es negar que vaya a haber un adelanto de las elecciones generales, y cuanto más lo hace más se instala en la atmósfera política la sensación contraria. O, al menos, la sensación de que Sánchez ha dejado de ser el dueño de su destino. Y del reloj electoral.

«Éste es un Gobierno social y ejemplar, y vamos a continuar durante cuantos años más. Y sin duda alguna ése va a ser el éxito de España y el gran fracaso de ustedes y de ustedes», insistió el jueves en el Congreso, mientras tensaba la mandíbula –un gesto característico en él– y señalaba con el dedo a los diputados de PP y Vox.

«¿Se va a atrever a presentarse?»

Durante esa larga sesión parlamentaria de ilusionismo –otra más–, Santiago Abascal se atrevió a mencionar por primera vez un runrún que empieza a circular tímidamente por los mentideros políticos.

«Estaría bien, ya que usted sabe tanto de los próximos resultados electorales –interpeló Abascal a Sánchez–, que nos diga si usted va a ser el candidato del PSOE y si se va a atrever a presentarse a las elecciones. Yo intuyo que no», apostó. Desde su entorno aseguran que el líder de Vox realmente cree que no se presentará.

El rumor no tiene base científica alguna, pero el solo hecho de que haya comenzado a extenderse hace bueno el refrán de que cuando el río suena, agua lleva. Es evidente que la imagen de Sánchez sufre un gran desgaste, y el pedestal en el que los socialistas tenían colocado a su jefe de filas da señales de aluminosis: los dirigentes territoriales del partido, por muy sanchistas que sean casi todos, temen sufrir en carne propia en las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2023 el castigo del electorado al presidente. Porque ahí son ellos los que se la juegan.

Hablamos de un partido que, un mes y medio antes de las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2011, hizo saltar por la borda al entonces presidente José Luis Rodríguez Zapatero: obligó a su líder a anunciar públicamente que no se presentaría a un tercer mandato en las generales del mes de noviembre siguiente. Fue un intento a la desesperada del PSOE para evitar ser engullido por el tsunami del PP en toda España, pero de nada sirvió.

Sánchez junto a González, Zapatero y Almunia.

Sánchez junto a González, Zapatero y AlmuniaEfe

Ciertamente, ni el PSOE de ahora es el de 2011, ni se atisba recambio alguno para Sánchez, ni éste sufre el grado de erosión que padecía Zapatero aquel año electoral aciago para los socialistas; en que después de congelar las pensiones y bajar el sueldo a los funcionarios tocaron fondo. De momento, porque todo es susceptible de empeorar y de hecho está empeorando.

Pasan las semanas y el presidente se ve incapaz de recomponer la mayoría Frankenstein de la que depende. Cuatro meses después de que ERC y Bildu estuvieran a punto de tumbar la reforma laboral del Gobierno, el enfermo no mejora. Y ya lo dice otro refrán: mal que no mejora, empeora.

«Señor Sánchez, estamos haciendo esfuerzos y trabajando para mantener y fortalecer la mayoría de la investidura porque creemos que esta es la única fórmula para mantener un ciclo de recuperación de derechos y libertades para la ciudadanía, pero la mayor responsabilidad la debe mostrar usted. Por eso, le pedimos que cuide a la mayoría de la investidura, que cuide el bloque plurinacional y de izquierdas», le avisó el jueves la portavoz de Bildu, Mertxe Aizpurua.

Solo unas horas después de aquella advertencia, tanto Bildu como ERC cambiaron su posición inicial sobre la Ley Audiovisual y a punto estuvieron de ahogarla en la orilla (de no haber sido por la abstención del PP).

«Cada día tiene su afán»

No obstante, desde el equipo de Sánchez se apresuraron a restar importancia a otra votación de infarto. «Cada lunes parece que vamos a perder todas las votaciones y cada jueves resulta que las ganamos», señalaron, sacando pecho. En el Gabinete de la Presidencia últimamente han acuñado un lema: «Cada día tiene su afán». Cholismo en estado puro, no queda otra.

En esa votación de la Ley Audiovisual se produjo un hecho sin precedentes: por primera vez en la legislatura, Unidas Podemos no apoyó una ley del Gobierno, a pesar de que durante su debate la portavoz morada, Sofía Fernández Castañón, proclamó: «Nuestro grupo es leal con este Gobierno, forma parte de él y asume».

El enfado de Unidas Podemos con el PSOE por haber incumplido el acuerdo con sus socios en torno a esa ley (con una enmienda a última hora para «proteger al duopolio televisivo», según ellos) era tal que ni siquiera lo amortiguó la aprobación de la Ley del solo sí es sí.

Montero y Belarra se abrazan tras la aprobación de la Ley de solo sí es sí

Montero y Belarra se abrazan tras la aprobación de la Ley de solo sí es sí

Irónicamente, el jueves debía ser el día grande de una ley largamente prometida por Sánchez (en su discurso de investidura de enero de 2020 la fijó como prioritaria) e icónica para el movimiento feminista.

La enésima huida hacia adelante de Sánchez eclipsó la Ley del solo sí es sí

Sin embargo, la aprobación de la Ley Orgánica de Garantía Integral de la Libertad Sexual fue lo que más desapercibido pasó de una jornada marcada por otra exhibición de lo bien que se le da (o que cree que se le da) al presidente huir hacia adelante. Prometiendo lo que sabe que no puede cumplir esta legislatura, ni por lo que respecta a la Ley de Información Clasificada (que vendría a sustituir a la Ley de Secretos Oficiales de 1968) ni mucho menos a la reforma de la Ley Orgánica que regula los controles judiciales previos a los que está sometido el CNI.

The show must go on. Vaya que sí. Esta semana que acaba, el Gobierno incluso anunció que ya está trabajando en la elaboración de los Presupuestos de 2023, según confirmó la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, el martes tras el Consejo de Ministros. Cuando los socialistas saben de sobra que, tratándose 2023 de un año triplemente electoral, las probabilidades de poder pactar unas cuentas públicas con sus socios en vez de tener que prorrogar las de 2022 son remotas. Pero se trata de que parezca lo contrario.

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