El abuso de lo público
La declaración de la asistente de Begoña Gómez desbarata la versión oficial del Gobierno
El testimonio de Cristina Álvarez corrobora que la mujer del presidente cruzó la línea entre lo público y lo privado. El Ejecutivo reacciona desviando la atención y acusando a Peinado de «prevaricador»
La declaración de la asistente personal de Begoña Gómez ante el juez Juan Carlos Peinado ha desbaratado la versión oficial del Ejecutivo. Cristina Álvarez reconoció este viernes ante el magistrado instructor que fue contratada para los asuntos públicos y también privados de Gómez. Es decir, no solo para llevar su agenda como mujer del presidente del Gobierno, sino también para gestionar sus temas profesionales. Aunque en otro momento de la declaración trató de recular y matizó que algunas gestiones fueron por «amistad» y por hacer «un favor» a su jefa.
En cualquier caso, su testimonio fue mucho más allá de lo que ha reconocido en todo este tiempo el Gobierno, puesto que corrobora que Gómez cruzó la línea entre lo público y lo privado. Hasta ahora, desde el Ejecutivo se han limitado a decir que todas las esposas de los presidentes en democracia han tenido asistentes en función de su estatus, y que la única diferencia es que en este caso se conoce su nombre.
El Gobierno no se bajó de ahí ni siquiera cuando el abogado de Gómez, Antonio Camacho, hizo llegar al juez Peinado un correo electrónico que demostraba que Cristina Álvarez había hecho gestiones para su jefa con la Universidad Complutense. Motivo por el cual, precisamente, fue citada a declarar como testigo este 20 de diciembre.
Ante el estropicio de la asistente de Gómez a la versión oficial, el Gobierno trató ayer de desviar la atención y se centró en desacreditar al juez Peinado, blandiendo una información difundida por TVE. Según la cadena pública, el instructor manipuló la declaración de una de las testigos para hacer creer al directivo del Instituto de Empresa, Juan José Güemes, que esta había dicho que contrataron a Gómez por ser la mujer del presidente. El ministro de Transformación Digital, Óscar López, llamó a Peinado «prevaricador».
A finales de noviembre, después de que el juez citase a declarar a la asistente, la portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, señaló desde la sala de prensa de la Moncloa que todas las esposas habían tenido a una persona de su confianza para «tareas logísticas, organizativas y de asesoramiento». Aunque en ningún momento quiso aclarar si la captación de fondos a través de patrocinios y los negocios privados de Gómez forman parte de esas labores asignadas a una asistente que cobra un sueldo público.
En privado —que no ante las cámaras—, a lo más que han llegado desde el equipo de Sánchez es a reconocer que Cristina Álvarez «hizo una gestión privada para una actividad profesional». Pero porque existe un e-mail en el que la asistente de Gómez traslada a Reale Seguros el interés de su jefa en que la aseguradora continuara patrocinando su máster universitario con 15.000 euros.
Presidencia del Gobierno tiene una potestad que no tienen los ministerios: es la única dependencia del Ejecutivo que puede crear puestos de trabajo en función de las necesidades y demandas de quien ocupe el cargo en ese momento. Jardinero, chófer, decorador… cualquier nuevo trabajador entra como personal eventual adscrito a la Secretaría General de la Presidencia del Gobierno. Esos puestos no se consolidan. Es decir, cuando llega un nuevo presidente contrata el personal eventual que considera.
Los socialistas señalaron el ejemplo del ahora diputado del PP Jaime de los Santos, que trabajó en la Moncloa como asistente de la mujer de Mariano Rajoy, Elvira Fernández. De los Santos llegó a Presidencia de la mano de Rajoy, no de su mujer, como asesor de arte. En el caso de la esposa de Sánchez, fue ella quien pidió que la Secretaría General de la Presidencia contratara específicamente a Cristina Álvarez, su amiga íntima y con quien había trabajado ocho años en la empresa Inmark. Tiene nivel 26 y un sueldo de 49.000 euros al año.
El trabajo del asistente de la mujer de Rajoy consistía en acompañarla en actos o viajes, escribir discursos, ayudar a su jefa en cuestiones de protocolo. «Tanto el presidente Rajoy como Elvira Fernández y yo mismo teníamos muy clara la diferencia entre lo que es privado y lo que es público, entre lo que es de uno y lo que es de todos y nunca, nunca se hizo ninguna gestión para que se lucrara nadie», explicó él mismo cuando fue señalado por el actual Gobierno.
Los socialistas también han denunciado que Rajoy tenía asistentes contratados para su padre. El padre de Rajoy vivía con el entonces presidente en la Moncloa y era dependiente, de manera que necesitaba cuidador. Equiparan ese trabajo al de Cristina Álvarez para Begoña Gómez.