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Pedro Sánchez, durante la sesión de control de este miércoles en el Congreso

Pedro Sánchez, durante la sesión de control de este miércoles en el CongresoEFE

Tras la última bofetada

Sánchez pone la otra mejilla a Junts pese a la advertencia de Rufián

Toda la combatividad que el presidente muestra con la oposición y la prensa crítica se vuelve docilidad cuando se trata del partido de Puigdemont. Ni aunque el último golpe esté muy reciente

La mano dura que Pedro Sánchez quiere para la prensa no afín se vuelve aterciopelada cuando se trata de Junts. El presidente del Gobierno volvió este miércoles al lugar del crimen; al hemiciclo donde, la tarde antes, el partido de Carles Puigdemont asestó una puñalada por la espalda al Gobierno al tumbar la tramitación de una ley para regular los alquileres temporales con engaños.

Esta semana sí -la pasada estaba en China-, Sánchez participó en la sesión de control al Ejecutivo en el Congreso, marcada por el polémico Plan de Acción por la Democracia y por el enésimo revés de Puigdemont al Gobierno. Pero, a pesar del enfado de los socialistas por la jugada maquiavélica de los independentistas, de la boca de Sánchez no salió un solo reproche hacia Junts, el soporte vital que lo mantiene en la Moncloa.

Y no será porque el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, no intentó hacer estallar a Sánchez. Rufián advirtió al presidente de que se está conformando un «bloque nuevo» en el Congreso, formado por el PP, Vox y Junts. «Ustedes ya han perdido 35 votaciones, muchas de ellas por este bloque (…). Ustedes llevan meses diciendo ‘Junts no se va a atrever’. La pregunta es qué hará usted».

El líder del Ejecutivo se limitó a responder que su Gobierno es «el del diálogo y el acuerdo» y blandió las 200 iniciativas legislativas aprobadas por las Cortes la legislatura pasada. Todo para acabar con la melodía que él y sus ministros llevan entonando desde el comienzo de curso: «El Gobierno de España tiene la intención de continuar estos tres años».

Un deseo que, durante la sesión, también formularon la vicepresidenta María Jesús Montero y el ministro Félix Bolaños, entre otros. «Les quedan tres años que se les van a hacer muy largos», le dijo este último a una diputada del PP.

Fuera, en los pasillos, los socialistas se lamían la herida del día antes, que no hace sino abonar la teoría de que al Gobierno le será imposible aprobar los Presupuestos de 2025 en estas condiciones. El portavoz del PSOE en la Cámara Baja, Patxi López, criticó la «incongruencia» de Junts y que utilizara «excusas» sin fundamento para cambiar su voto en los últimos minutos. Aunque añadió: «Nosotros vamos a seguir trabajando, seguir hablando con todos los grupos».

La portavoz de Junts, Míriam Nogueras, no habló en la sesión de control, pero sí en Catalunya Ràdio. Allí justificó el cambio de la abstención al no de los siete diputados de Junts: «Regular el alquiler, por supuesto, pero que no nos cuelen políticas de un modelo que no funciona», sostuvo. Después recordó al Gobierno que no tiene mayoría.

Entretanto, desde el PP celebran que la «mayoría progresista» haya dejado de existir, si es que alguna vez existió. La próxima prueba de fuego para el Gobierno será el jueves 26 de septiembre, cuando el Pleno vote nuevamente el techo de gasto aprobado por el Consejo de Ministros la semana pasada. Empieza la cuenta atrás: el Ejecutivo no tiene los apoyos cerrados ni parece que los vaya a tener, dada la actitud de Junts.

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