Exembajador de España ante la ONU
Decenas de diplomáticos critican al número dos de Díaz por sus opiniones bajo seudónimo cuando era embajador
Javier Rupérez, Inocencio Arias, Rafael Spottorno, Ignacio Camuñas, Jorge Dezcallar o Ricardo Martí Fluxá arremeten en una tribuna contra Agustín Santos Maraver por escribir bajo seudónimo en contra de lo que ha venido haciendo durante su carrera diplomática
Javier Rupérez, Inocencio Arias, Rafael Spottorno, Ignacio Camuñas, Jorge Dezcallar, Ricardo Martí Fluxá... y así hasta 68 diplomáticos españoles han criticado duramente a Agustín Santos Maraver, embajador representante permanente de España ante la ONU hasta el pasado 14 de junio, cuando cesó en su cargo para convertirse en el número dos de la candidatura de Sumar en la circunscripción de Madrid en las elecciones generales del próximo 23 de julio.
Bajo el título «Embajador de día, tramposo de noche», todos estos diplomáticos cargan en una tribuna en El Mundo contra Santos Maraver por ser al mismo tiempo diplomático y político –bajo seudónimo– y por sostener tesis en sus columnas de opinión que chocan diametralmente contra los postulados que defendía y las acciones que llevaba a cabo como representante de España.
«Lo de la locuacidad sin límites no es censurable. Puede ser arriesgado si te contradices y especialmente cuando lo que dices no se corresponde con lo que representas. Ello es especialmente engorroso en algunos oficios y profesiones. Los diplomáticos son uno de estos grupos», apuntan este grupo de exembajadores, exjefes de la Casa del Rey, etc., quienes afean que Santos Maraver se «transforma» en Gustavo Buster para firmar sus tribunas en la revista online Sin Permiso, de tendencia socialista y republicana.
La tribuna continúa señalando que cuando Santos Maraver se consideró «fuerte» por haber sido jefe de gabinete del exministro de Asuntos Exteriores Miguel Ángel Moratinos, de 2008 a 2011, durante el Gobierno de Zapatero algo que «proporciona músculo» y «tuvo un medio que le diera voz –en referencia a Sin Permiso– no le pidió la venia a nadie. Ni siquiera a su superior en el ministerio». «Y ello –continúan los firmantes–, a pesar de que las opiniones de un diplomático a menudo se entienden como emanadas de esferas oficiales. Eso no pareció importarle».
La tribuna también le critica a uno de los fichajes estrella de la vicepresidenta segunda del Gobierno para su proyecto político que «no termina de entenderse cómo estando tan convencido de no precisar permisos y ser libre en su expresión, tuvo que camuflar sus ideas bajo un seudónimo». «Claro que –añaden– casi todo lo que hay en la trayectoria diplomática de Santos, hombre atraído e interesado por las historias de los agentes dobles, trasluce aparentes contradicciones».
Una «golosa nómina»
Así, recuerdan cómo ha sido capaz de haber trabajado destinado en la Embajada en Washington, algo que comportaba una «golosa nómina», trabajando, entre otras cosas, en «el esquema de participación de España en La OTAN», de la que poco después «abominó», o en la creación de la Unión Europea, «que el apoda con desparpajo desdeñoso 'el consenso de Bruselas'», según recogen.
«La mente dicotómica de Santos-Buster corrobora que puede haber dos discursos distintos, el de Agustín Santos en Nueva York y en las embajadas, donde dice defender los intereses del país al que representa, y el de Gustavo Buster tratando de demoler en las revistas todo lo que ese país significa: demoler la monarquía; demoler el sistema parlamentario de lo que califica 'un régimen de agobiantes límites'; propiciar el 'desahucio moral' de los partidarios del marco institucional libre y democrático que es el 'régimen del 78'; demoler el concepto territorial del Estado y demoler la participación en la OTAN y en la UE», añaden.
La dura tribuna contra el número dos de la papeleta de la ministra de Trabajo en Madrid zanja con la «doblez y la incoherencia» de Santos Maraver: «Defender o representar una cosa y su contraria implica una elevadísima dosis de estupidez. Como no creemos que nuestro compañero sea estúpido, la única salida es considerar otras motivaciones. ¿Y si todo hubiera sido interés personal bien calculado? Agustín Santos ya ha dado su carrera diplomática por amortizada. Le quedan dos años para jubilarse y con ese calendario sabe que se le han terminado las embajadas».