El uso del catalán en Europa, una promesa vacía de Sánchez para contentar a Puigdemont
Para incluir una lengua oficial en la UE hay que modificar los tratados, como ya le dijo Bruselas a Zapatero durante su legislatura
El catalán es la lengua vehicular del independentismo. A través del idioma, el secesionismo trata de desligarse lo máximo posible de todo lo relativo a España, a base de imposiciones y reclamaciones. En las escuelas de Cataluña es difícil –si no imposible– estudiar en castellano y en las instituciones se empeñan en meter con calzador el uso del catalán por mucho que sea legislativamente complejo.
El bloque independentista lleva décadas reclamando que la Unión Europea reconozca como idioma oficial el catalán, algo que ya trató de fomentar el PSOE durante el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, pero que fue rechazado por Bruselas ya que para ello había que modificar los tratados existentes. El último, firmado en Lisboa 2007, no hacía mención alguna al uso del catalán, por lo que no se reconoce como lengua oficial en la UE.
Cuando Zapatero preguntó en Bruselas ya conocía la negativa que recibiría, pero con esa intentona contentó al independentismo. Es la misma estratagema que ahora pretende llevar a cabo Sánchez, que promete al bloque independentista de Puigdemont que trabajará en esa línea durante la presidencia española del Consejo de la Unión Europea, siendo consciente de que es una promesa vacía.
De la misma forma que Zapatero pretendía contentar a ERC casi veinte años atrás, ahora Sánchez quiere hacer lo mismo con Puigdemont, sabiendo de sobra que es muy difícil hacer realidad la eterna reclamación del independentismo. En un claro guiño a uno de los líderes del procés, prófugo de la Justicia, el presidente del Gobierno aseguró un día antes de la constitución de las Cortes que España «habla en castellano» pero que también lo hace en catalán, euskera y gallego, por lo que era su deber «garantizar espacios de representación, de uso y de conocimiento de las lenguas».
Actualmente existen 24 lenguas oficiales en la Unión Europea: el alemán, el búlgaro, el checo, el croata, el danés, el eslovaco, el esloveno, el español, el estonio, el finés, el francés, el griego, el húngaro, el inglés, el irlandés, el italiano, el letón, el lituano, el maltés, el neerlandés, el polaco, el portugués, el rumano y el sueco. El último idioma en incorporarse fue el croata en 2013 con la adhesión del país balcánico a la Unión Europea, por lo que no hubo necesidad de modificar ningún tratado.
Ese vericueto es el argumento del independentismo, que trata de hacer más corto el camino legal del catalán como idioma oficial. No tiene en cuenta, sin embargo, que España entró a formar parte de la Unión Europea en 1986 y con ella lo hizo el español, al igual que Croacia se incorporó con su propia lengua en 2013. Era, simplemente, una de las condiciones de la entrada de Croacia en la UE.
Además, la posible introducción del catalán o el vasco abriría la puerta también a otros idiomas cooficiales en algunas zonas, como puede ser el sardo o el occitano, por lo que la promesa de Sánchez para llevar a cabo durante la presidencia rotatoria española, por tanto, tiene una puesta en práctica bastante compleja. Y tampoco es la primera vez que la realiza el presidente del Gobierno, quien acordó este mismo punto con ERC en la mesa de negociación del 7 de julio de 2022.