La amnistía de Sánchez supondría 'olvidar' la probada injerencia de Putin en el procés
Con este indulto general a cambio de siete votos para la investidura, el Gobierno estaría dando por buena la intromisión de un país tercero (Rusia) durante los meses del desafío independentista
Una vez que Pedro Sánchez ha defendido la amnistía en el Comité Federal del PSOE, y una vez que ha reconocido que es un elemento troncal en su negociación para repetir como presidente, cabe recordar que detrás de aquello que se quiere ‘olvidar’ estuvo la mano de Rusia, que vio en el procés una ocasión perfecta para desestabilizar España y, por extensión, Europa.
Aunque todavía no se conocen los términos de la amnistía ni la lista definitiva de beneficiados, nadie discute que Carles Puigdemont estará entre los elegidos. El expresidente fugado, impulsor del golpe del 1 de octubre de 2017, mantuvo en los meses del procés contactos muy estrechos con la órbita de Putin, como se ha probado en numerosas ocasiones. Esos vínculos del separatismo con Rusia (un país que trabaja abiertamente contra Europa y Occidente) también quedarían por tanto perdonados con la amnistía que este sábado se ha defendido en Ferraz.
Las evidencias de esa injerencia rusa son numerosas. Una de las primeras apareció en un informe del Real Instituto Elcano publicado en noviembre de 2017 (solo unos días después de la declaración unilateral de independencia). Por entonces se hablaba de «desinformación» y reputación online, pero aquello era solo la punta del iceberg.
En septiembre de 2021, The New York Times publicaba que el jefe de la oficina del expresidente Carles Puigdemont, Josep Lluís Alay, se reunió en Moscú durante la primavera de 2019 con funcionarios rusos, exagentes de inteligencia y el nieto de un espía de la KGB. Todo ello con el objetivo de «garantizar la ayuda rusa». Ese encuentro fue reconocido por el propio Alay, quien alegó que «no es ningún delito» conversar sobre «asuntos que interesan a la creación de un Estado independiente en un futuro».
Para entonces la operación Voloh ya había llevado la injerencia rusa de los periódicos a los juzgados, donde la que fuera consejera de Presidencia, Elsa Artadi, reconoció varias reuniones con emisarios rusos en Barcelona días antes de la DUI (declaración unilateral de independencia). Según Artadi, cuyo testimonio generó dudas en el juez, en esos encuentros solo se habló de «criptomonedas».
No fue esa la última vez que los criptoactivos despertaron el interés del separatismo. Este periódico publicó en marzo de 2022 las imágenes que prueban una reunión en Ginebra (Suiza) entre Puigdemont, Josep Lluís Alay y Yuri Emelin, gestor de varios oligarcas rusos. Los detalles de ese encuentro, celebrado en 2019, abrieron grietas en el separatismo. Ver a Puigdemont entrando en el Hotel Four Seasons de Ginebra, entre coches de alta gama y rodeado de numerosos escoltas generó rechazo en la otra orilla del separatismo, la de ERC, que se quiso desmarcar a través de su portavoz en el Congreso, Gabriel Rufián:
«Creo que son señoritos que se paseaban por Europa reuniéndose con la gente equivocada, porque así durante un rato se creían que eran James Bond (...). No nos representan. Y me estoy conteniendo», avisaba Rufián.
Los penúltimos en reconocer esta intromisión rusa, que también se pretende ‘olvidar’ a través de la amnistía, fue la propia Unión Europea en un informe cuyo manuscrito terminó de redactarse en marzo de 2023.
En dicho estudio de la Comisión Europea, se concluye lo siguiente: «Aunque Rusia no creó el problema, lo explotó para su propio beneficio, al intentar influir en las percepciones, actitudes y decisiones del público objetivo», en alusión al referéndum ilegal del 1-O. «El objetivo del Kremlin en este caso no era crear una Cataluña independiente, sino favorecer una inestabilidad interna muy profunda y prolongada de España (...) que en última instancia influiría en todos los países occidentales».
En ese apartado, el estudio se apoya además en conclusiones extraídas por el Instituto de Varsovia en octubre de 2017, un mes que va camino de olvidarse a cambio de siete votos para la investidura de Pedro Sánchez.
La injerencia rusa, cuyos primeros indicios se tomaron a broma por alguna de las partes implicadas, son ya materia de estudio en Europa. El último en hablar sobre ella ha sido Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea y, hasta hace no tanto, ministro de Pedro Sánchez. «El Parlamento Europeo está estudiando la injerencia de Rusia en los procesos electorales y políticos europeos y hay claros indicios de injerencia, incluso en España», reconoció Borrell, que aún no se ha pronunciado sobre la amnistía.