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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, conversa con el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, conversa con el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel AlbaresEFE

Argelia acelera la ruptura de relaciones con España por su giro en el Sáhara Occidental

Argel da un paso más en sus represalias por el reconocimiento español del plan de soberanía marroquí sobre su excolonia rompiendo el Tratado de Amistad y congelando las operaciones de comercio exterior

Argelia comunicó ayer que suspendía el Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación con España, en vigor desde el 2002, poco después de que el presidente, Pedro Sánchez, ratificase su cambio de postura sobre el Sáhara Occidental ante el Parlamento. Esta medida repercute directamente a los intereses económicos españoles, ya que la ruptura del acuerdo ha provocado que el país norteafricano congele todas las operaciones de comercio exterior con nuestro país.

La Asociación Profesional de Bancos y Entidades Financieras (Abef) ha hecho público un comunicado, a última hora del miércoles, donde instaba a todos los bancos del país a paralizar las domiciliaciones bancarias para operaciones de comercio exterior de productos desde y hacia España a partir de este jueves 9 de junio. Argelia acelera así la ruptura de relaciones con nuestro país, dando pasos concretos que se traducen en un varapalo para el comercio español.

Argel defiende estas medidas bajo lo que considera un «injustificable» cambio de postura sobre la antigua colonia española. «Esta actitud del gobierno español constituye una violación de la legalidad internacional que le impone su estatuto de potencia administradora y de los esfuerzos realizados por las Naciones Unidas», explica la Presidencia argelina, en un comunicado recogido por la agencia oficial de noticias APS.

El Ejecutivo de Sánchez reconoció, el pasado mes de marzo, que apoyaba la propuesta marroquí de autonomía sobre el Sáhara Occidental. Este cambio de postura buscaba poner fin a la crisis diplomática entre ambos países, que se inició el pasado año con la entrada del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, a nuestro país. Rabat acusó entonces a España de llevar a cabo actos contrarios «al espíritu de asociación y buena vecindad». La crisis migratoria de Ceuta, en el mes de mayo del pasado año, con la entrada de miles de inmigrantes ilegales por el paso del Tarajal ante la inacción de la Gendarmería marroquí supuso el golpe final para las escasas relaciones entre los dos países.

Aunque la entrada de Ghali a España fuera la excusa esgrimida desde Rabat para poner fin a los contactos con Madrid, los desencuentros vienen de antes. De hecho, la Reunión de Alto Nivel (RAN) entre Sánchez y el monarca alauí, Mohammed VI, programada para diciembre de 2020, fue aplazada por «motivos sanitarios», según Rabat. Un encuentro que se ha ido posponiendo hasta que, finalmente, el pasado mes de abril, Sánchez aterrizaba en tierras marroquíes para encontrarse con Mohammed VI, una vez ya reconocida la soberanía del país norteafricano sobre el Sáhara Occidental.

La cuestión sobre la antigua colonia española ha sido, sin duda, el principal escollo en las relaciones entre Marruecos y España, sobre todo, desde que el expresidente estadounidense Donald Trump reconociera en 2020 la soberanía marroquí sobre el Sáhara. Desde ese momento, Rabat ha mostrado una actitud más beligerante con aquellos países que no han seguido los pasos del país norteamericano, como era el caso de España. Finalmente, y tras una explotada crisis diplomática con Madrid, Marruecos ha conseguido el respaldo del Ejecutivo español en la cuestión del Sáhara, en detrimento de las relaciones de nuestro país con Argelia.

Por su parte, Argelia, país que históricamente ha apoyado la autonomía del pueblo saharaui, así como al Frente Polisario, tras el giro de la posición española, decidió llamar a consultas a su embajador en Madrid el pasado 19 de marzo, a la espera de tomar nuevas represalias. Dos meses después, y tras las declaraciones de Sánchez el miércoles en el Parlamento, justificando nuevamente su apoyo al plan de soberanía marroquí, Argel ha considerado que era el momento de traducir sus amenazas a hechos.

Primero, suspendiendo el Tratado de Amistad con España y, posteriormente, congelando todas las operaciones de comercio exterior. El ejecutivo de Sánchez, sin embargo, resta importancia al anuncio de Argelia. El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, ha asegurado que no teme «repercusiones» porque el Gobierno argelino ha demostrado ser un «socio fiable».

Pero Argelia ya está mirando a otros países para reforzar sus exportaciones, sobre todo, de gas, como por ejemplo Italia, país que bautizó como socio preferente como castigo a España. Desde el Ejecutivo español, la vicepresidenta Nadia Calviño ha explicado que «tiene poco sentido especular con hipótesis que no se han materializado», al ser preguntada por si la postura de Argelia ponía en peligro el suministro de gas a nuestro país. «El comportamiento ha sido ejemplar; son relaciones contractuales entre sociedades mercantiles españolas y argelinas», ha zanjado Calviño.

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