Sorpresas
He conocido, por fin, a una ministra ignota; he sabido de un funcionario desleal con su país del que nunca había oído hablar; me he desconcertado con un regate del PP
Se escribe y se habla de pactos. El Gobierno y sus medios bondadosos acatan un argumentario que ya no sorprende y, mientras, la vida sigue igual. Pactar con Vox es el crimen sin fecha de caducidad que ha de penar el PP. Hoy se forman los ayuntamientos en toda España y los palmeros, retribuidos o movilizados por el entusiasmo, condenarán a los dirigentes municipales de PP y Vox que hayan llegado a acuerdos pero callarán como colipoterras sobre los pactos del sanchismo con independentistas y bilduetarras. Luego vendrán los acuerdos en las comunidades autónomas, a paso más lento aunque alguno ya va con viento de popa. Estas vísperas me han generado algunas sorpresas. Cito ejemplos. He conocido, por fin, a una ministra ignota; he sabido de un funcionario desleal con su país del que nunca había oído hablar; me he desconcertado con un regate del PP. Todo ello se suma a mi dilatada veteranía; nunca es tarde para aprender.
La ministra responde al nombre de Diana Morant y rige el Ministerio de Ciencia y Tecnología. Ignoraba su vera efigies e incluso su nombre y supongo que no soy el único que soporta esa tara. Es uno de esos incógnitos miembros del Gobierno que gozamos. Que se sepa no ha hecho sino cobrar y calentar el sillón. Su antecesor era astronauta –estaba en las nubes– y ella se posó en el ministerio como paracaidista desde la alcaldía de Gandía. Mostró en las teles su sobresalto e irritación por el acuerdo entre PP y Vox en la Comunidad Valenciana: qué «desvergüenza», qué «plan oculto». Pero en 2015 fue alcaldesa tras unas elecciones que ganó el PP y ella necesitó el apoyo de dos partidos para gobernar su ciudad. No le pareció una desvergüenza ni un plan oculto. Es lo que tiene manipular la memoria histórica. Se acaba por manipular la propia o padecer una oportuna amnesia.
El funcionario a mi juicio desleal es Agustín Santos Maraver, nombrado por Sánchez embajador en las Naciones Unidas. Ya se sabía que era marxista pero ahora se han conocido algunos detalles de interés. Colaborador de la revista on-line Sin Permiso, de ideología zurdísima, olvidó pedir permiso a sus jefes para expresar sus ideas, que comprenden ataques a la Monarquía –según él «bananera»–, a los reyes Juan Carlos I y Felipe VI, a Biden, a Estados Unidos, a la OTAN, a la UE, a la Transición, al PP, a Vox y al PSOE a los que considera «partidos dinásticos», y propugna un cambio de régimen. Este tipo puede opinar lo que le pete pero no siendo embajador de España ante el más relevante organismo de cooperación internacional.
Conoció a Yolanda Díaz en Nueva York en uno de sus periplos en Falcon y le enamoró políticamente. De ahí a ocupar el segundo lugar en la candidatura de Sumar por Madrid sólo transcurrió un paso, una sonrisa y un sobeo, de esos en los que la líder comunista con disfraz de Carolina Herrera, es tan pródiga. Desde entonces incorporó a sus escritos los elogios a la que habría de ser su jefa política, con burlas a Ayuso, a Almeida, a Abascal, a Ana Botín y a Ana Rosa Quintana. Todo el repertorio. Yolanda, que tiene buen olfato, como está a la vista, entendió el fichaje de Santos Maraver –¡un embajador!– como una bendición del diablo. Y Albares sin enterase. No sé si es peor que no se enterase o que le dejase hacer. ¿Es libertad de expresión? ¡Anda ya!
Mi última sorpresa es el pacto que se anuncia –acaso ya se haya formalizado– entre PP y Revilla en Cantabria. Un grave error. El político-espectáculo Revilla no es fiable y se descolgará cuando le convenga y sin avisar. Y como ya estarán rotos los puentes con Vox podemos adivinar qué ocurrirá. María José Sáenz de Buruaga se equivoca. Y entendiendo que Feijóo otorgue libertad de pactos a sus barones, en este caso baronesa, el líder debería tener una visión de conjunto y, además, en este caso, tiene experiencia de gobierno muy respetable. Lo primero que habría que hacer en Cantabria es apoyar y proseguir la investigación policial al entorno de Revilla. Cada vez hay más evidencias. Veo al PP confiado y para las urnas queda poco más de un mes. La confianza desactiva la participación. Ya escribió nuestro Quevedo: «El mayor despeñadero, la confianza».