Málaga
Atarazanas, el mercado favorito de malagueños y turistas para saborear la ciudad
Fue declarado Bien de Interés Cultural, lo que lo convierte en Patrimonio Histórico de España
Al traspasar las puertas del Mercado Central de Atarazanas un día cualquiera a mediodía, es imposible calcular si hay más vecinos haciendo la compra de la semana, que turistas curioseando y llevándose un recuerdo envasado al vacío o, los más ruidosos, malagueños tomando el aperitivo y disfrutando de una ración de pescaíto antes de marcharse a casa a comer. Este mercado es uno de los centros neurálgicos de la ciudad, donde se juntan pescados, mariscos, carnes, frutas, verduras, aceites y demás materias primas, conservas y preparados de la zona, una garantía de calidad, sabor y autenticidad con la que llenar las despensas sin miedo a equivocarse.
En total son más de 250 puestos, la mayoría de ellos empresas familiares de segunda y tercera generación, que llevan sus negocios a la manera tradicional, sin empleados ni intermediarios, tratando cara a cara a sus clientes y conociendo su producto mejor que nadie. Desde boquerones frescos recién llegados de la lonja, pasando por aguacates de la Axarquía, surtidos de quesos malagueños o níscalos de la Sierra de Ronda, hasta cualquier modalidad de aceituna: gordales, aloreñas, bravas, chupadeos, rellenas de ajo, rellenas de almendra… Un absoluto disfrute para la vista y, por supuesto, para el paladar.
Pero al mercado de Atarazanas no sólo se viene a mirar y comprar, sino a disfrutar. Los bares del propio recinto son enclaves perfectos para probar el género de primera mano, recién cogido del mostrador y preparado delante de nuestros ojos. La fritura es la estrella de las barras, favorita tanto para los viajeros como para los propios malagueños, aunque se dejan ver también bandejas repletas de peregrinas (las clásicas vieiras), coquinas, pulpos a la brasa y rebosantes raciones de ensaladilla rusa. Cualquier excusa es perfecta para alargar el aperitivo, ya sea a lo largo de las barras de los locales o en la zona de terraza, donde la hora de cierre del mercado, las tres de la tarde, coge siempre desprevenidos a los clientes.
Un tesoro arquitectónico
Además de destacar por la calidad de sus productos y la amplia variedad de oferta que presenta a diario, el Mercado Central de Atarazanas es un enclave con historia. Su origen se encuentra en el siglo XIV, cuando Málaga pertenecía a Al-Andalus. El recinto del actual mercado lo ocupaban los astilleros nazaríes; de hecho, su nombre, ‘Atarazanas’, significa ‘astilleros’, ya desde la época musulmana. Tras la Reconquista cristiana, el edificio fue adquiriendo diferentes usos, empleándose como almacén, arsenal, hospital militar y cuartel.
En 1870 se demolió la construcción original y, a través del proyecto del arquitecto Joaquín Rucoba, se erigió un nuevo mercado de estilo neo-árabe, con una estructura de vidrio y hierro que, inaugurado en 1879, se convirtió en el edificio de abastos de la ciudad y en uno de los mejores ejemplos arquitectónicos del siglo XIX. La vidriera, tan característica, fue restaurada y cuidadosamente colocada en 2008. Está formada por 108 piezas que representan el paisaje malagueño, con el puerto, la catedral y el castillo de Gibralfaro como protagonistas.
Gracias a la intervención de la Academia de Bellas Artes de San Telmo, del edificio original se conserva hoy la antigua puerta monumental, un arco nazarí que fue trasladado piedra a piedra desde su emplazamiento original hasta el lugar en el que se encuentra actualmente, apenas a unos metros de distancia. Esta puerta, que antiguamente daba al mar, pasó a convertirse en la fachada principal del mercado y en un reconocido símbolo de la ciudad.