Entrevista
Gonzalo de Oro-Pulido: «Los asesinatos han crecido en Barcelona un 166 %»
El candidato de Vox a la Alcaldía de Barcelona considera que su inexperiencia en política, puede ser bueno «a medio y largo plazo»
El candidato de Vox a la alcaldía de Barcelona es Gonzalo de Oro-Pulido, un hombre que tiene una «dilatada experiencia» de más de 20 años en el sector de la banca, donde ha ejercido puestos de dirección en varias entidades. También ha creado diversos negocios digitales en los sectores de moda, deporte y salud y ha sido copropietario de una empresa de restauración. Experiencia profesional que le falta en política, pero que él considera que le puede beneficiar a medio plazo porque «lo que quieren los ciudadanos es savia nueva». Con un tono tranquilo y pausado, reivindica a Vox como el único partido verdaderamente 'anti-Colau', y recuerda que el resto de formaciones, de un modo u otro, han acabado apoyando a la alcaldesa de Barcelona en algún momento. Sus prioridades son garantizar la seguridad, luchar contra las ocupaciones ilegales y apostar por la política del 'sí'.
–¿Por qué decidió dar el paso a la política, por qué complicarse la vida, si lo podemos decir así, cuando tenía una trayectoria profesional consolidada?
–Alguien lo tiene que hacer. España está en una situación complicada, y Cataluña especialmente. Este es el epicentro de los principales problemas de España, que son ahora mismo el separatismo y la España de las autonomías. Y necesitamos gente que dé la cara y que quiera poner su granito de arena para cambiar esto. No puedes esperar a que lo hagan los demás por ti. Y no hay que pensarlo más.
–Y el hecho de ser un recién llegado a la política, un desconocido, ¿puede jugar en su contra?
–A corto plazo quizás pueda parecerlo, pero a medio y largo plazo puede ser bueno. La gente está cansada de ver siempre las mismas caras, de ver a gente que vive de la política. Y creo que, en general, tienen ganas de savia nueva y de gente que venga de la calle y del mundo profesional.
–Tendrá como rivales a Ernest Maragall, de 80 años, o a Xavier Trias, que tiene 78. Y no lo digo sólo por la edad, sino por su larga trayectoria político, como también es el caso de Jaume Collboni
–De hecho, la más inexperta es Ada Colau y lleva ocho años ya. Pero mira, a Colau no la conocía nadie y es alcaldesa.
–Bueno, aunque Vox quizá lo tenga más complicado que Colau, pensando incluso en posibles apoyos, llegado el caso. En el Parlament, por ejemplo, les hacen un 'cordón sanitario' y rechazan iniciativas de Vox, por el simple hecho de que las presentan ustedes
–Está claro que fácil no va a ser. Pero alguien lo tiene que intentar y revertir esta situación. Y para hacerlo, hay que batallar desde el principio. La inexperiencia política no me preocupa. Sí lo haría si fuera inexperiencia en gestión o en vocación de servicio. Y yo la tengo.
Somos el primer partido nacional en Cataluña y tenemos que liderar ese movimiento
–Otra cuestión a tener en cuenta en estas elecciones municipales, en que en Cataluña y en Barcelona, el constitucionalismo se presenta muy fragmentado. Ahí está el PSC, Valents, Ciudadanos, Partido Popular y Vox. ¿No creen que es demasiado, y que incluso eso le puede restar posibilidades?
–Para empezar, lógicamente no incluimos al PSC dentro del constitucionalismo porque es la muleta del separatismo, siempre lo ha sido. Y en cuanto a los demás, está fragmentado, pero es que nosotros somos la referencia en Cataluña. Somos el primer partido nacional en Cataluña, con mucha ventaja sobre los demás. Y tenemos la obligación y la responsabilidad de liderar ese movimiento patriótico en Cataluña y en Barcelona en concreto, que una a este perfil o a los… iba a decir constitucionalistas, pero vamos a decir patriotas, porque nosotros no sólo somos constitucionalistas, también somos patriotas. Si hubiera otra Constitución, seguiríamos siendo igual de patriotas.
–Pero aún así, ¿no cree que esa disgregación del voto resta fuerzas al constitucionalismo? Cuántas veces se ha hablado de una lista conjunta. ¿Han hablado de ello?
