Conflicto regional
Jordi Cañas (Cs): «Gibraltar es un barco pirata encallado en la Unión Europea»
El eurodiputado de Ciudadanos ha solicitado medidas a la Comisión Europea para frenar el acoso reiterado de la colonia en el Estrecho
El Tratado de Utrecht se firmó en 1713 entre España, Reino Unido y Holanda (Países Bajos). El documento incluye el fin de la presencia británica en territorio peninsular pero nunca se ha cumplido.
Desde entonces, las violaciones y abusos han sido constantes. España ha hecho poco, quizás mucho menos de lo que pudo. El Brexit abrió una ventana de oportunidad que, con los socialistas al frente, se perdió de nuevo al no reclamar con toda la fuerza diplomática un cambio en las relaciones con el peñón.
Este 2023 ya ha visto varios enfrentamientos en la región de Gibraltar. En abril, la UE y el Reino Unido retomaron la negociación sobre el peñón. En junio, Londres se negó a compartir el aeropuerto y las negociaciones se pararon debido a las elecciones generales.
A principios de julio, parlamentarios británicos embarcaron en el puerto militar de Gibraltar y se trasladaron hasta Punta Europa, al sur. En agosto, un barco metanero panameño contaminó las aguas de la bahía de Algeciras. A mediados del mismo mes, embarcaciones del servicio aduanero británico acosaron al servicio español mientras luchaba contra el contrabando y, a finales del mismo mes, un pesquero fue acosado por la policía marítima gibraltareña.
Como consecuencia de esta incesante presión a España, Ciudadanos Europa ha requerido a la Comisión Europea que tome parte en la protección de la soberanía española. Hablamos con el europarlamentario Jordi Cañas sobre esta cuestión.
–¿Ve a Europa por la labor de mancharse las manos con estas cuestiones con la que está cayendo?
–Hace pocos días vimos en el perfil de LinkedIn de la Unión Europea un mapa de Europa sin Ceuta y Melilla ni las Islas Canarias. Es importante que se hable de un conflicto que viene arrastrando España desde hace ya más de 300 años porque hay una situación en la cual ahora mismo la Unión Europea está implicada. Después del Brexit queda por cerrar el tema de Gibraltar que se está dilatando en exceso.
Gibraltar es un barco pirata encallado en la Unión Europea. No es una metáfora, es así. ¿Cómo gestionas esto con normalidad cuando es una zona que, aparte de ser una colonia, tiene una problemática como es la parte del aeropuerto?
Es importante hablar de soberanía. Las aguas no están recogidas en el Tratado de Utrecht porque, seguramente, el concepto de aguas territoriales en el siglo XVIII distara enormemente del actual. Eso tiene un impacto muy notable, ya no sólo a nivel geopolítico y estratégico de soberanía, sino económico. Sabemos cómo funciona la política de Gibraltar.
–Entiendo que es un tema incómodo, son muy pocos los que hablan de esto en el Parlamento.
–Es un tema que si tú no lo sacas no lo saca nadie. La pregunta es: ¿cuántos españoles tenían que estar preocupados por esto? ¿Cuántos diputados españoles ante esta situación piden a la Comisión que haga algo? Y no es una pregunta al aire. La Comisión no está negociando con el Reino Unido sobre Gibraltar, mientras es evidente que esto debería estar pasando.
Ahora mismo estamos en un periodo de enmiendas del informe de implementación del acuerdo entre el Reino Unido y la Unión Europea. Vamos a proponer acciones al respecto.
–Haciendo de abogado del diablo, ¿cree que esto tiene recorrido con Sánchez de presidente rotatorio de la UE?
–Fíjate como leemos la realidad. Si esto fuera Francia, aprovecharía que tiene la presidencia para poner sobre la mesa el tema, resolverlo. Nosotros lo que hacemos es ocultarlo más. ¿Por qué? Este es un debate de soberanía, legítimo y necesario.
–Para algunos es caduco o rancio.
