Una señora vota en el referéndum ilegal del 1-O

Una señora vota en el referéndum ilegal del 1-OWikimedia

Cataluña

El independentismo alcanza el séptimo aniversario del 1-O lamiéndose las heridas y muy tocado, pero no hundido

La ANC y los CDR han convocado una concentración en la plaza Sant Jaume para «reivindicar el mandato del pueblo»

Este martes se cumplen siete años del referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017, fecha que fue a la vez punto álgido y principio del fin para un procés independentista en Cataluña que trajo al país de cabeza durante varios años. La cita, suspendida por el Tribunal Constitucional unas semanas antes, se celebró a pesar de todo, con 10.000 urnas low cost traídas clandestinamente de China.

El 1-O fue el preludio a la aplicación del 155, la huida de Carles Puigdemont a Bruselas y el inicio del proceso judicial contra Oriol Junqueras y otros líderes independentistas. En octubre de 2019, coincidiendo con el segundo aniversario de la votación ilegal, se hacía pública la sentencia de prisión para estos, lo que provocó una oleada de disturbios en Barcelona y otras ciudades catalanas organizada por la plataforma radical Tsunami Democràtic.

Hoy, cinco años después de aquello –y con la pandemia del coronavirus marcando un antes y un después en este, como en tantos asuntos– el independentismo está irreconocible por aquellos que vieron su cara más potente a inicios de la pasada década. Así, por ejemplo, la Asamblea Nacional Catalana (ANC), antaño todopoderosa entidad que marcaba el paso a los líderes políticos, ha quedado reducida a tienda de merchandising procesista y satélite no oficial de Puigdemont.

Concentración en Barcelona

Por el camino, la ANC y otras entidades similares, como Omnium Cultural o la Asociación de Municipios por la Independencia, han ido perdiendo su poder de convocatoria: prueba de ello es la reciente Diada del 11 de septiembre, que apenas congregó en toda Cataluña a unas 73.000 personas, según la Guardia Urbana. Lejos queda aquel 2014 en que 1,8 millones de personas colapsaron Barcelona pidiendo la independencia.

Decenas de personas durante la manifestación de ACN por la Diada, a 11 de septiembre de 2024, en Barcelona, Catalunya (España). Assemblea Nacional Catalana (ANC), Òmnium Cultural, Associació de Municipis per la Independència (AMI), Consell de la República, La Intersindical, CIEMEN y CDR, entidades organizadoras de las manifestaciones de la Diada de Catalunya, han instado a la "movilización multitudinaria" en el primer 11 de septiembre sin un presidente independentista al frente de la Generalitat desde hace 12 años.

Alberto Paredes / Europa Press
11 SEPTIEMBRE 2024;DIADA;11S;CATALUÑA;ESTELADA;
11/9/2024

Decenas de personas durante la manifestación de ACN por la Diada de 2024Europa Press

No obstante, los independentistas no tiran la toalla. Este martes, la ANC ha convocado una concentración en Barcelona a las 19 horas, frente a la Jefatura Superior de Policía de Cataluña, pero no para pedir la independencia sino para «denunciar la represión y las torturas» que tuvieron lugar allí durante el franquismo. Está previsto que intervengan Núria Ballart y Víctor Ligos, ambos encarcelados durante la dictadura.

Tras este acto, el foco pasará, a partir de las 20 horas, a la plaza de Sant Jaume, frente a la Generalitat. Allí la ANC y los CDR han convocado una «acción reivindicativa», en un acto bautizado como «Reivindiquemos el mandato del pueblo». En varias ciudades y municipios catalanes también han organizado actos, pero ninguno se prevé masivo.

Puigdemont y Junqueras

Por su parte, los dos principales protagonistas políticos del procés, Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, siguen en primera línea política, aunque su futuro político es incierto. Junqueras, entonces presidente de ERC y ahora candidato a volver a presidir el partido –desangrado por su crisis interna y la virulencia con la que se atacan los antiguos aliados–, está pendiente de que el Tribunal Constitucional quite la razón al Supremo, que este lunes confirmó que no le aplicará la amnistía a él ni a los condenados por la malversación del procés.

Mientras tanto, pesa sobre él una inhabilitación hasta 2031, por lo que, aunque lograse ganar la votación entre la militancia de ERC el próximo 30 de noviembre, no podría ser candidato a presidir la Generalitat de Cataluña en una hipotética repetición electoral.

ERC, además, se encuentra lamiéndose las heridas por haber investido presidente a un socialista, Salvador Illa, aunque haya sido a cambio de la promesa de un concierto catalán que incluye la gestión del 100% de los impuestos. Se trata de una decisión que los dirigentes de ERC justifican en la necesidad de erigir «espacios de soberanía» para resistir el embate del Estado en caso de que en el futuro se celebre un nuevo referéndum.

Por su parte, Puigdemont tampoco ha abandonado la primera línea política, a pesar de que prometió hacerlo en caso de perder las elecciones, cosa que ocurrió. Lo que todo el mundo espera es que sea elegido presidente de Junts en el congreso que el partido celebrará del 25 al 27 de octubre, aunque también él está pendiente de si la justicia española le aplica o no la amnistía para poder volver a España.

Mientras tanto, utiliza el poder que le dan los siete diputados que Junts tiene en el Congreso para presionar al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, atenazado por un tenso equilibrio de pactos que el pulso con Puigdemont está dejando al descubierto.

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