Arantxa Berrade, la agente de Policía que consiguió que la fichara ETA
Este viernes se estrena en los cines de España 'La Infiltrada', la historia de esta agente interpretada por Carolina Yuste, la única mujer que ha conseguido ser una «infiltrada, no encubierta»
El 14 de septiembre de 1998, el entonces ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, aseguró en una entrevista que la organización terrorista ETA podría ofrecer una «tregua trampa» porque «están en una situación difícil y tratan simplemente de ganar tiempo». Dos días más tarde, ETA decretó un «alto el fuego indefinido y sin condiciones» que posteriormente se comprobó que se trató de una «tregua trampa». Años después, en 2010, Mayor Oreja mantenía que hizo aquellas declaraciones desde la «intuición», sin «pruebas fehacientes».
A Mayor Oreja hay que darle toda la credibilidad, pero lo cierto es que gente del ámbito sobre el que trabajaba su Ministerio, Interior, sí que sabían o tenían algo más que la intuición que aquella tregua que ETA decretó el 16 de septiembre de 1998 escondía la intención terrorista de reestructurarse y rearmarse.
'Complejo Donosti'
Porque la Policía tenía en esos momentos una agente infiltrada en el 'Complejo Donosti', una red de comandos sobre los que recaía en esos momentos la mayor responsabilidad de mantener el terrorismo activo.
Este viernes se estrena en los cines de España 'La Infiltrada', la historia de esta agente interpretada por Carolina Yuste, la única mujer que ha conseguido ser una «infiltrada, no encubierta», como menciona el personaje de comisario que interpreta Luis Tosar en la película, que está dirigida por la directora vasca Arantxa Etxevarría.
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Y ese fue uno de los méritos de esta agente de la Policía Nacional, ser un fichaje de la organización terrorista, alguien a quien los terroristas fueran a buscar para incluirla en la banda, no alguien que se 'coló' en ETA.
Igual que los etarras eligen su 'alias' cuando ingresan en ETA, Arantxa Berrade fue el nombre elegido por una jovencísima agente de policía recién salida de la Academia de Ávila. Y, como también ocurría con los etarras, Arantxa comenzó su proceso de infiltración desde lo más abajo. Incluso, desde fuera del País Vasco.
«Tendrás que entrar y fingir que eres uno de ellos, celebrar los asesinatos con ellos, tendrás que soportar el miedo a que te descubran en cualquier momento», le explica el inspector de Policía cuando le propone el plan.
Desde los cimientos
Así que Berrade aprovechó que era de Logroño para empezar a frecuentar los ámbitos antisistema y antimilitaristas cuando España tenía los ojos puestos en los acontecimientos del 92. Tenía que crearse un pasado que escondiese su auténtica identidad.
Después ya dio el paso a San Sebastián. Pero sería una infiltrada, no una encubierta, así que tenía que ser ella misma quien se buscase la vida. Y así trabajó en las ocupaciones más normales. Pero siempre con ese objetivo primigenio. Así, logró trabajar en una carnicería frecuentada por personas de la izquierda abertzale. De esta forma, ellos se familiarizarían con su cara, y ella con su causa.
De ahí pasó a frecuentar la calle Juan Bilbao de San Sebastián, el bastión abertzale de la ciudad. Y entró en su Herriko Taberna. Y la comenzaron a conocer de vista. Y comenzaron a aceptarla.
Y continuó frecuentando los ámbitos abertzales. Era una más de ellos. Despotricaba contra los 'txakurras' (como denominaban a los policías), abogaba por la 'independentzia' participaba de las 'encarteladas' por los presos y acudía a sus 'akanpadas'.
Hasta que un día 1997, uno de los camareros de la Herriko le dio un papel con las vueltas de la consumición. «No lo abras hasta que estés sola», le especificó. Era una cita escrita con el puño y letra con José Javier Arizcuren Ruiz 'Kantauri', el jefe militar de ETA. Cinco años después, había conseguido su objetivo. Ya formaba parte de ETA.