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En primera lineaJuan Van-Halen

El silencio de los corderos

En su discurso ante los corderos silentes, Sánchez repitió que la economía española va «como una moto» e insistió en que así lo reconocen la UE y los organismos internacionales, lo que no es cierto. Pensará que los españoles no leemos

Actualizada 01:30

El Comité Federal del PSOE me recordó la novela de Thomas Harris El silencio de los corderos convertida en película de éxito por Jonathan Demme. Page y Lambán no acudieron al sanedrín socialista molestos por los cambios introducidos por Ferraz en sus propuestas de candidatos. A la entrada algunos asistentes manifestaron ciertas ideas propias pero en la sala fue férrea la unanimidad. O les convenció el encendido verbo del líder o barajaron las oportunidades que podrían perder si expresaban disentimiento. Corderos silenciosos. Como había hablado de economía, Sánchez concluyó con algo que creyó ingenioso: «Nosotros tenemos un plan y ellos no tienen nada. Nosotros tenemos a Nadia y ellos tienen a... nadie».

Resulta que el optimista presidente maniobra para colocar a Nadia Calviño en la vicepresidencia del Banco Europeo de Inversiones. España comparte ese cargo con Portugal, de forma alterna cada tres años, pero no corresponde el relevo hasta octubre y el pretendido adelanto, las prisas, responden al miedo de que en ese mes haya otro Gobierno. De confianza en su victoria electoral, nada. Lo mismo ocurre con el afán de Sánchez por colocar a sus ministros en las listas. Van todos salvo Calviño, Llop y Escrivá, los dos últimos por decisión propia y sin expectativa de destino. La primera para ver si así llega menos contaminada a su deseado puesto en el BEI. Por si acaso Calviño sondea la posible vuelta a su antiguo destino en la Comisión Europea en el que se mantiene excedente. Sabe que para optar a responsabilidades mayores en la UE habría de ser apoyada por el nuevo Gobierno. Ese apoyo siempre se ha pactado con la oposición pero Sánchez rompió la baraja y quiero pensar que con tales antecedentes Feijóo no caerá en el buenismo.

Otro síntoma de la desesperación del sanchismo es la desbandada de altos cargos dimitidos para ir en las listas. Los más sonados son el secretario de Estado-presidente del Consejo Superior de Deportes, José Manuel Franco, incorporado a las listas del Senado, y Mercedes González, directora general de la Guardia Civil, con apenas ocho semanas en el cargo, que irá en las listas del Congreso. A este miedo de Sánchez ante el 23 de julio hay que apuntar las prisas por nombrar a Dolores Delgado fiscal de Memoria Democrática en contra de la mayoría de miembros del Consejo Fiscal, por decisión del fiscal general del Estado al que ella nombró. Su relación de pareja con el juez prevaricador Garzón, apartado de la carrera, es otro obstáculo formal que habrá de determinarse.

Ilustración: Sanchez rebaño

Paula Andrade

Calviño declaró que las elecciones del 28 de mayo supusieron un golpe mortal para Podemos y por ello avisa de que no votar al PSOE supone votar a la coalición PP-Vox, pero ella también se convierte en cordera silenciosa cuando oculta que votar al PSOE supone votar a ERC, a Bildu y a la amalgama de partiditos radicales que conforman la convergencia que lidera Yolanda Díaz bajo el nombre de Sumar. Otegui ya ha declarado que su candidato es Sánchez. ¿Qué más tienen que saber los electores sobre pactos?

En su discurso ante los corderos silentes, Sánchez repitió que la economía española va «como una moto» e insistió en que así lo reconocen la UE y los organismos internacionales, lo que no es cierto. Pensará que los españoles no leemos. Cuando se parte de tan abajo cualquier décima positiva es una buena noticia, pero España sigue sin recuperar el PIB de antes de la pandemia y su deuda, ya en enero pasado, crecía 211 millones de euros al día –casi 1.500 millones a la semana, 6.000 millones al mes– y cada español soporta una deuda de alrededor de 32.000 euros. Calviño, acercándose a Pinocho-Sánchez, declaró recientemente que era una deuda heredada. Pero las fechas y las cifras cantan. Qué desfachatez.

Muchos socialistas históricos temen que al socialismo español le ocurra como al griego, al francés o al italiano: que desaparezca. A Sánchez, como ya no estará al frente, me malicio que le da igual. Otros tendrán que remar. Al residente en Moncloa le ocupa ahora buscarse una salida en la UE. Lo de la secretaría general de la OTAN lo tiene mal porque ahí manda Biden, el que muy serio leyó una chuleta en el despacho oval y no le acompañó en la rueda de prensa del jardín. A Biden no le gustan los comunistas y España, por obra y una gracia de Sánchez, es el único Estado europeo con comunistas en su Gobierno. Mal asunto. Además se dice que ese sillón lo ambiciona doña Ursula, y hasta ahí podíamos llegar. El final de un idilio político.

Lo de los idilios políticos no va bien. La chulísima Yolanda ha roto con Iglesias, su benefactor. El trato a sus jefes, comunistas o así, como ella, no ha sido nunca de gratitud. Antes abandonó a Beiras y a Villares que la auparon en Galicia. Ahora le toca abandonar, con Iglesias, a Irene Montero y a Echenique. Ha declarado a la SER, sin sonrojo: «No creo en las individualidades, esto no es un proyecto de Yolanda Díaz. Como suceda esto o existan ruidos es probable que yo me vaya». En esta ocasión mejor hubiera sido cordera callada aunque fuese loba con disfraz. Sumar estampará el rostro de Yolanda en sus papeletas de votación de toda España. Pero no se preocupen, esta mujer no es individualista. Me temo que padece la misma patología que Sánchez.

  • Juan Van-Halen es escritor. Académico correspondiente de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando
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