Historias de Cataluña
El loco proyecto de un Valle de los Caídos «a la catalana» para venerar el cadáver de Francesc Macià
Las mentiras de Tarradellas frustraron el proyecto de un mausoleo para rendir homenaje a iconos del nacionalismo catalán
De un tiempo a esta parte se ha hablado mucho del Valle de los Caídos, desde el traslado de los restos mortales de Francisco Franco y José Antonio Primo de Rivera hasta el intento de cerrarlo y sacar de allí a los monjes benedictinos. Pues bien, en plana democracia se quiso construir un «Valle» a mayor gloria de los presidentes de la Generalitat de Cataluña. Una idea que surgió de la mente de Josep Tarradellas.
Antes de explicarlo, no obstante, hay que tener en cuenta algo que ocurrió previamente: un hecho que podía haber escandalizado a la sociedad catalana, pero que se tapó y pasó desapercibido por la sociedad catalana. Un incidente, además, basado en una mentira urdida por el propio Tarradellas.
El corazón de Macià
El 25 de diciembre de 1933 moría el primer presidente de la Generalitat, Francesc Macià. Lo enterraron en un panteón en el cementerio de Montjuic. Según se dijo en su momento, le extrajeron el corazón en el momento de embalsamarlo y lo depositaron en una urna: se consideraba un relicario, porque ese órgano representaba Cataluña.
Antes de la caída de Barcelona por las tropas nacionales, y ante el temor de que el bando ganador de la guerra pudiera profanar la tumba y destruir el cadáver, Tarradellas decidió, con un grupo de personas de su confianza, sacar el cuerpo de aquel mausoleo y enterrarlo en un lugar seguro. Además, Tarradellas también se llevó el corazón al exilio, para ser el depositario de aquella «reliquia».
Los años pasaron y, una vez restablecida la democracia, con la vuelta de Tarradellas del exilio, el Ayuntamiento de Barcelona quiso llevar a cabo un homenaje a Macià: restituir en el mausoleo el corazón del primer presidente de la Generalitat. Esta operación se haría en el mismo momento de devolver el cuerpo a su lugar original. Pero... ¿dónde lo habían escondido?
El cuerpo de Macià
El cuerpo de Macià se depositó en un panteón propiedad de los hermanos Collaso Gil. Uno de ellos, José, fue diputado a Cortes y alcalde de Barcelona. Este panteón se construyó en el año 1901: el arquitecto fue Josep Majó; el escultor, Josep Reynés; los vitrales fueron obra de Antoni Rigalt, y la forja corrió a cargo de Josep Basóns.
Al no tener ninguno de los dos descendencia, lo habían cedido al Ayuntamiento de Barcelona para que se hiciera cargo de su conservación. Como el panteón no lo utilizaría nadie, era el lugar perfecto para depositar el cuerpo de Macià y que nadie descubriera que estaba allí.
Se sabía donde estaba el cuerpo. La segunda parte era que Tarradellas devolviera a la familia el corazón y así llevar a cabo toda la ceremonia ritual. Tarradellas, no obstante, puso ciertos impedimentos: no deseaba, al menos en ese momento, entregarlo. ¿Por qué? Como veremos, tenía una idea sobre su destino. También es posible que supiera la realidad del tema.
Pero sigamos con el relato. En aquella ceremonia también se pensó en trasladar allí los restos de la esposa de Macià, Eugenia Lamarca, fallecida en 1937, y los de su hijo Joan Macià Lamarca, fallecido en 1962.
Antes de la caída de Barcelona, Tarradellas le comentó a Lluís Companys y a Josep Andreu Abelló, presidente del Tribunal de Casación de Cataluña, lo que había hecho, pero no les reveló el lugar donde depositaron el cuerpo, tal vez por prudencia. La casualidad quiso que Tarradellas viviera lo suficiente. En caso contrario, el paradero del cuerpo de Francesc Macià tal vez aun sería un misterio.
Siendo Alcalde de Barcelona Narcís Serra, Tarradellas le comentó al consejero de Cultura de la Generalidad, Pere Pi-Suñer Bayo, casado con Teresa Peyri Macià, nieta del presidente difunto, que el cuerpo estaba escondido en el panteón de los hermanos Collaso Gil.
La verdad sale a la luz
Y llegamos al momento de conocer la verdad de todo lo que hemos explicado hasta ahora. Todo fue una gran mentira urdida por Josep Tarradellas. Por eso, aunque fue invitado por el Ayuntamiento de Barcelona, no quiso estar presente en la ceremonia.
Cuando se llevó a cabo el acto de abrir el panteón Collaso Gil, se buscó en las ocho tumbas y el osario los restos de Francesc Macià. Ahí no estaban. Ante la estupefacción general se decidió ir hasta el mausoleo original para ver lo que había dentro.
Al levantarse la lápida, a más de uno se le heló la sangre. Ahí había una caja, que alguno de los presentes reconocieron como la utilizada para enterrarlo. Con lo cual solo quedaba levantar la tapa del ataúd y comprobar que había dentro. El cuerpo, a pesar de haberlo embalsamado, estaba bastante descompuesto, pero reconocieron que era Francesc Macià.
La Herzgruft catalana
Volvemos al inicio. Al morir Macià, el consejero de Cultura Buenaventura Gassol quiso seguir la tradición de los Habsburgo y construir la «Herzgruft catalana» en la Iglesia Castrense de la Ciudadela. La Herzgruft (literalmente «cripta de los corazones») es una cámara funeraria que alberga 54 urnas con los corazones de varios miembros de la Casa de Habsburgo.
Al no poder llevar a cabo la idea, ya que lo encarcelaron después del golpe de estado del 6 de octubre de 1934, el corazón quedó depositado en una caja fuerte en la Generalitat. Tarradellas, al marchar al exilio, se llevó el corazón. Teniendo en cuenta todo lo explicado, no tuvo más remedio que entregarle la urna a la familia.
La idea de Tarradellas, que no hemos contado anteriormente, era construir lo que podíamos calificar de un particular «Valle a la catalana», donde serían enterrados Francesc Macià, Lluís Companys, Pau Casals y, con el tiempo, Josep Tarradellas. Desconocemos por qué siempre olvidan y menosprecian a Josep Irla.
Aquel frustrado mausoleo debía instalarse en la finca Font Martina, en la montana del Montseny, propiedad de la Diputación de Barcelona. Este proyecto nunca se llevó a cabo, en gran parte por el alboroto que organizó Tarradellas con el cuerpo de Francesc Macià.