Acto de presentación del libro
«La batalla cultural se debe dar y se puede ganar»
El colegio mayor San Pablo de Madrid acoge la presentación de la obra colectiva La nobleza franquista y la Ley de Memoria Democrática, coordinada por el catedrático Luis Togores
El acto de presentación de La nobleza franquista y la Ley de Memoria Democrática ha comenzado con las palabras de Alfonso Bullón de Mendoza, presidente de la Fundación CEU San Pablo, catedrático de Historia y autor de uno de los capítulos del libro, el centrado en José Calvo-Sotelo. «Creo que todos tenemos muy claro que él fue un gran servidor del Estado y que, con independencia de los títulos, siempre será un grande de España», ha remarcado el historiador para glosar, acto seguido, la figura de este político, «el primer ministro de Hacienda que aplicó en Europa Occidental las políticas de Keynes, al punto al que final de un congreso universitario, un premio Nobel norteamericano de Economía me preguntó por él, por Calvo-Sotelo. Algo asombroso, sin duda, pero esta es su fama en círculos especializados a día de hoy a nivel internacional».
El siguiente en el orden de las intervenciones ha sido el catedrático Luis Togores, coordinador de los veinte historiadores que han redactado el conjunto de 41 biografías. En referencia a la ya conocida como 'Escuela CEU' de historiadores, de la que la obra presentada es uno de sus frutos, Togores ha señalado que en la actualidad constituyen el grupo de los «disidentes» de la historiografía española, frente al grupo de los que no se pronuncian y aquellos otros que, en cambio, sí se pronuncian a favor de las leyes de Memoria Histórica y Democrática.
Togores ha señalado la, a su juicio, «contradicción» de retirar un título a un industrial coruñés, el conde de Fenosa, y no hacerlo a otros dos industriales vascos a los que Franco concedió sendos títulos nobiliarios. «Probablemente no se los han retirado precisamente por eso, por ser vascos, y el PNV haya tenido que ver», reflexionó en voz alta el historiador. Luis Togores también ha cuestionado la legalidad de retirar unos títulos concedidos por el Rey Juan Carlos, ya durante la Transición.
Contradicciones gubernamentales
Cristina Barreiro, profesora titular de Historia Contemporánea en la Universidad CEU San Pablo, a su vez, ha señalado otra contradicción, en este caso «interna» y por parte del Ejecutivo socialista: en la aplicación de la Ley de Memoria Democrática, en lo que a la derogación de los títulos nobiliarios se refiere, no se han cumplido los criterios de paridad y de cuotas que marca el propio Gobierno de Pedro Sánchez, ya que solo se ha retirado un título a una mujer, Pilar Primo de Rivera, mientras que sí se han retirado los títulos a 33 hombres. La profesora Barreiro también apuntó que, una vez reconocidos los títulos por el Rey Juan Carlos, solo le correspondería a Felipe VI la potestad jurídica de derogar los títulos concedidos.
La Profesora Barreiro apuntó que, una vez reconocidos los títulos por el Rey Juan Carlos, solo le correspondería a Felipe VI la potestad jurídica de derogarlos
El general de Brigada en la reserva Salvador Fontenla Ballesta, también doctor en Historia, ha sido el siguiente en tomar la palabra. El general Fontenla ha centrado su intervención en los militares con título nobiliario: Mola, Saliquet, Queipo de Llano, Yagüe, Moreno, Dávila, Varela, Vigón, Kindelán, García-Escámez, Carrero-Blanco y Moscardó, entre otros. La mayoría desempeñaron un papel relevante en el curso de la guerra civil. Fontenla, sin embargo, quiso advertir sobre la posibilidad de adscribir el mérito de la victoria militar a estas personalidades, cuando, a su juicio, «en última instancia el mérito en toda la planificación y ejecución estratégica fue del propio Franco, quien sin duda supo escoger a sus colaboradores. Los escuchaba. Unas veces les hacía caso y otras no. Pero la responsabilidad de la victoria es de Franco», reflexionó Fontenla.
Lucas Molina, el editor del libro en Galland Books, ha cerrado el acto agradeciendo el trabajo realizado a los historiadores allí presentes. Al mismo tiempo, ha enfatizado en la necesidad de «la batalla cultural, que se debe dar y se puede ganar».