Silvia Orriols, presidenta y candidata de Aliança Catalana, durante un mítin en Tarragona@CatalunyaAC

Elecciones en Cataluña

Qué propone Aliança Catalana, el partido radical que amenaza con fragmentar aún más al independentismo

Silvia Orriols capitanea una nueva formación que une el independentismo exacerbado con el rechazo frontal a la inmigración ilegal

«Soy catalana e islamófoba»: así se presentaba Silvia Orriols, la presidenta del partido Aliança Catalana (AC), en una entrevista concedida hace un año. Poco después, su partido daba la sorpresa en las elecciones municipales, y Orriols se convertía en la alcaldesa de Ripoll, en Gerona. Este 12 de mayo, si hacemos caso a las encuestas, AC está a las puertas de otro hito: entrar en el Parlamento de Cataluña, impulsada por un programa que bebe del independentismo exacerbado y el rechazo extremo a la inmigración ilegal.

El programa de AC está dividido en 33 apartados, con nombres como «Nacionalismo industrial» o «Aran y el occitano», aunque todos están marcados por el ímpetu nacionalista del partido. Así, en el primer punto, «Independencia», se dice que «los catalanes, por el simple hecho de existir como pueblo nacional consciente, hemos de alzarnos en Estado independiente y expulsar a los Estados español y francés de Cataluña».

«Somos los amos de nuestra tierra», continúa el programa-manifiesto, que defiende «una declaración unilateral de independencia y la «toma de control del territorio». El partido de Orriols insiste con el discurso del «saqueo fiscal» –aseguran que España roba a Cataluña más de 20.000 millones de euros al año–, y llama a preparar el terreno para la independencia, con acciones como «dar imagen de país soberano diferente a España» o «fomentar que el tejido empresarial y productivo esté en manos catalanas».

Defensa a ultranza del catalán

Ligado a lo anterior, AC tiñe varios de sus apartados por una preocupación de tintes apocalípticos sobre el catalán: «Con el actual ritmo de flujos migratorios, en pocas décadas seremos el 5 % de catalanoparlantes dentro del total de la población», se lee en el programa. «Continuar formando parte de España –añaden– supone no tener ninguna herramienta de Estado para revertir la residualización de la lengua catalana».

Carpa informativa de Aliança Catalana, en Barcelona.@pallars

En este sentido, su principal propuesta es «actualizar» la Ley de Política Lingüística de la Generalitat, ofreciendo «ventajas fiscales» a las empresas y particulares que acrediten el uso del catalán. También piden «exigir un examen de catalán para conseguir un permiso de trabajo» y recuperar los acentos diacríticos, «una herramienta indispensable para favorecer el correcto aprendizaje y pronunciación de la lengua para niños y recién llegados».

En el bloque dedicado a la educación deslizan su modelo de escuela, una «en la que el castellano sea optativo». «La escuela catalana –abundan– ha de hacer honor a su nombre y ejercer de elemento catalanizador de nuestros alumnos», y por eso señalan que «no regalarán el título de C1 de catalán a los alumnos cuando acaben 4º de ESO».

«Alud migratorio»

Para AC, la independencia y la defensa del catalán van ligadas a la idea de levantar un muro frente al «alud migratorio», ya que «en Cataluña no cabe todo el mundo», insisten. El partido de Orriols pide para la comunidad «una moratoria en inmigración», y aseguran que «hace falta cerrar las fronteras a los inmigrantes económicos hasta que Cataluña vuelva a tener capacidad de integrar a los extranjeros en la lengua catalana».

Para ello, exigen –como Junts, el partido de Carles Puigdemont– el traspaso de las competencias de inmigración a la Generalitat. Mientras, AC defiende una aplicación estricta de la Ley de Extranjería, «deportando a los inmigrantes delincuentes y repatriando a los inmigrantes ilegales». Para AC, estas posiciones derivan del nacionalismo, algo que queda patente, por ejemplo, al constatar que el primer riesgo al que hacen referencia tras constatar las cifras recientes de inmigrantes llegados a Cataluña es que «baje el índice de hablantes de catalán».

En sus declaraciones públicas, Orriols se ha mostrado especialmente crítica con el islam. En una entrevista concedida a 8TV en 2022, por ejemplo, dijo que cuando los musulmanes «sean mayoría demográfica» podrían ganar las elecciones y «acabar imponiendo a toda la población la charía, la misoginia, la homofobia». En la misma intervención, consideró el Corán como un conjunto de textos «absolutamente misóginos, homófobos y antioccidentales».

En un tuit de este pasado marzo, la alcaldesa de Ripoll anunciaba que la Generalitat le había sancionado con 10.001 euros «por haber dicho que el islam es incompatible con los valores de Occidente». La semana pasada, Orriols se enfrentó a Najat Driouech, diputada de ERC en el Parlament de Cataluña, que acusó a la «extrema derecha» de «deshumanizar a una parte de la sociedad». «Es el islam el que deshumaniza a las mujeres, considerándolas provocadoras y pecaminosas y tapándolas con harapos», le respondió Orriols.

Dividir al independentismo

Según la encuesta de Target Point para El Debate realizada en los días previos al inicio de la campaña, AC obtendría el 2,7% de los votos, lo que se podría traducir –según el reparto territorial– en una horquilla de entre cero y dos escaños. Si lo logra, AC dividiría aún más el pastel independentista en el hemiciclo catalán, en el que ya están representados Junts, ERC y la CUP. Un quinto partido, Alhora, liderado por Clara Ponsatí, podría arañar algunos votos y esquilmar aún más la unidad nacionalista.

Hay otras encuestas que dan a AC un papel clave en la conformación de una mayoría independentista: un puzle de complicado encaje, ya que tanto ERC como Junts han manifestado a menudo su rechazo a posibles pactos de investidura con el partido de Orriols. «No hay una extrema derecha buena y una extrema derecha mala: las dos son malas porque quieren dividir nuestra sociedad», insistió el candidato republicano, Pere Aragonès, al arrancar la campaña.

Tanto la CUP como los comunes han firmado un compromiso para no pactar con el partido de Orriols, pero Junts no. Aún así, el candidato de este último partido ha repetido en varias ocasiones su negativa a negociar su investidura con AC. La última, en una entrevista con Europa Press este domingo en la que lamentaba que haya rivales políticos interesados en situar en el Parlament a partidos que aún no tienen representación, en alusión velada a ERC.