La crónica política
El PSOE se pone la soga al cuello en la Comunidad Valenciana: Sánchez y Puig tienen un gran problema
Los socialistas se han pasado meses alimentando la teoría de que el resultado allí dictará sentencia sobre el 28 de mayo. Pero las últimas encuestas abren la puerta al vuelco. ¿Y ahora, qué?
Hace escasos 12 días, el titular del Juzgado de Instrucción número 15 de Valencia, el que investiga si Mónica Oltra encubrió un caso de abusos de su exmarido a una menor tutelada, decidió prorrogar seis meses más la instrucción, que terminaba inicialmente el 30 de abril. Argumentó que le quedan «diligencias esenciales» por practicar hasta finales de octubre, cuando concluirá el nuevo plazo.
La exvicepresidenta de la Generalitat Valenciana reaccionó airada a la decisión del magistrado Vicente Ríos, por someterla a una instrucción «larga y excesiva». Y que, además, deja a Oltra sin apenas opciones para concurrir a las elecciones generales de diciembre como posible candidata al Congreso.
La alegría y la tristeza van siempre por barrios. Y lo que no sabe Oltra es que en casa de Ximo Puig y del PSPV la decisión fue recibida con alivio. No les faltaba más a los socialistas valencianos que encontrarse con una posible imputación formal contra la exvicepresidenta y exportavoz del Consell hasta el pasado junio en plena precampaña. Como si los socios del que se llamó el Pacto del Botànic, el PSPV, Compromís y Unidas Podemos, no tuvieran bastantes problemas ya.
La izquierda se ha puesto la soga al cuello en tierras valencianas, y ahora le aprieta tanto que puede acabar ahogando no solo a Puig, sino al propio Pedro Sánchez. Los socialistas se han pasado meses alimentando la teoría de que el resultado de la Comunidad Valenciana dictará sentencia sobre las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo, como si no hubiese más escenarios de la contienda que ése. No porque les gustaran las emociones fuertes, sino porque creían que apostaban sobre seguro en la ruleta electoral.
El cuento de la lechera
Conservando la Comunidad Valenciana romperían la cintura a Alberto Núñez Feijóo, sembrarían dudas en torno a su liderazgo (más aún con una posible mayoría absoluta de Isabel Díaz Ayuso a 350 kilómetros de allí), abortarían ese «fin de ciclo» que predican los populares, pondrían a salvo a Sánchez ante las generales de fin de año y harían entrar en razón a Yolanda Díaz y Podemos sobre la necesidad vital de llegar a un acuerdo por las listas de diciembre. En su cabeza era un plan perfecto.
Sin embargo, la realidad de las últimas semanas ha ido por otros derroteros, y hete aquí que las últimas encuestas pronostican un final ajustadísimo en la Comunidad Valenciana. A tres semanas de los comicios hay un empate técnico entre los bloques, con la ciudad de Valencia –la plaza clave– tirando del carro del centro derecha: la popular María José Catalá, ganadora virtual con 15 concejales, ayudada por Vox, con tres.
La sola posibilidad de perder su joya de la corona territorial ha hecho que cunda el pánico en la izquierda. En 2019, Puig adelantó las elecciones autonómicas a abril para hacerlas coincidir con las generales y aprovechar el tirón que Sánchez tenía por entonces. Le funcionó. Pero, esta vez, el presidente valenciano y sus socios están solos ante el peligro.
La prueba definitiva del miedo que atenaza a los firmantes del Pacto del Botànic vino el viernes, de la mano de la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo. En un momento muy tenso en las relaciones entre Díaz y Podemos, ésta anunció que hará campaña con el candidato morado a la Comunidad Valenciana, Héctor Illueca, con quien estará en Alicante el día 24. A pesar de que Illueca - vicepresidente segundo de la Comunidad- se presenta contra Compromís, una coalición que desde el principio se alió con Sumar. Como en 2019 lo hizo con Íñigo Errejón y su Más País.
La necesidad obliga: si Unidas Podemos no consigue superar el listón del 5 % de los votos y queda fuera de las Cortes valencianas, como vienen pronosticando algunos sondeos, será la sentencia de muerte del tripartito de izquierdas. De hecho, a comienzos de abril Podemos y la marca regional de IU pactaron una candidatura conjunta para contener la fuga de votos.
Por el contrario, en la ciudad de Valencia Yolanda Díaz hará campaña con el alcalde, Joan Ribó, de Compromís, que estuvo en la presentación de Sumar en Madrid. La de la ministra de Trabajo será, pues, una campaña bipolar en la Comunidad Valenciana.
También el viernes, Sánchez estuvo en Alicante, y aún volverá dos veces a la Comunidad Valenciana antes del final de la campaña: el 9 de mayo visitará Castellón y el 20, Valencia.
Feijóo no será menos. Abrirá y cerrará la campaña en la Comunidad Valenciana, y ha reservado la gran traca para la ciudad del Turia: el líder de los populares protagonizará un mitin en la plaza de toros de Valencia el 21 de mayo, junto a Catalá y su candidato a la Generalitat, Carlos Mazón.
No hay sitio más emblemático para los populares que ése, desde que José María Aznar puso por primera vez un pie en su arena en la campaña de las municipales y autonómicas de 1995. Un dato: el PP no ha vuelto a celebrar un mitin de campaña allí desde 2015, un año aciago para el PPCV: aquellas elecciones acabaron con el famoso «¡qué hostia, qué hostia!» de Rita Barberá, que después de cuatro mayorías absolutas perdió la Alcaldía. Ocho años después, las sensaciones son muy distintas.
Tanto necesita Sánchez conservar la Comunidad Valenciana que los populares temen que las factorías de Ferraz y la Moncloa tengan alguna artimaña preparada. Con unos sondeos tan ajustados, la campaña se prevé decisiva. Y en ella penalizan más los errores de lo que puntúan los aciertos.