Bolaños y Pons, juntos en el avión para acabar negociando con Reynders de por medio
La paradoja de que PP y PSOE negocien en el extranjero provoca encuentros en los que podrían haber hablado sin llegar a Bruselas
Al Gobierno español parece gustarle que se meta alguien por medio para arreglar sus problemas. Se empiezan a acostumbrar a necesitar un mediador –normalmente extranjero– que interceda para que las negociaciones lleguen a buen puerto. Lo utilizó para tratar la amnistía con Junts en Suiza y ahora vuelve a requerir de él para renovar el Poder Judicial con el comisario europeo Reynders de por medio.
Empieza a ser común que los asuntos nacionales se resuelvan fuera de nuestras fronteras. En un hotel de Bruselas se negoció la investidura de Pedro Sánchez, por Ginebra navegó la amnistía para después naufragar en el Congreso y ahora la independencia de los jueces pasa por lo que se decida en los despachos de la Comisión Europea. Esto último a petición del PP, todo sea dicho, ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo desde Madrid.
El sinsentido de que una negociación entre el Gobierno y el principal partido de la oposición tenga lugar fuera de España repercute no solo a la imagen del país en el extranjero, sino a las arcas del Estado, que son las que soportan los gastos de los viajes a Bruselas tanto del equipo de Bolaños como el de los negociadores del PP. Dinero en vuelos, hoteles, comidas y demás que podría ahorrarse si el encuentro hubiera tenido lugar en Madrid como habría sido normal. O, como mucho, si hubiera sido Reynders el que se desplazara hasta la capital de España. La reunión habría tenido el negociador solicitado para evitar peleas, pero se habría desarrollado en España.
La paradoja de la situación es que Bolaños y González Pons volaron a Bruselas en el mismo avión, en la tarde-noche del martes. Coincidieron en Barajas y unas pocas filas separaban a uno del otro durante el vuelo, pero luego necesitaron poner de por medio al comisario europeo de Justicia para sentarse a hablar sobre el CGPJ. Incluso llegaron a coincidir al pasar el control de seguridad en el edificio de la Comisión Europea antes de entrar en la reunión.
Dispusieron también de toda una mañana en Bruselas para verse tranquila y disimuladamente lejos de las cámaras, sin necesidad de una mediación internacional, pero los desencuentros continuos entre Gobierno y oposición acabaron con la proyección de que en España hace falta alguien de por medio para ponerse de acuerdo. Y, si es extranjero, mejor que mejor.