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Vista general del Congreso, durante la intervención de Feijóo

Vista general del Congreso, durante la intervención de FeijóoEFE / Juan Carlos Hidalgo

España, entre lo urgente y lo importante

El debate de investidura nos dejó algunos motivos para la esperanza. Por primera vez en mucho tiempo, una serie de partidos unieron sus fuerzas resaltando lo que les une, una España de ciudadanos libres e iguales, sobre lo que les separa

Uno de los errores comunes que se han asentado en nuestra vida cotidiana es el consistente en confundir lo urgente con lo importante. Esta situación por sí misma no sería preocupante si no fuese porque, en la gran mayoría de los casos, una vez satisfecha la urgencia, nos olvidamos de atender lo que de verdad importa. Así, los alumnos se preocupan por aprobar exámenes y no por aprender, los esposos se preocupan por el regalo que tienen que hacer en su aniversario, pero no por organizar una cena para dos, y la oposición se afana en desalojar a Sánchez del poder y no en la creación de una alternativa sólida. El último y clarificador ejemplo de esta confusión lo pudimos ver los pasados días 26 y 27 en la investidura fallida de Alberto Núñez Feijóo.

El debate de investidura nos sirvió para comprobar, una vez más, que el pacto entre el socialismo, el comunismo woke y el independentismo sigue más vigente que nunca. Este pacto que en NEOS llamamos ‘el Proceso’, en certera expresión de nuestro presidente Jaime Mayor Oreja, remonta sus orígenes al pacto de Estella de 1998, se confirmó en el pacto del Tinell de 2003 y se afianzó definitivamente en Perpiñán en 2004. El Proceso sigue siendo hoy la brújula estratégica de una amalgama de partidos que, con el PSOE al frente, tienen el objetivo de copar el poder en España.

Mientras la sesión de investidura avanzaba y lo que queda de la España constitucional se tiraba los trastos a la cabeza, el independentismo sonreía y afilaba sus cuchillos preparando una puñalada más al sistema de convivencia pacífica entre españoles. En otra parte del hemiciclo, la izquierda populista y liberticida se congratulaba de que, opacado por el debate territorial, ningún portavoz reclamase la derogación del paquete de normas de ingeniería social aprobadas por el Gobierno en la pasada legislatura.

Lo urgente es echar a Sánchez y a sus socios, pero lo importante es ganar el debate social, cultural y político para articular una alternativa

Entre la catarata de dislates que echar en cara a este desgobierno, es esencial recordar siempre los ataques que sus leyes han propinado a la libertad de elección de colegios y a la tutela de los padres sobre sus hijos. No se pueden olvidar las leyes que consagran un supuesto derecho a la muerte, tanto del no nacido como de aquellos ciudadanos que se estiman prescindibles. Tampoco las leyes que degradan a la persona olvidando la biología, ni los ataques a la presunción de inocencia de los hombres por el mero hecho de serlo, ni la de aquella ley que favorece la salida de violadores a la calle.

Es cierto también que el debate de investidura nos dejó algunos motivos para la esperanza. Por primera vez en mucho tiempo, una serie de partidos unieron sus fuerzas resaltando lo que les une, una España de ciudadanos libres e iguales, sobre lo que les separa. Esa unión entre diferentes, pero coincidentes en lo esencial, es la única manera de enfrentar la situación excepcional que estamos viviendo. Es necesario entender que, en una situación extraordinaria, no vale con la aplicación de las recetas ordinarias.

No obstante, todavía esta alternativa parece frágil, sin cimientos sólidos y sin proyecto definido. Para dar esta batalla con visos de poder ganarla lo primero es acertar en el diagnóstico. Lo que vive España, y Occidente entero, no es una crisis aislada o puntual de carácter político, social o económico. Vivimos una crisis de fundamentos. Enfrentamos un intento de sustituir el orden social tradicional inspirado en el humanismo cristiano por otro orden, homogéneo e implacable, que nos hace menos libres, menos trascendentes y, a la postre, menos felices. Desde NEOS coincidimos en que lo urgente es echar a Sánchez y a sus socios, pero lo importante es ganar el debate social, cultural y político para articular una alternativa digna de tal nombre.

Por eso apelamos a la reivindicación de los valores esenciales que deben presidir este proyecto: la vida, la libertad, la verdad, la dignidad de la persona o la familia. Esta es la verdadera batalla sobre todas las demás. En esa batalla está y estará siempre NEOS y llamamos a sumarse a todos los españoles que, como nosotros, coincidimos en este diagnóstico y en esta propuesta. Por muy duro que arrecie la tormenta, después siempre viene la calma. Pero vamos a tener que trabajar mucho para achicar el agua que se nos va acumulando, ¿te unes a nosotros?

  • Javier Martínez-Fresneda es el director general de NEOS
  • Jaime Mayor Oreja y María San Gil son los impulsores de NEOS

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