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Imagen de la vivienda donde ocurrieron los hechos

Imagen de la vivienda donde ocurrieron los hechosEFE

El abuelo que mató a sus nietos en Granada disparó al mayor de ellos por la espalda mientras huía

La principal hipótesis es que el niño de 12 años vio cómo su abuelo asfixiaba a su hermano de 10, huyó corriendo y José le disparó por la espalda

En la tarde del domingo, en Huétor Tájar, se originó la tormenta perfecta. Descargó con violencia, aunque llevaba meses gestándose. Comenzó hace dos meses, aquel maldito 19 de marzo cuando José Gálvez, al volante de un Renault, tuvo una apnea, se desmayó y estrelló su coche contra un pilar de un paso elevado. En el impacto falleció su mujer María Josefa, 68 años, y Josefa, su hija, de 45.

Se salvaron los dos menores, que también iban en el vehículo, y el propio conductor. Desde entonces, las relaciones familiares se tensionaron. El abuelo se sentía culpable de la muerte y su yerno también le hacía responsable. No le prohibía ver a los menores, pero había reducido mucho su contacto. Quizá eso favoreció la depresión del abuelo.

La cuestión es que el domingo se llevó a los menores a casa el domingo por la tarde. Cuando comenzó a anochecer, el padre les pidió que bajasen a cenar: vivía en el piso de abajo. La petición se hizo por teléfono, a través del móvil del abuelo. Pablo, de 12 años, respondió raro a las preguntas. Básicamente le dijo a su padre que no iban a bajar, que querían quedarse a dormir en casa del abuelo.

Aunque las palabras del menor expresaban un deseo, su entonación indicaba más bien lo contrario. La Guardia Civil sospecha que José estaba apuntando con un arma a Pablo mientras hablaba por teléfono: también puede que a su hermano. Una amenaza directa a su integridad.

El padre se mosqueó, y con la mosca detrás de la oreja subió un piso para recoger a sus hijos. Fue cuando José se le enfrentó. Discutieron porque no les quería dejar ir y el abuelo sacó el arma y le amenazó con dispararle. La tragedia que llegó después ya la conocemos todos.

El padre sigue ingresado

Antonio, el padre de los pequeños, está sedado y recibiendo tratamiento psicológico tras la crisis nerviosa aguda que sufrió al conocer la muerte de sus hijos. Antonio trabaja como administrativo en el instituto Américo Castro de Huétor Tájar, donde también estudiaba su hijo mayor.

​La primera teniente de alcalde de Huétor Tájar, María Dolores López Jiménez, ha comentado en el minuto de silencio que se celebró ayer por la tarde en el municipio, que «ahora hay que darle toda la fuerza del mundo, porque la va a necesitar».
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