–Desde luego lo que resta fuerza es la aparición de nuevos partidos que no se sabe tampoco qué defienden. No voy a decir nombres, pero hay partidos que no se sabe qué defienden, que se presentan sabiendo que en el caso que consigan algún apoyo, van a arrastrar dos o tres mil votos que impidan a otros que entren. Y por eso creo que es necesario aunar toda la fuerza en un partido que ahora mismo es el líder. Pero, en cualquier caso, los primeros que tienen que ponerse de acuerdo son los que piensan igual, es decir, PP, Valents y Ciudadanos, que tienen un modelo de estado que es el mismo, y, entre ellos, las diferencias que hay son muy pequeñitas. Primero que se pongan de acuerdo ellos, y entonces, ya hablaremos. Pero nosotros defendemos, entre otras cosas, un modelo de estado completamente distinto y creo que es noble por nuestra parte ir aparte y esperar a que los demás se pongan de acuerdo. A partir de ahí, pues ya hablaremos, si es que se tiene que hablar.
–Modelo de estado distinto, y para la ciudad de Barcelona, ¿qué ofrece Vox?
–Ese modelo de estado que defendemos, que consiste en eliminar las comunidades autónomas da mucha más fuerza a los ayuntamientos. Lo que proponemos son unos ayuntamientos fuertes, que concentren el poder administrativo con una ventanilla única en la que puedas hacer todas las gestiones, tanto las que correspondan a nivel autonómico, como las generales o las municipales, sin que tengas que ir de edificio a edificio, por decirlo de algún modo, para hacer estas gestiones. Y creemos que los ayuntamientos tienen que ser el verdadero ente cercano al pueblo.
La seguridad, una prioridad
–Vayamos un paso más allá. Imagínese que es elegido alcalde ¿Cuáles son las tres primeras medidas que llevaría a cabo?
–La primera sería devolver los antidisturbios a la Guardia Urbana, y que ésta deje de ser un cuerpo que se dedique básicamente a poner multas. Y de esta forma, pase a ser una policía activa de la ciudad de Barcelona. Otra medida será atacar la ocupación ilegal y acabar con el gasto ideológico y el despilfarro de estos últimos ocho años.
–Hablaba de la okupación. Es cierto que desde el Ayuntamiento de Barcelona incluso la favorece, la ampara. Pero sólo el consistorio no puede luchar contra este fenómeno cuando hay también una legislación autonómica que ampara a los okupas. ¿Qué se puede hacer entonces?
–Somos conscientes de que no se trata de algo que se puede acabar sólo desde el ayuntamiento, pero sí es cierto que tenemos un consistorio que está a favor de la okupación. Y eso convierte a Barcelona ahora mismo en líder nacional de ocupaciones ilegales. Lo primero que tiene que hacer un ayuntamiento es estar radicalmente en contra de la okupación y salir en defensa de la propiedad privada.
De hecho, el 70 % de las okupaciones se dan en Cataluña. Y eso es porque se fomentan políticas pro-okupación. Si se han llegado a editar hasta libros y manuales sobre cómo okupar viviendas. No tiene ningún sentido que un ayuntamiento lo haga.
–Otra de las imágenes que vienen a la cabeza de Barcelona es el de la inseguridad. Así lo perciben también los ciudadanos, aunque desde el ayuntamiento dicen que han mejorado los índices de criminalidad y que lo que se busca es dar una falsa imagen de la ciudad para perjudicarla.
–Según los datos del ministerio del Interior, los asesinatos han subido un 166,7 %. Si esto es una imagen falsa, externa, que venga Dios y que lo vea. Los delitos han subido un 35 %. Ahora mismo somos, de largo, la ciudad de España en la que más crecen los delitos.
–¿Y cómo se ha llegado a esta situación?
–Se ha llegado por diferentes motivos. En primer lugar, se ha dado la imagen, o se ha vendido la imagen de cara a la opinión pública, de que en Barcelona todo vale. Que vale desde vender el top manta en cualquier lado, delante de las tiendas, hasta ocupar pisos sin ningún tipo de problemas o ejercer la prostitución en la calle, vender droga en la calle, los narcopisos… todo vale. Y el ayuntamiento lo mira todo con buenos ojos. Y eso atrae a un determinado tipo de personas.
