Los radicales de la 'religión climática' que vandalizan el Prado o el Congreso para que no comas carne
Futuro Vegetal está compuesto por más de un centenar de ecologistas animalistas con vínculos internacionales. Emplean técnicas de sabotaje y están dispuestos a ser detenidos y enfrentarse a la Justicia
Cortaron la M-30 durante la operación salida de la pasada Navidad, se pegaron a las Majas de Goya en el Museo del Prado, interrumpieron la Copa Davis y lograron bloquear Mercabarna o la salida de la Vuelta Ciclista a España. La lista de actos vandálicos que han cometido durante el último año es demasiado extensa como para condensarla en unas pocas líneas. Su última hazaña: embadurnar con pintura los leones y varias columnas del Congreso de los Diputados, este jueves. ¿Pero, quiénes son y qué quieren estos radicales de la 'religión climática'?
Futuro Vegetal llevan a la práctica la «desobediencia civil activa» y emplean técnicas de sabotaje para llevar a cabo su principal cometido: que se acaben las subvenciones a la industria cárnica y que ese dinero se emplee para «transformar el sistema agroalimentario en un modelo social y ecológicamente responsable basado en plantas». Son, según aseveran, más de un centenar de activistas dispuestos a «enfrentar procesos penales». El jueves fueron detenidos ocho de ellos; una cifra que asciende a decenas a lo largo de los últimos meses.
«Acciones disruptivas» diarias
Este grupo de activistas ecologistas y animalistas está integrado en una organización internacional llamada Extinction Rebellion, que aspira a alcanzar unos fines similares y que, como publicó hace tiempo el periódico británico The Guardian, está financiado, entre otros, por Aileen Getty, hija del multimillonario empresario petrolífero John Paul Getty Jr. Como publicó entonces El Debate, al menos uno de los detenidos el pasado mes de febrero por asaltar el restaurante del programa MasterChef trabajó en un matadero, una de las instalaciones cárnicas con las que pretenden acabar.
Sus planes para esta primavera, según ellos mismos apuntan en un documento colgado en su página web, pasan por tratar de ocupar una gran empresa cárnica y colapsar el centro financiero de Madrid –no especifican a qué zona en concreto se refieren–, para lo cual están tratando de organizar a 3.000 personas capaces de cortar el tráfico a un nivel masivo en la capital. También llaman a que la gente se organice por ella misma y difunden documentos tan instructivos como uno llamado Guía para colapsar el tráfico de tu ciudad.
En ese escrito explican cómo con apenas entre siete y nueve personas y barricadas precarias hechas con contenedores se puede cortar casi cualquier calle o carretera, como hicieron a finales del pasado mes de diciembre en la principal vía de circunvalación de Madrid con un puñado de voluntarios. Según sus planes, pretenden llevar a cabo un mes de «acciones disruptivas de alta intensidad diarias» que durará hasta la última semana de abril. Ese mes acaba de empezar y parecen importarles muy poco las consecuencias.
Para muestra, un botón: la vandalización del jueves en el exterior de la Cámara Baja la realizaron a modo de protesta por las consecuencias penales que puede acarrear un acto casi idéntico sucedido el 6 de abril de 2022, cuando decenas de personas tiñeron con sangre falsa las escaleras del Congreso de los Diputados. Por esos hechos han comenzado a declarar seis de las 15 personas detenidas, acusadas de cometer delitos de daños y de desórdenes públicos.