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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a la nueva vicepresidenta primera, María Jesús Montero.Europa Press

Las claves

Sánchez sitúa a Montero como guardameta del área económica frente a Yolanda Díaz

En Calviño confluían dos personalidades, la económica y la política. El presidente ha resuelto su salida con un doble ascenso. El nuevo ministro de Economía se centrará en los números

Pedro Sánchez ha resuelto la salida de Nadia Calviño del Gobierno con un doble movimiento, diseñado para no dar un solo palmo más de terreno a Yolanda Díaz en él área económica del Ejecutivo, sino mantener una línea continuista.

Por un lado, el ascenso a la Vicepresidencia Segunda de María Jesús Montero, que en solo unos meses ha pasado de ministra de Hacienda a vicepresidenta cuarta y, de ahí, a número dos del Gobierno. Por el otro, la elección de un perfil técnico como ministro de Economía, Carlos Cuerpo, hasta ahora subordinado de Calviño y secretario general del Tesoro y Financiación Internacional.

En Calviño confluían dos personalidades: la económica y la política. La nueva presidenta del Banco Europeo de Inversiones era la máxima responsable de la economía española y del despliegue de los Fondos Next Generation, pero era también la guardameta de Sánchez frente a Unidas Podemos -ahora Sumar-; la antagonista de Yolanda Díaz y, antes, de Pablo Iglesias.

Sin embargo, a partir de ahora no habrá un ministro de Economía con doble personalidad. Cuerpo se centrará en los números, en un año clave para la economía española, por la reactivación de las reglas fiscales en la UE: España acabó el tercer trimestre con una deuda pública del 109,9 % del PIB.

Además, el nuevo ministro presidirá la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos, un formato reducido del Consejo de Ministros en el que se sientan también las vicepresidentas Montero, Díaz y Teresa Ribera y los ministros de Exteriores, Transportes, Educación, Industria, Agricultura, Política Territorial, Ciencia y Seguridad Social.

Con el nombramiento de Cuerpo, que fue recomendado por la propia Calviño de entre su equipo, Sánchez se asegura una «continuidad y profundidad» en el rumbo económico. Que fue precisamente a lo que aludió el presidente del Gobierno en su breve comparecencia desde la Moncloa.

Carlos Cuerpo y Nadia Calviño durante una reunión del Ecofin

Por el contrario, Sánchez ha decidido situar como cancerbera del área económica a una ministra con auctoritas, galones y amplia experiencia en el arte de guerrear contra la líder de Sumar y los socios parlamentarios. Sin ir más lejos, Montero participó en la negociación del decreto ley anticrisis que el Consejo de Ministros aprobó el miércoles, no sin tira y afloja por el impuesto a la banca y a las energéticas y las subvenciones al transporte.

Y para que la nueva vicepresidenta primera tenga más libertad de movimiento en ese sentido, el líder del Ejecutivo la ha liberado de la Secretaría de Estado de Función Pública, una carga pesada. A partir de ahora, los funcionarios dependerán del Ministerio de Transformación Digital que Sánchez creó para José Luis Escrivá en noviembre.

Dado que el Ministerio nacía hueco, ya entonces se especuló con que Escrivá tendría nuevas atribuciones una vez que Calviño abandonara el Consejo de Ministros. Se habló, incluso, de que podría ser su relevo.

Montero se sitúa con este ascenso como número dos del Gobierno y del PSOE, puesto que en el partido es vicesecretaria general. Esta circunstancia no se producía desde los tiempos de Felipe González, en la persona de Alfonso Guerra, que fue lugarteniente de González tanto en la Moncloa como en Ferraz. Aunque no presupone la unción de la sevillana como sucesora de Sánchez, ni mucho menos.

«Que la número 2 del PSOE sea la número 2 del Gobierno, mientras la portavoz del Ejecutivo es también la portavoz de Ferraz -en alusión a Pilar Alegría- es la demostración de que Sánchez quiere un gobierno de trinchera y más preocupado por ir al choque con el PP que por dignificar la gestión pública», según una primera valoración del PP, que continúa: «La vicepresidencia primera es simbólica, puesto que el verdadero vicepresidente primero, aunque no se sienta en el Consejo de ministros, lo controla desde Suiza y lo vigila desde Bruselas».