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El cineasta Iñaki Arteta el pasado martes en la presentación del documental 'Todo esto ha ocurrido'

El cineasta Iñaki Arteta el pasado martes en la presentación del documental 'Esta es una historia real'Paula Argüelles

Iñaki Arteta: «La memoria de las víctimas está en una época crítica en manos de los nacionalistas»

El cineasta ha dirigido el documental sobre Gregorio Ordóñez, asesinado por ETA hace ahora 30 años

El cineasta vasco Iñaki Arteta lleva años y un buen puñado de películas narrando la vida de las víctimas del terrorismo de ETA. Siempre ha tenido el empeño en reflejar tanto lo que fueron los asesinados por la sinrazón como lo que queda en sus familiares en la sociedad. Por eso, posiblemente fuera la mejor persona para dirigir un documental como 'Esta es una historia real', que narra la vida y el asesinato de Gregorio Ordóñez, posiblemente el mayor referente que ha tenido la política vasca en democracia.

No sé si le ha resultado más difícil hacer este este documental al haber vivido todo aquello tan de cerca

Para mí no es un obstáculo. Lo que realmente me preocupa es buscar la mejor manera de transmitir esa historia y todas esas ideas. Por una parte no es necesario implicarse en la historia, pero, por otra parte, tampoco pretendo desprenderme absolutamente nada de lo que conozco. Intento buscar un punto en el que pueda contar esta historia, esta biografía, a la gente que no conoce nada de nada. Es difícil porque conoces mucha historia y te cuesta resumirla para otros. Pero lo único que busco es ese espacio de comunicación para que la gente que no ha conocido esa historia, hablamos de muchos jóvenes y también muchos adultos, la conozca.

Sobre todo para la gente de más allá del País Vasco y Navarra, también ha tenido que explicar el ambiente que rodeaba a Gregorio Ordóñez, los años de la 'kale borroka'

Eso me cuesta en cada película. Por ejemplo en esta película, trasladar ese ambiente de las calles con gente normal, con los chavales con tabla de surf, mientras en una calle más allá, a 20 metros, hay otros chavales caminando, incendiando la calle, provocando a la policía. Ese ambiente es muy complicado de explicar. Pero hay que dejar ciertas notas y informaciones, imágenes que puedan reflejar un poco la idea del entorno que vivía en este caso Gregorio para saber lo que quería hacer. La política era local, pero vivió en un sitio que no es Zamora, no es Valencia. Para los colectivos no nacionalistas no hay espacio, hay presión, hay tensión, muchas dificultades, todo es muy intenso, muy violento. Y ese clima, efectivamente, hace que una biografía sea diferente. He intentado juntar una persona muy concreta con un momento, una situación, muy concreta.

A raíz de hacer este este documental. ¿Ha descubierto algún aspecto diferente de Gregorio Ordóñez que no conocieras tú antes de a cambio?

Adentrarse en las biografías, aunque sea de personas que ya conoces, siempre te descubren cosas. Sobre todo, el lado más personal, más cotidiano, la persona que está en la casa… que también es la más difícil de transmitir. Pero la sensación que tengo yo al escuchar a Ana Iribar hablar de cómo su marido le planteaba las cosas... y me los imagino hablando ellos solos cuando cada uno tiene la cabeza en un sitio. Ella quiere proteger la familia, quiere proteger a su marido y él tiene unos ideales.

Igual que la viuda de Gregorio transmitió a su hijo, que habla por primera vez en este documental, quién era su padre los cineastas lo transmitís a la sociedad

Todo eso del terrorismo tiene muchos perfiles. Lo que tiene que ver con el fanatismo, a dónde llevan las ideologías, cómo la gente es capaz de asesinar por ideología. Pero, por otra parte, también es importante reconstruir a las personas que lo sufrieron. Gregorio estuvo en la política, otra gente tenía profesiones más corrientes, eran fontaneros, peluquero. También ha habido periodistas, jueces. Todos tienen unas vidas que merecen ser recordadas de alguna manera. En los otros trabajos que he hecho, he tratado de grabar cuantas más historias de víctimas, mejor. Ahí es cuando descubres no sólo el drama de las familias cuando asesinaron a un ser querido, sino cómo era la vida de esas personas. Y eso ayuda a empatizar, a reconstruir la figura de una persona que ya no existe para que exista. Hay que escapar un poco de los números, de las cifras porque lo interesante para entender lo terrible del terrorismo es entender la vida de las personas.

Ahora que se cumplen 30 años del asesinato de Gregorio de Gregorio Ordóñez. ¿Qué legado crees que queda de su vida, de su forma de entender la política?

Es difícil responder porque el final de ETA ha sido como ha sido y ahora la memoria de las víctimas está en una época crítica en manos de los nacionalistas. También con la presión del mundo de los perpetradores, del mundo ultranacionalista radical abertzale. Quieren blanquearse en esa historia y no parecer los malos de la película. Todo eso enturbia una memoria sana que busca el reconocimiento a las personas que, en este caso Gregorio, se pusieron en primera fila de la política, sabiendo lo que les podía pasar, que se pusieron con un convencimiento personal. Los valores de hacer política, de servir a los demás, ni por dinero ni por ambición, esos son valores hoy están a la baja. Es gente que ha hecho buenas cosas para que el mundo progrese y son ejemplo de hacer buenas cosas. Yo creo que eso se va transmitiendo poco a poco.