Barcelona
El terror en Barcelona: la historia oculta de la 'vampira' del Raval
Uno de los crímenes más mediáticos y conocidos de la historia contemporánea de España
La vampira del Raval es una historia que probablemente muchos hayan escuchado. Acusada de secuestrar y asesinar a varios niños en Barcelona en los años 20 del siglo pasado, el caso de Enriqueta Martí ha sido recordado como uno de lo más famosos del país.
A finales del siglo XIX y principios del XX una ola de secuestros azotó Barcelona, y la responsable fue Enriqueta Martí Ripollés. Después de tantos años de especulación e historias, es difícil distinguir entre la realidad y la ficción estos truculentos sucesos. Lo que sí es cierto es que esta mujer existió y fue condenada por los crímenes.
Enriqueta trabajaba como niñera. Sin embargo, fue un trabajo que abandonó pronto para ejercer la prostitución. En 1895 se casa con Juan Pujaló, un pintor con el que tuvo una relación tormentosa y acabaron separados por el inestable carácter de ella y sus frecuentes visitas a ambientes de prostitución.
En su día a día, Martí se paseaba durante por las iglesias y las casas de caridad mendigando. Sin embargo, por las noches se arreglaba y se ponía sus mejores ropas para recorrer el Teatre Liceu, el Casino de la Arrabassada y otros lugares frecuentados por la clase burguesa. Asistía a estos sitios con el propósito de ofrecer sus servicios como proxeneta de niños.
En el año 1909 fue detenida en su piso, que se ubicaba en la calle Minerva. Se le acusaba de regentar un burdel donde ofrecía los servicios de menores de edad, entre las edades de 3 y 14 años. Junto a ella fue detenido un joven de una familia importante de Barcelona. Sin embargo, esta detención no llegó a mayores, ya que, al tener contactos entre las altas figuras de la ciudad, que contrataban sus servicios, nunca fue juzgada y su caso cayó en el olvido.
Martí, además de su trabajo de proxeneta, tenía otros oficios, por lo que, en realidad, no tenía la necesidad de mendigar. También ejercía como curandera. Ofrecía ungüentos, pomadas, filtros, cataplasmas y pociones, sobre todo para curar la tuberculosis. Se dice que los remedios que fabricaba estaban hechos de restos humanos de los niños que secuestraba y prostituía y así se deshacía de la evidencia.
En 1912 Enriqueta Martí secuestró a Teresita Guitart Congost. Durante dos semanas la ciudad trabajó en conjunto para encontrarla. Además, ya había un descontento e indignación popular muy grande, ya que pensaban que las autoridades no estaban haciendo lo suficiente para acabar con esta ola de secuestros.
Una vecina de Martí fue la que la delató. El 17 de febrero vio a una niña con el cabello rapado mirando desde una ventana de su edificio. La vecina, Claudia Elías, nunca había visto a esta niña, por lo que se acercó a Enriqueta y le pregunto si la pequeña era suya. Sin embargo, Enriqueta le cerró la puerta sin dar explicaciones. Elías, extrañada por la situación, se lo comentó a su amigo el colchonero de la misma calle. Le confesó que creía que se trataba de Teresita Guitart Congost, y que esto le había introducido dudas sobre la extraña y secreta vida que llevaba su vecina.
Después de esta conversación, el colchonero le hizo saber este hecho a un agente municipal, que a su vez se lo comunicó al jefe de su brigada. Así fue como el 27 de febrero la brigada de Ribot, con una excusa de denuncia por tener gallinas en el piso, fue a buscar a Enriqueta. Esta actuó sorprendida, pero no se opuso a que los agentes entraran a su hogar. Al entrar los policías encontraron a dos niñas en el piso, una de ellas Teresita Guitard Congost. La otra dijo que era «Angelita» y que supuestamente era hija de Enriqueta.
Ambas niñas fueron interrogadas por la policía. Teresita Guitart Congost fue devuelta a sus padres y en cuanto a Angelita, se descubrió que no era su hija sino su sobrina. Enriqueta había asistido a su cuñada en el parto. Sin embargo, cuando llego el momento de entregarle al bebe, le mintió y le dijo que había muerto, con el propósito de quedarse con la niña.
Su casa fue investigada y se encontró evidencia de haber cometido los crímenes. Asimismo, la policía la interrogó por las cremas y pociones halladas en el domicilio. Enriqueta confesó que hacía de curandera y que utilizaba a los niños para hacer los productos. Añadió que era muy bien pagada por estos, sobre todo por gente adinerada. A pesar de la presión que le pusieron, jamás delató a ninguno de sus clientes.
Enriqueta fue encarcelada en la prisión Reina Amalia de Barcelona. Esperando al juicio, un año y tres meses después de que la apresaran, falleció. Oficialmente la muerte fue causada por una enfermedad que llevaba mucho tiempo sufriendo, se dice que probablemente se trataba de cáncer de útero. Sin embargo, hay otros que dicen que su muerte fue ocasionada por sus compañeras de celda.