Así fue la jura de la Constitución de Felipe VI como Príncipe heredero hace 37 años
Casi cuatro décadas después, su hija, la Princesa Leonor, hará lo propio, asumiendo con ello su papel como futura Reina de España
Era jueves y sobre Madrid lucía el sol en un día frío de pleno invierno. Aquel 30 de enero de 1986, un joven Príncipe de Asturias cumplía la mayoría de edad y con ella iba a dar un paso de gran trascendencia y cargado de simbolismo, la jura de la Constitución. Asumiría así formalmente su compromiso como heredero legítimo de la Corona de desempeñar fielmente sus funciones, guardar y hacer guardar la Carta Magna y las leyes, respetar los derechos de los ciudadanos y de las comunidades autónomas y ser fiel al Rey, como dicta el artículo 61 del texto constitucional.
La comitiva que acompañaba a la Familia Real llegaba a la Carrera de San Jerónimo a las 11:00 horas, escoltada por la Guardia Real al son de música militar. Frente a la imponente fachada del Palacio del Congreso de los Diputados, les aguardaban cientos de personas, entre aplausos y vítores. Esperaba para recibirles el entonces presidente del Gobierno, Felipe González. Los Reyes Don Juan Carlos y Doña Sofía, sobre el podio, a su lado sus hijos Don Felipe, Doña Elena y Doña Cristina, y su abuelo, Don Juan Carlos de Borbón, escuchaban la interpretación del himno nacional.
Una vez el Monarca pasó revista al Batallón de Honores, junto al Jefe del Estado Mayor de Defensa, el general Ángel Liberal Lucini, se desplazaron hasta la escalinata de la Puerta de los Leones, sobre la que colgaba un gran tapiz con el escudo nacional, el baldaquino.
Allí, fueron recibidos por el presidente del Congreso, Gregorio Peces-Barba, y el del Senado, José Federico de Carvajal. También por los del Tribunal Constitucional, Manuel García-Pelayo, y el del Consejo General del Poder Judicial, Antonio Hernández-Gil. Y ya en el interior, saludaron a los miembros de las Mesas de las dos cámaras.
Ya dentro del hemiciclo, los invitados, diputados y senadores recibieron a la Familia Real en pie y con aplausos. Desde el estrado presidencial, Peces-Barba abrió la sesión y tomó la palabra en primer lugar el letrado mayor de las Cortes Generales, Luis María Cazorla Prieto, que aludió a la doble dimensión, simbólica y jurídica, del juramento que en unos minutos iba a prestar el joven Felipe de Borbón.
Por un lado, la simbólica, dada la trascendencia del compromiso que el heredero adquiría ante el ordenamiento constitucional, los derechos de los ciudadanos y las comunidades autónomas y ante el Rey, del que eran testigos las Cortes Generales en tanto que son depositarias de la soberanía nacional. La segunda, la dimensión jurídica, puesto que el Príncipe heredero al jurar ante las Cortes asumía una «responsabilidad institucional específica« y recibía »la titularidad de la misma, concretada en una vocación de Rey o Regente".
Acto seguido, intervino el presidente de la Cámara Baja, que destacó la excepcionalidad y la trascendencia de un acto como el que se estaba celebrando, hasta el momento único en la Historia de España. Peces-Barba subrayó el papel de las Cortes Generales, como representantes del pueblo español, y el de la Corona, «Institución central que simboliza la unidad y permanencia del Estado». «Su fortaleza es para todos, para los ciudadanos y para los tres Poderes del Estado, de gran importancia, y hoy celebramos un acto que expresa su continuidad, su prolongación en el tiempo», recalcó.
Peces-Barba expresó asimismo la unánime consideración, tanto de la entonces mayoría socialista como de la oposición, sobre el valor de la monarquía parlamentaria como la forma política del Estado «más adecuada y más racional para nuestro tiempo». La presencia de unos y otros allí significaba, como señaló el presidente socialista del Congreso, que todos ellos refrendarían los actos de Don Felipe cuando este fuera Rey. «Hoy es un día grande para la democracia, para la Monarquía, y para todos los hombres y mujeres de esa España viva y plural de las Autonomías. Hoy, con la mirada puesta en el horizonte, es un día de esperanza», manifestó Peces-Barba, recibiendo el aplauso del hemiciclo.
Fue entonces el turno del Príncipe: «Juro desempeñar fielmente mis funciones, guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes, respetar los derechos de los ciudadanos y de las Comunidades Autónomas y fidelidad al Rey», expresó sobre un ejemplar de la Carta Magna, el mismo sobre el que lo hará su hija la Princesa Leonor. «iViva la Constitución! ¡Viva el Rey! iViva España!», exclamó el presidente de la Cámara, a lo que el hemiciclo respondió con «¡Vivas!». Terminada la sesión, la Familia Real abandonó el salón de plenos.
Treinta y siete años después de aquel juramento, este martes 31 de octubre la heredera legítima al Trono repetirá aquella sesión solemne, en un momento político y social diferente al de entonces, pero con el mismo deseo de asumir su compromiso con la Constitución y con los españoles.