Sánchez lo quiere todo
El PSOE confía en ganar al PP unas europeas que daba por perdidas gracias al «efecto Illa»
El reloj político ha quedado detenido en Cataluña y en Madrid por la cercanía del 9 de junio. Ningún partido quiere dar un paso en falso hasta entonces, aunque hay algunos movimientos iniciales
Hace tres semanas, Pedro Sánchez atravesaba, según él, una crisis personal que le llevó a plantearse dimitir como presidente del Gobierno. Hace dos anunció no solo que seguía, sino que tiene cuerda y ánimo para presentarse nuevamente en 2027. Y ahora lo quiere todo: el Gobierno de España, el Gobierno de Cataluña y ganar al PP en las elecciones europeas.
El resultado de Salvador Illa en las catalanas ha puesto eufóricos a los socialistas, a los mismos que vieron abrirse la tierra a sus pies cuando Sánchez se retiró a reflexionar durante cinco días. Los miembros de la Ejecutiva Federal del PSOE recibieron este lunes a su jefe de filas con una ovación cerrada. Consideran que las urnas catalanas han respaldado su estrategia del «reencuentro», indultos, supresión del delito de sedición y ley de amnistía mediante.
Tan fuertes se sienten en la Moncloa y en Ferraz después de la zozobra de finales de abril que ayer oficializaron su intención de salir a ganar al PP en las elecciones europeas del 9 de junio, cuando hasta este domingo las daban por irremediablemente perdidas. «Feijóo se jugará el ser o no ser de su partido en las europeas y el PSOE sale a por la victoria», señaló la portavoz del PSOE, Esther Peña, tras la reunión. Hasta ahora, los socialistas no habían hablado de las europeas en términos de plebiscito respecto a Sánchez. Desde este lunes sí.
Los sondeos publicados hasta antes del domingo daban todos como virtual vencedor de esos comicios al PP. Es verdad que ninguno registraba hundimiento del PSOE, puesto que, tradicionalmente, la distancia entre populares y socialistas en las europeas ha venido situándose en entre dos y cuatro puntos. Salvo en 2019, cuando el PSOE sacó casi 13 al PP. Sin embargo, los socialistas creen que este triunfo de Illa frente al independentismo, relegado a 61 escaños en un Parlamento de 135, ha cambiado el viento.
De momento, el reloj político ha quedado detenido en Cataluña y en Madrid hasta después de esas elecciones. Ningún partido dará un solo paso en falso antes. Junts concurre a esos comicios en solitario, después de que fracasara su intento de aliarse con el PNV (a los nacionalistas vascos no les interesaba hacer seguidismo de la política histriónica del prófugo de la Justicia). Y ERC repite candidatura conjunta con Bildu y el BNG, llamada Ahora Repúblicas.
En las horas posteriores al veredicto de las urnas parecieron pasar muchas cosas en Cataluña; pero, en realidad, ninguna anticipa qué pasará después del 9 de junio. Puigdemont trató de ocultar su derrota postulándose para una investidura para la que necesitaría el voto favorable de ERC y la abstención del PSC. Pere Aragonès dimitió en caliente para intentar evitar lo inevitable, la implosión de ERC y las peticiones de dimisión del mismísimo Oriol Junqueras.
El PSC empezó a sugerir su preferencia por un gobierno en solitario de Illa con pactos desde fuera con Esquerra y los Comunes. El PSOE negó cualquier tutela al PSC: «El Gobierno de Cataluña se decidirá en Cataluña, ni en Madrid ni en ningún otro sitio. Salvador Illa será el presidente de Cataluña y él conducirá las negociaciones que lo harán posible», aclaró Peña. El PPC se negó a facilitar la investidura del candidato socialista si Sánchez no rompe antes sus acuerdos con el independentismo en Madrid. Y Vox ya adelantó que votará no a la investidura de Illa porque «es una cara más del separatismo», en palabras de Ignacio Garriga.
Pero esta primera toma de posiciones no es más que eso, un punto de partida para unas negociaciones que tendrán que esperar. Los socialistas confían en que Esquerra acabe absteniéndose y dejando pasar a Illa con tal de evitar una repetición electoral y un desgarro interno mayor.
Y lo que es más: también confían en que Puigdemont termine por resignarse y no tome represalias en Madrid. No por falta de ganas, sino porque Junts tiene más que perder de lo que ganar si Sánchez sale de la Moncloa -dicen los socialistas-. Además, si el partido del expresidente catalán saca un mal resultado en las europeas serán dos fiascos en menos de un mes y aflorarán las críticas internas al liderazgo de Puigdemont.
Corra o no peligro la legislatura, lo que está claro es que Sánchez tiene cada vez más platillos en el aire.