Militares muertos en Córdoba
Las declaraciones de Cerro Muriano: «Era imposible, lo sabían y aun así nos obligaron a hacerlo»
La muerte de dos militares en unas maniobras en Córdoba amenaza con destapar una serie de comportamientos ilegales e irresponsables por parte los mandos
Cuando llegaron al pantano, hacía un frío glaciar, del que estrecha los vasos sanguíneos de la piel para evitar perder calor. Casi no había ni amanecido. Los soldados rodearon al capitán para recibir las instrucciones del ejercicio. El mando señaló a tres y les ordenó entrar en el agua para que hicieran una demostración a los demás.
Los tres entraron poco a poco en el pantano. La mochila la llevaban en la espalda y el fusil en las manos. Cuando el agua les llegase al pecho debían quitarse la mochila, ponerla delante en el agua, encima el fusil, usarla como una especie de «flotador», tumbarse y dar patadas con los pies en el agua para poder avanzar.
Las mochilas son estancas si se hace bien y ayudan a la flotabilidad. Los tres militares entraron y antes de llegar a la mitad del recorrido se tuvieron que volver. Era imposible por las circunstancias climatológicas y ambientales llevar a cabo el ejercicio. Uno de ellos lo pasó tan mal, creía que se ahogaba, que se desprendió del fusil.
Lo tuvo que recuperar un mando y cuando salió a la orilla, según fuentes militares, el capitán le dio una colleja al soldado por perder el arma. En las declaraciones que se han hecho ante los investigadores de la Guardia Civil, un testigo afirmó: «Fue una locura. El ejercicio era imposible. Lo sabían hasta ellos y aún así nos obligaron a hacerlo».
Este testimonio es fundamental para la causa. El capitán mandó a tres, vio que uno casi se ahoga y, asumiendo los riesgos, envió a toda una sección hacia el infierno de agua y frío glaciar. Desde un punto de vista legal podría servir para fundamentar jurídicamente dos homicidios por dolo eventual. Pudo imaginarse el resultado y aún así siguió adelante.
En aquel amanecer fue tan intenso el frío que los dos cuerpos de los fallecidos aparecieron congelados. Uno de ellos estaba en posición fetal, lo que sugiere que trató de protegerse de las bajas temperaturas encogiéndose. Todavía tenía el fusil en la mano. Quizá sabía que el capitán lo abroncaría si lo dejaba caer.