–Aunque quizás, teniendo en cuenta lo que usted decía, no sólo con poner más agentes en la calle sea suficiente. ¿Hay que tomar otras medidas, atendiendo a esa imagen que definía como de barra libre de los últimos años, y de esa falta de respeto a la autoridad?
–Sin lugar a dudas no sólo más presencia de policía en la calle te garantiza la seguridad, pero es un primer paso necesario. La gente tiene que sentirse segura y ver que hay policía, y que la policía está de su lado, no del de los delincuentes. Y eso es muy importante. También hay que acabar con los narcopisos y con esos guetos multiculturales que fomentan la presencia de este tipo de actividades y de mafias. Y todo eso, junto con un ayuntamiento que sea firme en sus convicciones y que esté en contra de esto, facilita ponerle freno.
–Problemas de seguridad y también de movilidad en Barcelona, con las 'supermanzanas' en el punto de mira. ¿Cuál es la apuesta de Vox para resolver esta situación?
–Han sido ocho años durante los que se ha actuado en contra de algo que diferenciaba a Barcelona del resto del mundo, que era el Plan Cerdà, y que significaba una Barcelona ordenada, en la que una calle iba, otra venía; espacios verdes; chaflanes para poder cargar y descargar. Y Colau, con su proyecto de 'superilles', poniendo los carriles bicis muy mal puestos, en lugares peligrosos, ha hecho de Barcelona una ciudad en la que incluso es peligroso conducir. Hay muchas calles en las que se va en una dirección y hay un carril bici que va en la dirección contraria, y ha habido más de un atropello por culpa de eso. Nosotros creemos que Barcelona debe reordenarse completamente y volver a sus orígenes, una ciudad en la que se circulaba con relativo orden. Para que nos hagamos una idea, siendo Madrid cuatro o cinco veces más grande que Barcelona, los tiempos de desplazamiento en Barcelona son superiores. Y eso que Madrid es una ciudad caótica, no estoy poniendo el ejemplo de una ciudad pequeña. Quizás no es un mérito de Madrid, sino un demérito de Barcelona.
–¿Y piensa revertir las 'supermanzanas'? Alguna asociación ha valorado en 100 millones de euros lo que pueda costar que se dé marcha atrás en relación al proyecto.
–Para nosotros hacen daño al tráfico, pero también al pequeño comercio. Seguramente el que está en una zona muy de paso lo va a agradecer, pero las zonas que quedan más aisladas lo van a notar.
Barcelona para los barceloneses, no para sus ratas
–La limpieza, o, mejor dicho, la falta de ella, es otro de los problemas para los barceloneses, según el último barómetro municipal. ¿Qué es lo que está pasando? ¿Es problema de la contrata del ayuntamiento o de que quizás también los ciudadanos son incívicos?
–Barcelona tiene que ser para los barceloneses, no para sus ratas. La ciudad está llena de ratas, de cucarachas, y eso se debe en parte al 'porta a porta', un sistema de recogida de basuras que se hace en algunos barrios y que es un auténtico desastre. Hace que la basura se acumule, se pudra, y eso en una ciudad cálida, como es Barcelona, hace que aparezcan ratas y todo tipo de insectos. Es evidente que Barcelona no está limpia, que está dejada. Y por este motivo, tenemos que parar el gasto ideológico y dedicarlo a resolver otros problemas, como es el de la limpieza.
–También se ha cuestionado el proyecto económico de la ciudad, de los últimos años, o la falta de proyecto, con la política del No de Colau, como así la ha definido el Gremio de Hoteles. Estamos hablando del no al Hermitage, no a la ampliación del aeropuerto de Barcelona, no a los cruceros…
–Por eso uno de nuestros lemas es la 'Barcelona del sí'. Queremos que vuelva a ser una ciudad abierta para todo el mundo, para todos los españoles. Que sea una ciudad en la que sean bienvenidas las grandes infraestructuras, las grandes inversiones o el turismo de calidad, porque con las políticas de Colau el turismo ha seguido viniendo, pero lo ha hecho el de borrachera, de prostitución y de drogas. Nosotros queremos que vuelva a venir el turismo de calidad, de cruceros, de hoteles de cinco estrellas, el turismo cultural… En definitiva, un tipo de turismo que ahora se ha perdido.
–Y algunos de esos proyectos se han ido a otras ciudades españolas
–Nosotros estamos compitiendo con grandes capitales de Europa, y mientras en estas capitales miran por sus ciudadanos, nosotros lo hacemos por los okupas o por los delincuentes.
