Lluís Llach durante un acto independentista

Lluís Llach durante un acto independentistaEuropa Press

Cataluña

Guerra abierta en el corazón del independentismo: las claves del cisma en la ANC

Entre los críticos con esta iniciativa estaba el cantautor Lluís Llach, que en las últimas elecciones catalanas pidió el voto precisamente para Carles Puigdemont

No hace tanto tiempo, la ANC y otras entidades independentistas, pero sobre todo la ANC, tenía tanto poder que la clase política parecía que no movía ni un dedo si no contaba con el beneplácito de esta entidad. Hay que tener en cuenta que uno de sus presidentes, Jordi Sánchez, junto con el de Òmnium, Jordi Cuixart, fue el que promovió el asedio a la consejería de Economía para impedir una operación policial, con autorización judicial, en el marco de las investigaciones por los preparativos del referéndum ilegal del 1 de octubre. Ambos fueron condenados por sedición y posteriormente indultados.

Y era la misma ANC que organizaba actos multitudinarios, como con cadenas humanas de «punta a punta» de Cataluña, la llamada 'Via Catalana', 'Marchas por la libertad', manifestaciones independentistas en Madrid o la 'Diada del sí'. Pero ese poder de convocatoria se fue apagando. Ya se pudo comprobar en el mandato de Elisenda Paluzie, y especialmente con la última presidenta, Dolors Feliu.

El problema, según dicen desde el entorno de esta última, de Feliu, es que el sector afín al prófugo Carles Puigdemont, pretende que la entidad sea poco menos que un apéndice de Junts y que se mueva sobre la base de las necesidades del expresidente de la Generalitat.

La 'lista cívica'

Y el punto de no retorno fue la propuesta de Feliu de impulsar una 'lista cívica' independentista, que acabó naufragando, por un estrecho margen de votos (apenas un centenar). Acusaban a la presidenta de «fragmentar» y de «atomizar» al independentismo y pasar por alto a los partidos políticos.

Lo cierto es que, por el camino, la propuesta dejó un reguero de desencuentros y dimisiones. Fue el detonante, por ejemplo, de que dimitieran una docena de secretarios nacionales y uno de sus vicepresidentes, Jordi Pessarrodona.

Entre los críticos con esta iniciativa estaba el cantautor Lluís Llach, que en las últimas elecciones catalanas pidió el voto precisamente para Carles Puigdemont. El cantante aspiraba convertirse en el nuevo presidente de la entidad.

Pero el pleno del secretario nacional que se celebró el pasado sábado acabó como el rosario de la aurora. Es cierto que Llach consiguió una mayoría de votos de los socios, casi 3.300, pero no logró los dos tercios del secretariado (formado por 72 personas), que son necesarios para convertirse en presidente.

Hubo hasta cinco llamadas a votar, diez horas de debate, y no se consiguió avanzar. Y es que se presentó un contrincante sorpresa, Josep Punga, un desconocido, pero que contó con el aval del sector más cercano a Dolors Feliu y Uriel Bertran, que seguirá como secretario nacional. Pasaban las votaciones, Llach ganaba con suficiencia, pero no llegaba a esos dos tercios necesarios.

Al final, Punga se retiró, pero el sector Feliu-Bertran optó por el voto en blanco. Y a eso hay que añadir un error en el conteo, por el que se llegó a dar a Lluís Llach como vencedor, pero se tuvo que rectificar al volver a hacer el recuento. Y en medio de ese bloqueo absoluto, se decidió posponer el debate y convocar un nuevo pleno.

¿Qué va a pasar a partir de ahora? Llach desde luego no piensa tirar la toalla y asegura que «se tiene que ganar en votos», ante los intentos de «bloqueo» de un sector de la ANC, sobre todo del próximo a la presidenta saliente. Y hay quienes consideran que se tiene que llegar a un «pacto» entre los dos sectores en liza, porque se descartó la opción de un candidato de consenso.

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