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El actual Consejo de Ministros de Pedro Sánchez

El actual Consejo de Ministros de Pedro SánchezFernando Calvo/ Moncloa

Tensión en máximos

La guerra de la izquierda convierte el Consejo de Ministros en un polvorín

Al Gobierno de coalición le quedan seis semanas antes de las elecciones, y qué seis semanas. Las espadas están en alto: no solo entre Yolanda Díaz e Irene Montero y Ione Belarra

No habrá paz para el Gobierno durante estas semanas que quedan hasta el 23 de julio. La forma en la que Yolanda Díaz ha matado a Podemos y vetado a Irene Montero en las listas electorales de Sumar ha convertido el Consejo de Ministros en un polvorín. Y eso que el ambiente ya venía no siendo el mejor de los posibles en los últimos tiempos. No en vano, las ministras de Igualdad y de Derechos Sociales no tienen la más mínima intención de abandonar la cartera ministerial hasta el último día.

Pedro Sánchez reúne este martes a su Ejecutivo por primera vez desde que Ione Belarra compareciera el viernes para denunciar la expulsión de la ministra de Igualdad y anunciar que Podemos peleará hasta el último día para que Díaz dé marcha atrás. La excluyente y la excluida se verán las caras en la Moncloa, con la tensión en máximos.

Y no será la única vez. Hasta la cita electoral quedan, al menos, seis reuniones del Consejo del Consejo de Ministros. Con las espadas en alto entre Díaz y Montero; entre Díaz y Belarra; entre Alberto Garzón y Montero; entre Garzón y Belarra… pero no solo: también entre Díaz y Sánchez y entre Díaz y los ministros del PSOE. No en vano, la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo sabe que el presidente y los socialistas están haciendo y harán todo lo posible para que el voto útil de la izquierda se concentre en él. Aun a costa de debilitar a Sumar.

Será significativo ir comprobando si la Secretaría de Estado de Comunicación permite a Díaz comparecer en la Moncloa en alguna de las seis ruedas de prensa de estos seis martes consecutivos. La socia de Sánchez lleva dos meses sin protagonizar una de esas comparecencias, desde el 11 de abril, en pleno repunte de las hostilidades entre el PSOE y Podemos por la reforma de la ley del 'solo sí es sí', que el pleno del Congreso aprobó nueve días después. A mediados de mayo, el equipo del presidente impidió que saliera tras la aprobación de un real decreto ley que incluyó medidas de prevención de riesgos laborales en episodios de elevadas temperaturas. Las elecciones municipales y autonómicas estaban demasiado cerca.

Desde hace meses, Irene Montero y Ione Belarra apenas se relacionan con el resto de ministros

Pese a todo, en la comparativa sale ganando: la última vez de Montero fue el 28 de febrero, con motivo de unas transferencias del Gobierno a las comunidades en el marco del Pacto de Estado contra la Violencia de Género. Y la última vez de Belarra fue el 17 de enero.

Díaz viajó este lunes a Luxemburgo para participar en el Consejo de Ministros de Empleo y Política Social de la UE. Estaba anunciado que, a su llegada, atendería a los medios de comunicación. Quería trasladar un único mensaje: «España estaba pidiendo un gran acuerdo y lo hemos hecho (…). España nos está esperando». A partir de ahí, todo fueron evasivas respecto a si tiene marcha atrás su decisión sobre Montero –no la tiene– y las acusaciones vertidas por Podemos en los últimos días.

A la misma hora, Pablo Iglesias lanzaba a la candidata de Sumar a los leones desde su canal en YouTube, con un programa especial sobre el veto a la ministra de Igualdad. Apareció en pantalla el portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, enemigo declarado de Díaz desde la negociación de la reforma laboral. «No la han vetado, la han vendido», denunció Rufián. «Yo me creo que es un activo electoral, en la calle se le quiere. Ha hecho un trabajo formidable», añadió. El propio Iglesias señaló en RAC1 que la candidata de Sumar lo lamentará «dentro de unos años».

Irene Montero y Gabriel Rufián en el Congreso

Irene Montero y Gabriel Rufián, en una imagen de archivo en el CongresoEFE

Los morados acusan a la vicepresidenta segunda de haber dado munición a la derecha para cizañear y desmovilizar aún más al electorado de izquierdas. Aunque se basta para ello Pablo Echenique, que en su carta a la militancia de Podemos tras ser vetado también reconocía que la derecha tiene pie y medio en la Moncloa. Al aludir a la decisión de su partido de «garantizar el acuerdo electoral como única vía de que haya por lo menos una mínima posibilidad para que no gobierne el PP con Vox después del 23J».

Desde hace meses, las titulares de Igualdad y de Derechos Sociales apenas se relacionan con nadie en las reuniones semanales del Consejo de Ministros, a decir de sus compañeros, tal y como ha venido contando El Debate. Y eso que, tradicionalmente, los miembros del Gobierno comparten un café informal antes del inicio de la reunión (en una sala de al lado) y, a su término, un refrigerio.

Ambas se sientan juntas, entre los ministros José Luis Escrivá -a la derecha de Montero- y Miquel Iceta –a la izquierda de Belarra–. Enfrente tienen a Garzón, que el domingo escribió indignado en Twitter: «Un ejército de soldados tuiteros, de los que se dicen en guardia frente a los medios y sus mentiras, anda difundiendo un bulo que asegura que continuaré en política institucional (…). Los dirigentes nos debemos a los proyectos colectivos, y hay momentos en los que tras un desgaste acumulado (en mi caso 12 años) ya contribuimos menos que otros compañeros. Renovamos y listo. Esta es mi decisión. No obliga a nadie. Y no la tomé pensando en nadie más que no fuera yo y nuestro proyecto. Respetadla, dejad de intoxicar (que a este paso os vais a envenenar), y dejadme en paz», pidió a Podemos y sus adláteres.

Y en ese ambiente gobernará Pedro Sánchez sus últimos días. Al menos, de la legislatura.

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