Entrevista
La asociación que lleva desde 2017 «limpiando» los espacios públicos catalanes de propaganda independentista
El portavoz de Unión de Brigadas, David Cosculluela, destaca que su misión es «dar cobertura a todas las personas que exigen el respeto al ordenamiento jurídico»
David Cosculluela es el portavoz de la Asociación Unión de Brigadas, una entidad creada en 2017 que lleva desde entonces ofreciendo cobertura «organizativa, logística y jurídica» a las autodenominadas brigadas de limpieza: grupos de personas descontentas con el procés dedicadas a retirar elementos de propaganda separatista –como esteladas o lazos amarillos– de instituciones y espacios públicos.
–¿Con qué objetivo se creó la Asociación Unión de Brigadas?
–La entidad nace a finales de 2017, en el momento más virulento del procés, cuando tras la suspensión de la declaración unilateral de independencia por parte de las fuerzas separatistas que configuraban el gobierno autonómico, se deciden vulnerar los derechos de todos los españoles dando un golpe de estado el 1 de octubre. Tras ese golpe fallido, las fuerzas separatistas, apoyadas por toda una serie de asociaciones clientelares, como la Asamblea Nacional de Cataluña (ANC) u Òmnium Cultural, toman la iniciativa de inundar las administraciones y los espacios públicos con todo tipo de símbolos de reivindicación separatista, mensajes hispanófobos y lazos amarillos.
–Y decidieron pasar a la acción.
–Múltiples ciudadanos, abrumados por la deriva provocada por las administraciones catalanas, tomaron la iniciativa y empezaron a retirar de los espacios públicos esa simbología sectaria y totalitaria. Y como consecuencia de la acción directa de la sociedad civil nace la Asociación Unión de Brigadas (AUB), para dar cobertura a esa mayoría silenciada y para preservar la neutralidad de las instituciones, administraciones y los espacios públicos, exhortando a la retirada de estos símbolos. En su defecto, por ausencia de las delegaciones del gobierno o silencio administrativo, se procede a la retirada directa acorde con la ley. La misión de la AUB es dar la cobertura organizativa, logística y jurídica a todas aquellas personas que están ejerciendo el legítimo derecho de exigir a las instituciones el respeto al ordenamiento jurídico.
–Los principios siempre son difíciles, ¿tuvieron apoyo ciudadano desde el primer momento?
–Son difíciles, pero fueron muchísimos los ciudadanos que –en mayor o menor medida– dieron un paso adelante y, renunciando a horas de sueño, a tiempo libre o a familiares y amigos, se dedicaron a limpiar de simbología separatista las calles, plazas y jardines de nuestros municipios. Como éramos muchos, hablamos de «brigadas», y de ahí que haya surgido una asociación para darles cobertura. Es ahora cuando más ayuda necesitamos. El rival está enquistado en las instituciones y dispone de recursos ilimitados en comparación a los de la AUB.
–¿Cómo evitan el desánimo?
–Mantener el nivel de limpieza supone un desgaste considerable de personas y recursos, pero nos retroalimentamos con la acumulación de victorias. Hemos ganado más de 40 juicios tras denuncias interpuestas por la ANC y otras entidades. También está el éxito aplastante en las campañas de denuncias a las juntas electorales de zona de aquellos consistorios que vulneran la neutralidad de los espacios públicos, así como el volver a poblaciones que antes estaban plagadas de esteladas y donde ahora los vecinos hacen gala de su catalanidad ondeando una bandera de España en su balcón. Esta es la mejor de las victorias, porque sin miedo, hay futuro.
–¿Cuántos miembros tiene la asociación en estos momentos?
–Tantos como personas creen que España es un Estado social y democrático de derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político. Y que la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado, cuya forma política es la monarquía parlamentaria. Y que creen en la indisoluble unidad de la nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, que reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las regiones que la integran, y la solidaridad entre todas ellas.
–Han realizado acciones en toda Cataluña, ¿recuerda alguna de forma especial?
–Todas ellas, incluso aquellas efectuadas a título individual, son épicas y de merecido reconocimiento. Acción tras acción, han quebrado las bases del separatismo, poniendo en evidencia que es el modus vivendi de una casta sectaria. Dicho esto, destacaría haber plagado la playa de sombrillas con la bandera de España, haber limpiado la Consejería de Interior de propaganda separatista e hispanófoba o haber simulado un referéndum de amnistía en Ferraz, parodiando el 1 de octubre. Todas ellas han situado a Unión de Brigadas como referente en la lucha contra el separatismo.
–Tendrán contentos a los independentistas…
–Ya formamos parte del imaginario mitológico del separatismo, como enemigo a batir. A través de sus altavoces mediáticos, miembros de la ANC nos dedican epítetos como nyordos, brètols o feixistes. Incluso Puigdemont nos ha llegado a calificar de «grupo terrorista», pero el Estado de Derecho nos asiste, y pone en evidencia su ignominia.
–¿Han recibido uds. denuncias?
Sí, en múltiples ocasiones. Las menos han prosperado con sentencia desfavorable, y la mayoría han sido sobreseídas, porque ponían en evidencia que el consistorio había cometido una ilegalidad. De 2018 a 2022 las policías autonómica y local han sido muy incisivas con nosotros, pero entendemos que siguen instrucciones de mandos políticos de corte separatista. No obstante, a fecha de hoy, los precedentes jurídicos positivos hacen que la policía ya solo nos interpela sin más trascendencia, porque saben que quien está en falso son los consistorios y la Generalitat. O «Genestapo», como sería más propio.
–¿Y amenazas?
Lamentablemente sí, muchas. Tanto al colectivo como a mí, a título individual. Recibí una carta en mi domicilio firmada por los CDR amenazándome de que cuando Cataluña se convirtiera en república vendrían a por mí por «fascista de mierda». También ha habido agresiones a brigadas mientras retiraban lazos. El 25 de agosto de 2018, a una mujer le rompieron la nariz en el parque de la Ciudadela, en Barcelona. La agresión se denunció, pero los colectivos feministas brillaron por su ausencia: hasta llegamos a leer que se lo había buscado, por provocar. Además, varios colectivos antisistema -y algún que otro mal llamado periodista- animan a identificar a los miembros de la AUB, y a acosarles en su trabajo y vivienda.
–Tras siete años realizando esta labor, ¿ha caído el expresionismo independentista?
–Hemos avanzado mucho, pero queda por hacer. La simbología separatista retroalimenta el odio y consolida el sentimiento antiespañol del que se nutren partidos como Junts, ERC o la CUP. En las capitales de provincia la simbología ha caído considerablemente, pero aún hay centenares de pueblos que pertenecen a la Asociación de Municipios por la Independencia, regada de subvenciones y dinero público. Actualmente tenemos censados más de 2.120 puntos en Cataluña donde se practica el adoctrinamiento desde las instituciones, sea con esteladas en los consistorios; con monolitos, pancartas o murales independentistas; con lazos amarillos en las farolas…
–Es de suponer que este fenómeno tiene fecha de caducidad, ¿la ve cercana?
–Se acabará cuando se acabe el dinero para el separatismo. El fin está tan cerca como cerca esté el fin de los recursos económicos.
–Cuando todo esto finalice, uno se puede preguntar, ¿y ahora qué?
–Pues que te llamaré para celebrarlo, y obviamente Unión de Brigadas se disolverá. Esperemos que se lo antes posible, por el bien de todos. Ahora, que nadie crea que AUB es una persona: es un compromiso, como las falanges griegas. En ellas, cuando caía la primera línea había detrás un hoplita que ocupaba ese puesto, con la misma fiereza y eficacia para repeler todos los ataques.