Persecución al cristianismo El Padre Lorenzo, tras el ataque a una parroquia de Mozambique: «Atacaron a las monjas y lo quemaron todo»
Sobrevivió a la violencia terrorista en un país azotado por la pobreza y los grupos criminales
El Padre Lorenzo Barro es uno de los supervivientes del ataque terrorista ocurrido el pasado mes de septiembre en Chipene (Mozambique) y que se saldó con el asesinato de una monja italiana de 83 años. Algo más de un mes después de lo ocurrido, dice que está «tranquilo» y relata a Europa Press lo sucedido aquella noche. «Lo quemaron todo y no podíamos huir», ha explicado.
Desde el año 2017, en el norte de Mozambique viven con horror los ataques de insurgentes terroristas de naturaleza yihadista. «Aún se desconoce el interés que tienen estos grupos», ha reconocido el Padre Lorenzo. A su juicio, no es posible acreditar que este conflicto tenga un enfoque religioso, principalmente, porque no mataron a todos los miembros de la Iglesia en el ataque a la comunidad.
«Nos dejaron vivos y tenían armas», ha señalado el sacerdote italiano. En su opinión, la religión sí está presente en el conflicto «pero no es determinante».
Atacaron a las monjas
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Aún así, su parroquia sufrió un ataque el pasado 2 de septiembre, cuando los terroristas llegaron a la localidad y quemaron la iglesia, destruyendo «todo» lo que allí tenía el Padre Lorenzo. Tanto él, como otros sacerdotes allí presentes, se escondieron en sus habitaciones cuando fueron alertados de que los insurgentes se estaban acercando a la zona. También las hermanas que están con ellos ocuparon sus estancias, en otra parte de la parroquia.
Los terroristas llegaron a las 21.00 horas (hora local) y atacaron las viviendas de las monjas. Dispararon a una de ellas desde fuera de la ventana, mientras que el resto pudo escapar y huir a casas cercanas en donde se pudieron refugiar.
Sin información
Nadie supo que había ocurrido hasta las 05.30 horas del día siguiente. «Los hermanos no podíamos salir porque nuestras habitaciones están junto a la iglesia, que estaba ardiendo», ha relatado. No fue hasta la madrugada cuando las hermanas que habían podido huir avisaron de que ya no estaban los terroristas en la zona.
Fue entonces cuando se enteraron de que una de las monjas había sido asesinada y de todo el daño material que tenían a su alrededor.
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Aunque mucha gente del pueblo ya había huido de la zona, al escuchar informaciones del avance de los insurgentes, en la parroquia no tenían «información de las autoridades» sobre este tema, aunque, según el sacerdote, habían preguntado varias veces. Aun así, sí que facilitaron algunos camiones para que las niñas de las que ellos se ocupan en la comunidad pudieran marcharse.
«Ahora, con la experiencia, ya no tendremos más dudas en el futuro. Si vemos irse a la gente, nos iremos nosotros también», ha reconocido.
Sus vidas no estuvieron del todo a salvo hasta que llegó el Ejército, más de seis horas después del paso de los terroristas por Chipene. Pero gracias a ellos fueron evacuados.
190 casas quemadas
Esta parroquia no fue la única parada de los yihadistas en esos días. Tras atacar a los sacerdotes y monjas de Chipene, se movieron «por caminos» de la zona y llegaron hasta Muralene, en donde quemaron 190 casas, incluida la escuela. «No hubo muertos ahí porque la gente ya había huido después de conocer lo que nos había pasado a nosotros», ha indicado el Padre Lorenzo.
El sacerdote reconoce que hubo más ataques a casas y capillas en otras comunidades más al norte, pero la información no es completa porque en esos lugares la gente también había decidido marcharse por temor a un suceso de este tipo.
Alberto Vera, obispo de Nacala
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Ahora, deberán volver a reconstruir lo quemado en el ataque, aunque el Padre Lorenzo reconoce que «es pronto» para volver. De momento, según ha señalado, intentarán techar los únicos muros que han quedado en pie en la parroquia, para evitar que se vean afectados por las lluvias.
Mientras, en el norte del país siguen viviendo una situación de conflicto sin que los expertos sepan explicar bien las razones. La Comisión Episcopal de Justicia y Paz de Mozambique, emitida en abril de 2021, habla de una revuelta popular contra los abusos de poder, pero también aluden al descubrimiento de gas natural y a la explotación de riquezas naturales -rubíes, oro, maderas preciosas- y a los negocios ilegales de tráfico de drogas, entre otros.
Además, esta situación podría tener que ver con la eclosión de una revuelta yihadista islámica protagonizada por mozambiqueños radicalizados en Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Qatar y otros países de África en los que se viven conflictos similares.
Un Islam «descafeinado»
Así lo explica, por ejemplo, el obispo de Nacala (Mozambique), el riojano Monseñor Alberto Vera, quien explica que estos jóvenes son hijos de los jefes de algunas de las mezquitas del país. Cuando estos chicos estudian de forma más específica el Corán fuera de Mozambique «descubren que el Islam que han vivido es un modelo descafeinado», en el que los fieles «comen a veces cerdo, beben alcohol o se casan con cristianas».
Sin embargo, y al igual que el Padre Lorenzo, descarta que las causas religiosas sean el motivo de estos ataques. La situación desconcierta más cuando, según ha indicado Vera, en el país africano la convivencia entre religiones siempre ha sido natural y pacífica.
Monseñor apunta más hacia la pobreza y el aprovechamiento que el crimen organizado puede hacer de ella. «Cabo Delgado es un lugar muy propicio para que crimen organizado utilizando yihadista y valiéndose de jóvenes que por la pobreza no tienen futuro, se van armando», ha declarado. Es por eso que Vera apunta a la educación como punto clave para evitar estas situaciones. Para que la población joven del país africano tenga expectativas de futuro.
Grito de socorro
«Manos Unidas nos ayuda mucho en el campo de la Educación en proyectos que son de emergencia y que están orientados al desarrollo. Siempre que lanzamos un grito de socorro, lo escuchan, lo analizan y nos ayudan en lo que pueden», ha explicado el obispo, antes de destacar que en su diócesis las iniciativas buscan «priorizar la educación» y que esta sea «de calidad». «Es ahí donde vemos el futuro de este pueblo para superar la pobreza», concluye.