Catedral de Sevilla

Catedral de Sevilla

La catedral de Sevilla, un templo para «que piensen que estamos locos»

Santa María de la Sede y de la Asunción aglutina varios récords. La catedral de Sevilla es la iglesia gótica más grande de España y el tercer templo del mundo, tras San Pedro del Vaticano y San Pablo de Londres. Cuenta la leyenda que cuando se dibujaron los planos que seguirían más adelante en la obra el arquitecto Juan del Castillo, los ancianos de la iglesia dijeron: «Construyamos una iglesia tan hermosa y tan magnífica que quienes la vean terminada piensen que estamos locos».

Fue entre los años 1401 y 1506 cuando realizaron las obras para levantar la seo, que está contemplada en su totalidad como una ciudad ante el ahínco de los arquitectos medievales de hacer una Jerusalén terrestre de cada templo que construían. Todo invita a la oración: el silencio de sus muros, los rayos de sol a través de sus vidrieras, incluso sus enormes dimensiones, que recuerdan la grandeza de Dios.

Bajo la mirada de la Giralda, la señora de Sevilla, que mide 104.1 metros de altura, reposa Cristóbal Colón, su hijo Hernando, y varios reyes de Castilla, Pedro I el Cruel, Fernando III el Santo y Alfonso X el Sabio. El genovés iba a encontrar su eterno descanso en la catedral de La Habana, pero tras el desastre del 98, se optó por transportarlo a la capital andaluza. Durante siglos, la señora fue la torre más alta de Sevilla y a su alrededor no se permite la construcción de nada que le haga sombra. La Giralda cuenta con una réplica en la ciudad estadounidense de Kansas, que está hermana con Sevilla (pero en un centro comercial en vez de en una iglesia).

La giralda de Kansas, en el Country Club Plaza

La giralda de Kansas, en el Country Club Plaza

Regalos de Egipto escondidos

El Patio de los Naranjos es herencia de la mezquita y es la zona más antigua, puesto que fue construida entre los años 1172 y 1186. Antes de que la ciudad volviera a manos cristianas, el patio cumplió con todas sus funciones tradicionales: cementerio, salón de fiestas y actos culturales. En el techo de una de las naves del patio, hay cuatro objetos colgados, que pueden parecer extraños: un cocodrilo de madera, un bastón, un colmillo de elefante y un bocado de jirafa. Su historia se remonta a tiempos de Alfonso X el Sabio.

Corría el año 1260, cuando el sultán de Egipto envió una embajada al rey para pedir la mano de su hija Berenguela en matrimonio. Con sus mandados, el sultán incluyó como regalo un colmillo de elefante, un cocodrilo del Nilo, vivo, y una jirafa domesticada. Alfonso, contra todo pronóstico, rechazó la propuesta, pero se quedó con los animales y los colgó en el Patio de los Naranjas. El cuarto objeto suspendido entre sus paredes, el bastón, llegó un poco más tarde, cuando el embajador de Alfonso X volvió con él de Egipto.

Si se miran de cerca las gárgolas de la fachada, se puede comprobar que sus uñas tienen forma humana, pero nada tiene que ver con el sentido religioso de la portada. Estas figuras se utilizan para evacuar el agua de la lluvia, que sale como un chorro fino de su boca para que los muros de piedra no se deterioren.

Uno de los tesoros más preciados de la seo es nada menos que una de las reliquias de la Pasión de Cristo: un extracto de la Vera Cruz, el Lignum Crucis. El relicario está hecho en oro, y dicen que fue el primero traído desde Perú. Cuenta la tradición que la reliquia de la Cruz se encontró dentro del sepulcro del emperador Constantino, que fue abierto tras la caída de Constantinopla. Acabó con Constantino porque su madre, santa Elena, se la trajo de Jerusalén, y después fue repartida por el mundo.

Una catedral que respira

A diferencia de lo que dicta el gótico, que es la planta de cruz latina (en forma de T), la catedral de Sevilla es cuadrada. La razón es que se construyó sobre una antigua mezquita. La catedral respira y esto se dice porque sus bóvedas se dilatan o se contraen según los cambios de temperatura. De esta manera, se permite que la rigidez de la piedra no se agriete y la estructura del edificio sea más estable.

Las cadenas que todavía hoy rodean el templo servían en el siglo XVI para marcar los límites de jurisdicción civil. Cualquier sevillano que quisiera acogerse a su derecho de asilo frente a la dura justicia, solo tenía que atravesar los grandes eslabones. El acogimiento era conocido como `retraimiento´, pero dependía del crimen cometido, porque si era muy grave de nada servía estar en suelo sagrado.

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