Fútbol
La crisis de sucesión en la federación agudiza el descalabro del fútbol profesional catalán
«El fútbol catalán necesita un nuevo impulso federativo», asegura Juanjo Isern
Las irregularidades llevadas a cabo durante las elecciones a la Federación Catalana de Fútbol, con una presidencia provisional de Joan Soteras, está perjudicando la evolución competitiva y profesional de fútbol catalán.
En un mensaje publicado en su cuenta de X, el candidato Juanjo Isern aseguraba que «el fútbol catalán necesita un nuevo impulso federativo, con más refuerzo estructural y la posibilidad real de aumentar los recursos que proyecten los clubs para conseguir unas categorías más acorde con la realidad del número de 183.519 fichas federativas».
No solo Isern se queja del descalabro del fútbol catalán. También periodistas como Jordi Mestres y Jordi Gastó han alzado la voz. ¿Cuál es el problema?
82 clubs, solo 6 en el 'top'
Cataluña en la actualidad tiene 82 clubs, de los cuales sólo 6 jugaran la próxima temporada en las tres primeras categorías a nivel nacional. Decimos 6 pero uno de ellos, aunque auspiciado por la Federación Catalana de Fútbol, pertenece al Principado de Andorra, propiedad de Gerard Piqué, y que consiguió la categoría al comprar la plaza, en 2018, en la extinta Segunda B, al CF Reus Deportiu, habiendo jugado hasta ese momento en la Primera catalana.
En Primera División tenemos al FC Barcelona y al Girona. En la Segunda División, solo al RCD Espanyol. En la Tercera RFEF, al Nàstic de Tarragona, al Barça Atlètic y al Andorra. Estas son las tres principales categorías del futbol a nivel nacional. Es significativo que, a pesar de ser la federación con más licencias deportivas y con 82 clubs, solo un 7,32% jueguen en las tres principales divisiones.
En la antigua Tercera división, hoy en día Segunda RFEF, ha descendido el CE Sabadell, considerado el tercer club más importante de Cataluña, por detrás del Barça y del Espanyol. También han bajado a esta categoría el Cerdanyola, el CE Europa, el Badalona Futur, el Lleida y el Sant Andreu, que aspiraban a la Primera RFEF, cayendo eliminados en los play-off.
Fuera de las categorías medias
Esto significa que el fútbol catalán se está quedando fuera de aquellas categorías medias que luchan por alcanzar la Tercera y Segunda División. Este descalabro, directa o indirectamente, está vinculado al proceso electoral a la Federación Catalana de fútbol. ¿Por qué?
En 2020, de los 80 clubs, había en la Tercera RFEF 11 clubs. También es cierto que la reorganización del fútbol, creando Primera, Segunda y Tercera en 2021, supuso que algunos de estos equipos descendieran una o dos categorías. Ahora bien, desde la Federación catalana tampoco se hizo nada para remediarlo.
El tema ha quedado encallado al estar aún en los tribunales la resolución de si Isern será nombrado presidente o se repetirán las elecciones, esta vez limpias. No se ha tomado una solución, porque Soteras no tiene competencia para hacerlo, al ser su cargo provisional. La pregunta que debemos hacernos es si tiene solución este descalabro.
Una solución plausible
Como hemos dicho, a día de hoy hay 183.519 fichas federativas. Esto significa el 16% de todas las existentes a nivel nacional. La queja de muchos clubs es que hay comunidades con menos fichas federativas y poseen un grupo propio.
Lo cierto es que no es lo mismo tener casi 200.000 fichas que solo contar con 15.000 o 20.000. Con lo cual la solución plausible sería que Cataluña tuviera dos grupos propios dentro de la Tercera División RFEF, que es la quinta categoría del sistema del ligas del futbol masculino nacional. Actualmente consta de 18 grupos, con 18 equipos en cada uno.
Una vez realizado este cambio, deberán ascender el mismo número de equipos a Segunda RFEF. Lo que se plantea no es algo descabellado. Andalucía, con casi el mismo número de fichas federativas, es la única Comunidad Autónoma con dos grupos en la Tercera RFEF, Andalucía Oriental y Melilla y Andalucía Occidental y Ceuta.
Lo mismo se podría establecer en Cataluña, teniendo en cuenta que la actual distribución es injusta para muchos jugadores catalanes con respecto a otras comunidades, al tener menos derechos y oportunidades.