– No es rancio, es una colonia y la ONU inició un proceso de descolonización hace años. Esto no es un territorio como el de Melilla, es una colonia. La función que tenía Gibraltar en el siglo XVIII no es la misma que tiene en el siglo XXI. Es un barco pirata que actúa encallado en el centro europeo. Gibraltar ya no es que sea un abuso permanente, es que además reta constantemente a las autoridades españolas.
Gibraltar es un problema de soberanía española, pero no afecta solo a España
Es un pozo negro –nunca mejor dicho– para el entorno de la zona. La pauperización económica del hinterland gibraltareño es fruto de la presencia de Gibraltar. ¿Quién va a montar ahí una empresa cuando tienes al lado contrabando permanente? Además, es un paraíso fiscal.
–Dado el contexto internacional actual, ¿tiene sentido batallar en este momento por Gibraltar teniendo en cuenta que el Reino Unido es uno de los socios con más peso en la OTAN?
–La pregunta es: cuando vienen los barcos americanos, ¿van a Gibraltar o a Ceuta? Está bien quejarse, pero tenemos que preguntarnos qué estamos haciendo como país. ¿Qué hacen los diferentes gobiernos de España respecto a la estrategia sobre Gibraltar?
Repito, es un problema de soberanía española, pero no afecta solo a España. Las implicaciones económicas, comerciales, de blanqueo de capitales, etc. afectan a Europa. Sin soberanía no hay acuerdo con Gibraltar. ¿Qué quiere Gibraltar? Mantener sus privilegios. Su metrópoli decide que se va y ellos quieren seguir manteniendo todos los privilegios de ser territorio colonial de una metrópoli en plena Europa en el siglo XXI.
–Eso me recuerda a la actitud de los separatistas españoles. «Me quiero ir pero quiero mantener todos los privilegios».
–Es lo que tiene ser listo. A veces hay que ir a lo básico, porque después todo se construye sobre bases y principios que parece que se olvidan. Gibraltar es una colonia obtenida en la Guerra de Sucesión en el siglo XVIII, punto. El Tratado de Utrecht está ahí y deja las cosas claras.
Tampoco podemos olvidar que Gibraltar es un lobby muy poderoso, con muchos intereses económicos, con mucha gente que vive de Gibraltar y paga a mucha gente mucho dinero. Tienen en Bruselas hasta un edificio. ¿Para qué? Es evidente.
–¿Pero qué hacer desde la política? Si tenemos a Borrell, que al asumir el cargo lo primero que dijo era que no le gustaban las fronteras. Así es difícil defender soberanías.
–Es obligación del gobierno español marcar las líneas rojas permanentes de España con Gibraltar.
–Eso suena muy bien, pero en Europa hay demasiados conflictos de intereses. ¿Cómo cuadrar la solución a Gibraltar con, por ejemplo, lo que le pueda interesar a Francia o Alemania?
–España debería tener uno de sus vectores de la política internacional consensuado por los partidos nacionales. Nosotros estamos aquí con la representación permanente, ¿crees que aquí alguien nos ha informado de cuáles son las directrices estratégicas nacionales al respecto?
Además de ir a poner la bandera al peñón, que queda muy bonito, hay que hacer política. Me pregunto por qué para los gobiernos de España el expediente de Gibraltar no está siempre encima de la mesa en aquellos aspectos que la afecten. Tendría que haber unas directrices del Gobierno de España, de este y de cualquier otro color político.
Ahora es el momento, hay argumentos de sobra. No es ninguna tontería. Miremos a esta gente. ¿Qué plan tienen? Vamos a firmar un acuerdo beneficioso para ellos, que no lo es para la Unión Europea ni para el hinterland español. ¿Y ellos siguen haciendo esto? Ya está bien.
–¿La soberanía sobre Gibraltar debería haber sido uno de los pilares principales de la presidencia española de la Unión Europea?
