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Una persona muestra sus condolencias con un mensaje escrito en un árbol de Las Ramblas de Barcelona tres días después del atentado

Una persona muestra sus condolencias con un mensaje escrito en un árbol de Las Ramblas de Barcelona tres días después del atentadoEFE

Cinco años de los atentados de Barcelona y Cambrils que nunca se planearon

Los terroristas actuaron a la desesperada al ver frustrados sus planes de atentar en la Sagrada Familia y el Camp Nou

Llevaban meses estudiándolo. La célula terrorista de Ripoll lo tenía prácticamente todo listo para atentar el 20 de agosto de forma «letal» en los entornos de la Sagrada Familia, el estadio del Camp Nou y, más tarde, en las inmediaciones de la Torre Eiffel de París. Pero los planes tuvieron que cambiarse a marchas forzadas. La explosión cuatro días antes, en la noche del 16 de agosto, en la casa deshabitada de Alcanar donde fabricaban y almacenaban los explosivos para perpetrar los atentados acabó con la vida del líder de la célula terrorista, Abdelbaki Es Satty, y la de uno de sus acólitos, Youssef Aalla, pero también con sus planes de atentado.

Sin líder y sintiéndose sospechosos por la policía, seis de los ocho terroristas que quedaron vivos de la célula de Ripoll se dedicaron a improvisar. Primero atacaron por la tarde del 17 de agosto en Barcelona, y nuevo horas más tarde, en la madrugada del 18, en Cambrils. Sin bombas, los yihadistas tiraron mano de lo que les quedaba: cuchillos, hachas y dos furgonetas. Y con ello trataron de hacer el mayor daño posible: 16 muertos –14 de ellos en las Ramblas–, más de 40 heridos y casi dos centenares de personas afectadas psíquicamente. Así se desprende de dos informes elaborados por los expertos en terrorismo Fernando Reinares y Carola García-Calvo que este mes han publicado en el Real Instituto Elcano y en los que analizan en profundidad los atentados que este miércoles cumplen cinco años.

Los atentados

El más mortífero, el de Barcelona, tuvo lugar a las 16:50 horas. Residentes y turistas entraron en pánico al ver cómo una furgoneta se introducía deliberadamente en el paseo de La Rambla a toda prisa, zigzagueando durante alrededor de 800 metros, intentando atropellar al mayor número posible de peatones. Cuando la furgoneta se detuvo, «inmovilizada por los cuerpos atrapados en los bajos del vehículo», el conductor de la misma, Younes Abouyaaqoub, abandonó el lugar robando un coche, no sin antes apuñalar mortalmente a quien lo conducía. Nueve horas después, a las 1:50 horas, la pesadilla se repetía en Cambrils (Tarragona). Otros cinco terroristas (Mohamed Hichamy, Houssaine Abouyaaqoub, Said Aalla, Moussa Oukabir, Omar Hichamy –hermano menor de Mohamed–) circulaban en un coche por el paseo marítimo de la localidad y antes de estamparse adrede contra un vehículo policial, arrollaron a quienes caminaban por ese tramo del paseo, matando a una mujer, ocasionando lesiones a varias otras personas y, de nuevo, dejando a muchas más ateridas de pánico. Tras la colisión, los yihadistas salieron del coche con cuchillos y un hacha intentando herir a los transeúntes con los que se topaban hasta que los mossos intervinieron y los abatieron. Younes Abouyaaqoub fue abatido también por los agentes tres días más tarde, el 21 de agosto, en Subirats (Barcelona).

​¿Qué motivó estos atentados?

Las pruebas con las que se cuentan de la célula de Ripoll, ciudad de la que el líder era imán, muestran cómo los yihadistas consumieron una «ingente» cantidad de información del Estado Islámico (EI), del que se cree que recibían órdenes de alguna manera y se sabe que «estaban considerados como soldados del EI».

El radicalismo de estos jóvenes, que aparentemente estaban integrados en la sociedad catalana, parte en buena medida de las ideas conquistadoras y de venganza del Estado Islámico. Los yihadistas pretendían recuperar Al-Andalus, un territorio al que desde el EI «consideran que se encuentra bajo ocupación desde hace más de 500 años y que debe ser islamizado de nuevo o recuperado para el islam por la fuerza», explican los expertos en el informe. Pero la justificación que dio en un comunicado el EI tras los atentados perpetrados al reivindicar su autoría fue que estos se llevaron a cabo «como castigo a España por su contribución a 'la guerra contra el Estado Islámico', aludiendo explícitamente al entrenamiento del Ejército iraquí y a la participación en la coalición anti-EI», recoge el informe.

Por otra parte, varios vídeos de los yihadistas de Ripoll, que dejaron grabados y que se sospecha que pretendían «entregar en mano», muestran el nivel de radicalización de los jóvenes terroristas y su odio hacia el «cristianismo». «Alá nos ha elegido entre millones de hombres para haceros llorar sangre» exponía uno de yihadistas en un vídeo que se encontró en Alcanar, añadiendo al mostrar una granada de mano que estaba fabricando: «Cada gramo de este hierro se os va a meter en vuestras cabezas o en las de vuestros hijos o en las de vuestras mujeres. Os vais a arrepentir de haber nacido, sobre todo vosotros, Mossos d'Esquadra», recogen los datos recabados en su informe Reinosa y García-Calvo.

Tres terroristas encarcelados

En un primer lugar hubo cuatro detenciones tras los atentados de jóvenes que creían relacionadas directamente con la célula de Ripoll. Pero finalmente solo tres fueron acusados y encarcelados. Mohamed Alla fue absuelto.

Mohamed Houli Chemlal, Salah El Karib, Dris Oukabir y Mohamed Alla

Mohamed Houli Chemlal, Salah El Karib, Dris Oukabir y Mohamed Alla, de arriba a abajoEFE

Mohamed Houli Chemlal y Driss Oukabir fueron condenados en 2021 por delitos de terrorismo, de igual modo que Said Ben Iazza, por colaboración con grupo terrorista. Los tres se encuentran cumpliendo condena en diferentes cárceles. Mohamed Houli Chemlal, superviviente de la explosión del chalet de Alcanar, fue condenado a 53 años de prisión. Driss Oukabir, a cuyo nombre se alquiló la furgoneta que atentó en La Rambla, fue condenado a 46 años; y Said Ben Iazza, que aportó su documento de identidad y una furgoneta para la compra de material con el que fabricar explosivos, a 8 años.

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