Málaga
La biznaga no es una flor: así se confecciona el «regalo de Dios», símbolo de la ciudad de Málaga
Su historia se remonta a la época musulmana, cuando se utilizaba como repelente de mosquitos gracias a su característico aroma
Mayo, mes de la Virgen y de las flores, es la época del año en la que el campo malagueño comienza a dar sus frutos más preciados para que, durante el mes de agosto, las biznagas puedan adornar calles y balcones y perfumar cada esquina de la ciudad en las clásicas fiestas de Málaga.
Pero, a pesar de que se da por sentado que la biznaga es la ‘flor’ malagueña por excelencia, no es así. La biznaga es una flor artificial compuesta de manera artesanal por los biznagueros a partir de dos elementos clave: el nerdo y el jazmín.
El minucioso proceso de creación de las biznagas comienza en el mes de mayo, cuando los artesanos recolectan el nerdo recién florecido, un tipo de cardo que, tras quitarle las hojas y las ramas sobrantes, se deja secar al sol primaveral para que se quede rígido y sirva de estructura al ramillete. Después, se sumerge en agua durante ocho horas para reblandecer la flor e ir cortándolo y moldeándolo para que tenga esa forma de bola tan característica.
Esta creación continúa en verano, cuando se produce la recolección del Jazmín Real o Español, la estrella de la biznaga. Se escoge este tipo de jazmín desde hace generaciones por su característico color blanco y su aroma tan especial. Esta recogida de las flores debe hacerse a primera hora de la mañana, cuando aún no hace mucho calor y se encuentra cerrado. Después, y con mucha delicadeza y precisión, se van insertando los jazmines uno a uno en cada una de las ramas del nerdo. Este trabajo requiere de mucha práctica y habilidad puesto que el agujero del jazmín por el que debe entrar el tallo es muy pequeño.
Lo más insólito del proceso es que, aunque la biznaga se confeccione de día, cuando los jazmines están cerrados, sólo se puede disfrutar de noche, cuando el ramillete 'florece', las flores se abren, desprenden su aroma dulzón y adquieren esa forma tan reconocida y querida por los malagueños.
Un oficio de generaciones
El trabajo artesano del biznaguero no sólo lleva consigo la tarea de el recoger el nerdo, el jazmín y elaborar los ramilletes, sino que también son los encargados de venderlos por las calles de Málaga. No hay feria que se precie sin un vendedor de biznagas en la calle Larios, la calle Granada o en el mismo Real de la Feria.
Vestidos con su atuendo tradicional, que consiste en una camisa blanca, pantalones negros y fajín rojo, los biznagueros llevan sus flores clavadas en hojas de pencas, la planta de los higos chumbos, y perfuman la ciudad mientras la ofrecen a vecinos y turistas. Su oficio, uno de los más tradicionales y artesanos de la ciudad, sigue vigente a día de hoy pese a su antigüedad y es un trabajo que pasa de generación en generación.
Es por ello que la biznaga no es un invento de hoy, sino que viene desde la época en la que Málaga era un enclave musulmán. La palabra biznaga procede del árabe y significa «regalo de Dios» y, aunque antes se utilizaba sobre todo como repelente de mosquitos, hoy en día guarda un significado mucho más especial, simbolizando con su sencillez, belleza y delicadeza todo lo que representa la ciudad de Málaga.