Cataluña
Los okupas se hacen fuertes en Barcelona: amenazan con «quemar» Sant Gervasi si los desalojan
El teniente de alcalde de Seguridad dice que son una «banda de salvajes» y advierte que el día que se produzca el desalojo «dará que hablar»
«Los okupas se han hecho fuertes porque les han dado alas». Es lo que dice un vecino que vive muy cerca de la calle Sant Joan de la Salle, en el barrio de la Bonanova, y en el que hay dos edificios que ya llevan ocupados de forma ilegal desde hace unos años: el Kubo (desde 2016) y la Ruïna (desde 2019). El problema es que los okupas son un auténtico quebradero de cabeza, no sólo para los vecinos, a los que tienen amenazados, sino también para el propio ayuntamiento, y para la propia Ada Colau, que teme que un desalojo, a dos meses de las elecciones, derive en una auténtica batalla campal que le pueda costar, a la postre, las elecciones municipales.
Los cierto es que había una orden judicial para proceder al lanzamiento de uno de los bloques, el Kubo. Pero el desalojo se aplazó in extremis. Un anuncio, que por cierto, hicieron los propios okupas con una fiesta posterior incluida. «Tenemos el placer y el orgullo de comunicar que el desalojo del Kubo se ha suspendido. Las fuerzas represivas del estado no se ven capaces de desalojarnos. Por este motivo el juzgado ha suspendido el lanzamiento. Muchas gracias a todxs por el apoyo. Atentxs a próximas noticias», decían en redes sociales. También se jactaban porque «el miedo ya cambió de bando».
Para este jueves estaba previsto el desalojo, pero sólo de uno de los edificios. Y ante la posibilidad real de que se sucedieran los disturbios, se decidió paralizarlo, por el momento, con el objetivo de que los dos bloques sean desalojados a la vez. Y es que se corría el riesgo de que los okupas del Kubo se trasladaran a la Ruïna y se atrincheraran allí. El teniente de alcalde de Seguridad de Barcelona, Albert Batlle, lo advertía: «Además de una batalla campal, sin duda, el desalojo no serviría de nada».
Amenazas y barricadas
Pero por si acaso, y si finalmente los echaban, ya habían advertido: «Si desalojan la Ruïna y el Kubo, que arda Sant Gervasi». También han colgado pancartas en las que se pueden leer «tenéis demasiado», «os estamos esperando, malandrines» o «tenemos las llaves de todas vuestras casas». Y no sólo eso, no sólo habían amenazado con provocar disturbios en el barrio, sino que además habían recogido material de obra y vallas de metal del propio Ayuntamiento, y las habían soldado, para hacer barricadas e impedir que Mossos y Guardia Urbana pudieran acceder a los edificios.
Y a todo eso hay que añadir las molestias que provocan a los vecinos, por sus continuas fiestas «con música a tope y alcohol», como nos dice Luis, un vecino, y también las amenazas. De hecho, hay un vídeo en el que se puede ver cómo uno de los ocupantes de estos edificios dispara a algún vecino con una pistola de balines. Y ha habido algún herido también después de que desde estas casas lanzaran material pirotécnico.
Según explican los representantes de estos edificios ocupados, ambos «son propiedad de la SAREB, que actualmente tiene 57.000 propiedades vacías repartidas por todo el Estado, a la cual señalamos directamente y le decimos que no nos vamos a ir, que vamos a defender nuestras casas y nuestros centros sociales como si de una trinchera se tratara. Y advierten: «Gente sin casa y casas sin gente. Ante esta injusticia sin escrúpulos vamos a seguir okupando».
«Banda de salvajes»
La situación es complicada. Y lo reconoce hasta el propio ayuntamiento. El teniente de alcalde de Seguridad, Albert Batlle, decía que eran una «banda de salvajes» los que ocupan de forma ilegal estos inmuebles. También explicaba que desde el consistorio no pueden hacer nada, no se puede acelerar el proceso y «no puede entrar en un espacio privado». «En el momento en que esté la orden judicial para sacarlos, los sacaremos». Eso sí, también advertía: «El día que tengamos que hacer el lanzamiento dará que hablar, ¿eh?».
Y es que desde el ayuntamiento temen que esta ocupación en la Bonanova se pueda convertir en otro Can Vies. Y especialmente lo teme Colau, sobre todo si efectivamente va ser una batalla campal, como han amenazado los propios okupas y se genere un conflicto de ese calibre a dos meses de los comicios. ¿Pero qué es Can Vies? Es un local ocupado que se encuentra en el barrio de Sants. En 2014 y con una sentencia judicial en la mano, el entonces alcalde de Barcelona, Xavier Trias, ordenó su desalojo. Pero tras días de violentos altercados con los okupas, decidió parar el desalojo para «no crear un incendio más grande». Trias aseguró que «no negociaremos nunca con la gente violenta, pero sí con la gente que representa a Can Vies».
La oposición: «Paraíso okupa»
Y de esos lodos, estas tempestades, según dicen desde la oposición en el Ayuntamiento de Barcelona. La líder de Valents, Eva Parera, considera que «es una vergüenza que se permita la barra libre de infracciones a okupas violentos que disparan con pistolas de balines directamente a las ventanas de las casas o lanzan cohetes contra los vecinos, llegando hasta herir a uno de los vecinos en un brazo, el cual, necesito asistencia médica». Pero también lamenta que «llevamos 12 años de alcaldes cómplices con los okupas. Empezó con Trias, con el 'Banc Expropiat' y 'Can Vies', pagando y mirando hacia otro lado. Ha seguido con Colau, que ha llegado al punto de gastar recientemente 40.000 €, del dinero de todos los barceloneses, para arreglar el local okupado de Tres Lliris en Gràcia».
Desde el Partido Popular, Daniel Sirera dice que esta situación es la consecuencia de «tener una alcaldesa que fue okupa y que defiende a los okupas». Denuncia que Ada Colau ha convertido a Barcelona en una «paraíso antisistema», aunque también deja claro que uno de los responsables de que se haya llegado hasta aquí es del Xavier Trias, porque en su momento «le faltó firmeza» para desalojar Can Vies.
También desde Vox, Gonzalo de Oro Pulido pide el desalojo «inmediato» de los dos bloques okupados porque «están haciendo la vida imposible a los vecinos». Y todo ello, añade, «gracias a la complicidad de Colau y el PSC de Collboni».