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Pedro Sánchez, Begoña Gómez y María Jesús Montero

Pedro Sánchez, Begoña Gómez y María Jesús MonteroEFE

Vuelta a la realidad

El Congreso del PSOE acaba con la incógnita de si será el último de Sánchez: «Tengo más fuerza que nunca»

El líder del partido pone el broche a un cónclave en el que los socialistas se han entregado al victimismo y la autocomplacencia. No ha habido apenas renovación orgánica ni de ideas

El 41º Congreso Federal del PSOE terminó con dos grandes interrogantes. Primero, si el próximo cónclave socialista será con el partido en el Gobierno o en la oposición. Segundo, si Pedro Sánchez se presentará a un nuevo mandato o éste será el último.

Preguntas para las que, hoy, nadie tiene respuesta. Ni siquiera el propio Sánchez, aunque en su discurso afirmara: «Tengo más ganas, más ilusión y más fuerza que nunca. Nos toca dar un paso al frente». Pero este domingo eso no tocaba. Lo que tocaba era arropar al secretario general y a su mujer, vestirse de rojo, ondear las banderas del puño y la rosa y proclamar el orgullo de ser socialista.

El acto de clausura del cónclave socialista, en el que se congregaron 7.000 personas, pareció por momentos una sesión de discoteca. Hubo bailes, palmas, cánticos y una nueva Comisión Ejecutiva Federal del PSOE cuyos miembros fueron llamados uno a uno al escenario como en una coreografía. Un nuevo núcleo duro continuista cuya mayor sorpresa -y eso da una idea de la escasez de sorpresas- ha sido la incorporación de la delegada del Gobierno de Valencia, Pilar Bernabé, para llevar la Secretaría de Igualdad en lugar de la ministra del ramo, Ana Redondo. Ambas se fundieron en un abrazo.

Sánchez empezó su intervención con el mismo victimismo del que han hecho gala sus correligionarios todo el Congreso: «Nos han acusado y acosado con bulos por tierra, mar y aire. Ante ello, templanza y dignidad. Nos acosan porque saben que el PSOE se ha convertido en una referencia y una fuente de esperanza para millones y millones de personas», sostuvo, y todos asintieron.

«Ataques, frustración y desesperación», enumeró. «No perdonaron la victoria de la moción de censura ni que ganáramos las elecciones de 2019 ni la victoria del partido el pasado 23 de julio (que no fue tal, porque ganó el PP). No perdonan que estemos gobernando mejor que ellos», continuó. Habló también de una «internacional ultraderechista», de «tabloides digitales», de «agentes de desinformación»…

Sánchez puso la proa a las elecciones municipales y autonómicas de 2027 y, antes, a los congresos regionales, provinciales y locales en los que pondrá y quitará liderazgos. «Vamos a trabajar muy duro para llevar el cambio progresista allí donde hoy hay gobiernos negacionistas», prometió. Precisamente ése, el de la renovación territorial del PSOE, es uno de los motivos que llevó a Sánchez a adelantar casi un año este 41º Congreso Federal. «Este partido, el PSOE, es un partido de ganadores. Aquí no solo se viene a soñar utopías, aquí se viene a hacerlas realidad», advirtió.

«Tenemos una sola prioridad: volver a ganar las elecciones municipales, autonómicas y generales en 2027. Sé que nos van a golpear, a calumniar, elevarán el ruido, las revoluciones de la máquina del fango», añadió.

El gran anuncio de su intervención, y prácticamente el único, fue la creación de una gran empresa pública de vivienda que gestione y construya viviendas desde la Administración central, señaló.

Y con esos mimbres terminó el cesto de un 41º Congreso Federal sin apenas novedades ni titulares. Un cónclave autocomplaciente tras el que Sánchez y los suyos vuelven a su realidad: a los mismos problemas judiciales, políticos y orgánicos que tenían el viernes. O más, con la posible imputación de la mano derecha del ahora ministro Óscar López en el caso del fiscal general del Estado.

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