Operativo en torno a la vivienda en la que se han registrado los hechos en Huétor Tájar

Operativo en torno a la vivienda en la que se han registrado los hechos en Huétor TájarEuropa Press

Granada

El padre de los niños asesinados en Huétor Tájar continúa ingresado y sedado en un hospital de Granada

Antonio perdió a su mujer en un accidente de tráfico y ahora sus hijos han muerto a manos de su suegro. El día del asesinato sufrió una crisis nerviosa y, desde entonces, no ha regresado a su casa

Antonio, el padre de Pablo y Guillermo, los niños asesinados en Húetor Tájar, también es una víctima del suceso ocurrido estos días en el municipio. En marzo perdió a su mujer en un accidente de tráfico y, dos meses después, su suego y abuelo de sus dos hijos los ha asesinado a sangre fría. El padre de estos menores tuvo que ser ingresado en un hospital de Granada nada más conocer la muerte de sus hijos. Los especialistas sanitarios han confirmado que todavía está sedado y está recibiendo tratamiento psicológico.

Antonio trabaja como administrativo en el instituto Américo Castro de Huétor Tájar, dónde también estudiaba su hijo mayor. Este hombre llevaba dos meses pasándolo fatal desde la muerte de su mujer, pero este último golpe ha sido demasiado doloroso. En la madrugada del domingo al lunes del 20 de mayo, su suegro Pepe se atrincheró en su vivienda con una escopeta de caza y sus dos nietos, Pablo y Guillermo, a los que no dejaba salir. Antonio no podía saber si sus hijos seguían vivos o no y ahí fue cuando avisó al 112 y, más tarde se derrumbó y sufrió una crisis nerviosa aguda, un ataque de ansiedad que le obligó a ser trasladado hasta un centro hospitalario. Desde entonces no ha regresado a su casa.

La primera teniente de alcalde de Huétor Tájar, María Dolores López Jiménez, ha comentado en el minuto de silencio que se celebró ayer por la tarde en el municipio, que «ahora hay que darle toda la fuerza del mundo, porque la va a necesitar».

Última llamada de uno de los hijos

El hijo mayor de Antonio, llegó a llamar por teléfono a su padre esa noche, desde el teléfono del abuelo, para pedirle si podían quedarse a dormir con el anciano. Los investigadores han señalado que los niños no estaban nerviosos, aparentemente, cuando hacieron esa llamada. Guillermo y Pablo tenían mucha relación con el abuelo y se querían mucho. Sin embargo, esa llamada, que se produce sobre las once de la noche, es la última vez que se tiene constancia de los niños. Posteriormente, no hay mas comunicación con ellos.

El abuelo llevaba dos meses lidiando contra una profunda ansiedad y estaba en tratamiento psiquiátrico, desde el accidente de tráfico en el que fallecieron su mujer y su hija.

Algunos de los vecinos de Huétor Tájar, que todavía se encuentran muy conmocionados con el suceso ocurrido, han insistido en que «Pepe era una bella persona siempre. Me molesta terriblemente que estéis hablando de ese abuelo como el asesino, deberíais hablar de él como un enfermo».

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