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Varios miembros de la manada de Mallorca, a su llegada al juzgado, el pasado julioClara Margais / Dpa

La izquierda instrumentaliza el beso de Rubiales mientras calla ante el aumento de las violaciones

Tanto las agresiones como el resto de delitos contra la libertad sexual crecen, pero el PSOE, Sumar y Podemos copan la agenda mediática con el «piquito» del polémico director de la RFEF a la jugadora de la selección

Agresiones sexuales con penetración, violaciones múltiples, abusos a menores, rebajas de condenas por la ley del 'sólo sí es sí'... la actualidad arroja decenas de casos en las últimas semanas y meses en los que los delitos graves contra la integridad física de las mujeres y niñas son los protagonistas. Sin embargo, el tema que está copando el interés mediático es el beso –el famoso «piquito»– del presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, a la jugadora de la selección Jenni Hermoso.

En una dinámica que se asemeja bastante a la campaña de la manada de Pamplona, que sirvió de justificación para promover la polémica norma estrella del Ministerio de Igualdad de Irene Montero a cuentas del consentimiento –y durante la que se omitió u opacó la información sobre el resto de manadas, centenares, y en su mayoría integradas por extranjeros–, la izquierda está tratando de convertir el beso del verano en una suerte de 'Me too' a la española.

Más allá de lo adecuado o no del beso –o de lo delictivo si se diera el caso– desde el PSOE y Podemos se está explotando sobremanera un asunto que aleja de la opinión pública otros temas de mayor calado, incluso en la misma materia, la de las agresiones sexuales. Una dinámica que contrasta con la difusión de los datos de delincuencia del Ministerio del Interior que, a diferencia de otros años, publicó con varios meses de retraso las cifras del primer trimestre del año, coincidiendo con el final de la campaña electoral y de los comicios del pasado 23 de julio.

El balance de criminalidad del Departamento liderado por Fernando Grande-Marlaska mostraron que tanto los delitos de agresión sexual con penetración como el resto de delitos contra la libertad sexual habían aumentado de forma notable. Y eso que ya estaba en vigor la ley del 'solo sí es sí', que no parece haber disuadido a los violadores de cometer delitos y que, en paralelo, ha rebajado las condenas y excarcelado a muchos de ellos.

Así, si en el primer trimestre de 2022 se produjeron 984 agresiones sexuales, durante el mismo periodo de este año la cifra ascendió hasta las 1.021, lo que representa un 3,8 % de aumento. Respecto al resto de delitos contra la libertad sexual, en esos tres primeros meses del año pasado, se contabilizaron 2.698. Un año después, la cantidad era de 3.282, en un incremento porcentual del 21,6 %.

Montero usa el caso para presumir

Y en este contexto, una de las máximas responsables de que no se produzcan este tipo de hechos en nuestro país, la titular de la Cartera de Igualdad, se prodiga por los medios sacando pecho por la Ley Orgánica de Garantía Integral de la Libertad Sexual. Este lunes, en una entrevista en RNE, insistía en que el caso del beso de Rubiales era un ejemplo «extraordinario» de que la transgresión del derecho a la libertad sexual es «exactamente y exclusivamente la ausencia de consentimiento», por lo que no es necesario que se ejerza violencia o intimidación para poder hablar de «agresión sexual».

«La libertad sexual es un derecho que todas y todos tenemos que poder ejercer, pero que el límite para que esa violencia sexual exista es exclusivamente la falta de consentimiento y, cuando eso ocurre, tenemos que desplegar todas las medidas que, además, es obligación de las instituciones», apuntaba, en la misma línea que en una columna publicada en el medio que dirige su pareja, Pablo Iglesias, la semana pasada.

El caso ha saltado de su Ministerio a otras instancias del Ejecutivo de coalición «progresista». La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo en funciones, Yolanda Díaz, se ha reunido con la presidenta de la asociación FUTPRO, el sindicato de Hermoso, y con representantes de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) y una delegación de la Liga Femenina de Fútbol para reclamar paridad en la RFEF y hasta María Jesús Montero, ministra de Hacienda y portavoz del PSOE, ha utilizado el beso para cargar contra el PP y su presidente, Alberto Núñez Feijóo, a quien ha acusado de no condenar el gesto de Rubiales.