–Para que se normalice el debate lo tienes que hacer público, es decir, sin ningún tipo de complejo. Estamos en el siglo XXI. El típico ninguneo británico de creerse superior es al final un complejo. Lo importante no es quién muestra ese complejo, sino cómo te afecta a ti. No veo muy preocupados a los franceses o alemanes. En España parece que sí.
Gibraltar es un tema geoestratégico para nosotros, de soberanía y que tiene que ser una de sus constantes en su presencia internacional. Eso es lo que hacen los países serios: tener una agenda, una serie de expedientes que transversalmente se tienen que mover por todos lados.
Gibraltar es básicamente una gran lavadora de dinero negro, un paraíso fiscal. Se debe a actividades lícitas e ilícitas que además generan problemas sociales, económicos, laborales, medioambientales, de seguridad. Nada bueno sale de ahí. Cuando tienes un problema semejante y una excusa para tratarlo de otra forma, para intentar mitigar, limitar, reducir su impacto… úsalo.
España es un actor político relevante a nivel de seguridad geoestratégica
Quien piense que el problema se soluciona abriendo o tirando la verja, que se olvide. Lo que va a conseguir es que se extienda más. Las líneas existen, las fronteras existen. Que no las veas físicamente puede estar bien, pero existen. ¿Por qué la gente de las pateras que llegan a Algeciras no va a Gibraltar?
España es un actor político relevante a nivel de seguridad geoestratégica y debería aprovechar ese contexto para resituarse en el mundo.
–¿Cómo potenciar eso teniendo en cuenta la lista casi infinita de lobbies que defienden intereses generalmente extranjeros?
–Hay lobbies lícitos e ilícitos. Puedes hacer lobby para darte a conocer o hacer lobby para comprar a terceros. Tenemos alguna exministra en España y expresidentes que lo saben bien. No hace falta ser Sherlock Holmes para saber quién es quién.
En el caso de Gibraltar en la UE, ¿quién se cree que tienen una delegación para hablar del turismo gibraltareño? La tiene para que no se hable de Gibraltar. Hay muchas veces que el lobby no está para que se hable de alguien, sino para que no se hable de alguien.
–La diferencia es que detrás de Gibraltar está Londres y de Madrid…
–Por supuesto, y no culpo a todo el conjunto, pero sabemos cómo funciona esto. Creo que el nivel de degradación del debate público lo tienen los políticos, los partidos y los medios.
En Bruselas nosotros somos la segunda delegación más importante de Renew Europe. La estrategia es ampliar el marco. Gibraltar no es solo un problema para España, sino para toda Europa. ¿A quién le importaría si fuera solo nuestro? Aquí todos tienen problemas, pero cuando se entiende a nivel colectivo se ve de otra manera.
–Eso es una rara avis. Recuerdo cómo se trató el 1-O en la sede de Naciones Unidas en Ginebra. Por aquel entonces, el Gobierno español dio la orden de no contrarrestar diplomáticamente las actividades de Puigdemont y compañía. Si no trabajas tu relato, se impone el del adversario.
–Aquí, en la UE, ha habido una exposición durante meses sobre los supuestos abusos del 1-O. Y nadie ha hecho nada por parte del gobierno nacional. Ahí está España, cuyo gobierno en funciones está negociando un nuevo Ejecutivo con un golpista fugado. Desde Cs hemos explicado a la gente qué había ocurrido porque nadie movió un dedo.
–¿Y qué hacer entonces?
–Estoy en política para defender a España. Creo en la soberanía territorial española. Este es mi espacio. Como político, me gusta tener el poder para hacer estas cosas, no para reclamar a otros que las hagan.
El tema de Gibraltar es un debate importante. No solo por las consideraciones geoestratégicas o de seguridad medioambiental, sino por el respeto a los derechos de todos los ciudadanos españoles que viven rodeados de un agujero negro que les extrae recursos, renta, oportunidades, trabajo. Es un agujero negro que hay que cerrar. ¿Cómo? En ello estamos.