–Y resulta curioso, porque Colau ha defendido en varias ocasiones, que no es que esté en contra del turismo, sino que éste tiene que ser de calidad. Pero las medidas que ha tomado no parecen ir en esa dirección y se ha conseguido el efecto contrario.
–Esto es algo muy de la izquierda. También se le llena la boca para decir que va en contra de las agresiones y lo que han conseguido es soltar a los violadores. Ya sabemos que la izquierda dice una cosa y hace justamente lo contrario.
–Hablaba anteriormente del gasto ideológico. ¿A qué se refiere?
–Barcelona es un monstruo de 3.600 millones de presupuesto, de los que se dedica una gran parte a asociaciones, chiringuitos; y, de hecho, nosotros aún tenemos mucho trabajo en fiscalizar todo el presupuesto, pero es público y notorio que se dedica mucho dinero a asociaciones de dudosa utilidad. Estamos hablando de chiringuitos que están a favor de la inmigración ilegal, del derecho a decidir, y otras cosas que creemos que un ayuntamiento no debe tener. Un ayuntamiento tiene que estar volcado en sus ciudadanos.
–¿Y qué partidas, en cambio, son las que reforzaría Vox?
–Hace cuatro días que se me ha designado como candidato, con lo que todavía tenemos muchísimo trabajo por hacer y por organizar. Pero para nosotros la prioridad es la seguridad, la defensa de la propiedad privada, intentar bajar impuestos, ayudar al comercio y al pequeño empresario para que pueda generar empleo.
Bajar impuestos
–Hablaba de impuestos. Barcelona es una de las ciudades de España con los impuestos más altos.
–Sí, con más impuestos y más caros. Ahí tenemos que analizar qué es lo que pasa, pero tenemos el IBI más caro de España, unos niveles de recaudación de multas totalmente desorbitados; somos también la ciudad con más radares de España. El día 1 se pusieron en marcha 17 nuevos radares y tenemos un ayuntamiento que sólo está preocupado en recaudar. Y no luce, porque no lo gasta en limpieza, ni en seguridad, y ni siquiera en vivienda social, que es algo tan necesario.
–Volviendo al principio, a los candidatos. Collboni está mostrando especial interés en marcar distancias con algunos de los proyectos y políticas de Colau, cuando al fin y al cabo forma parte del gobierno municipal. Y se podría decir lo mismo de ERC, que se han convertido en los socios habituales
–Durante siete años Collboni y Colau han sido socios, y ahora se acercan las elecciones e intentan distanciarse, pero la realidad es que ambos han sido los responsables de la Barcelona de estos últimos años. Y ahora, por distanciarse estos últimos meses, no va a borrar todo el pasado de tropelías hacia el ciudadano que ambos han llevado a cabo.
–Por ese motivo decía usted también que ahora es fácil definirse como anti-Colau, cuando lo cierto es que el resto de partidos, por un motivo o por otro, la han apoyado en algún momento
–Vox es la única alternativa a este ayuntamiento, sin duda alguna. Así se ha visto hasta ahora. No hay ni un solo partido que pueda decir que no ha apoyado a Colau en algo. Nosotros estamos en las antípodas de Colau, en todo.
–¿Pero si tuviera que elegir entre susto y muerte? ¿Entre el independentismo y Colau, por ejemplo?
–Tengo que mirar hacia adelante. No sé qué panorama nos vamos a encontrar. Pero lo que está claro es que Colau también es independentista y lo ha demostrado al no querer entregar documentación en castellano, o cuando no permite poner pantallas para que los barceloneses puedan ver y apoyar a la selección española de fútbol, o con miles de cosas del día a día.
–Independentista y antimonárquica. ¿Qué le parece la actitud de la alcaldesa con el Rey, con la institución?
–En esta vida lo primero que hay que tener es respeto. Y uno puede estar en contra de la monarquía, pero tiene que respetar el orden constitucional. Y ahora mismo España es una monarquía, tenemos un jefe de Estado que se merece todo el respeto del mundo y al que, en Cataluña, hace ya muchísimos años, se le falta al respeto. Y no sólo eso, sino que muchas veces hasta se intenta humillar. Eso ya no es una cuestión de clase política, sino de educación.