Portal del palacio Guelbes, en la calle Regomir de Barcelona

Portal del palacio Gualbes, en la calle Regomir de BarcelonaWikimedia

Historias de Barcelona

Esta estrecha calle de Barcelona fue durante siglos una de las más importantes de la ciudad

Desde la época romana, la calle Regomir tuvo una gran importancia en la vida social y económica de la capital catalana

La calle Regomir fue una de las más importantes de Barcelona durante siglos, desde la época romana a la caída de las murallas de la ciudad. La Barcino romana tenía dos ejes centrales de comunicación: uno desde la plaza de la Catedral al Portal de Regomir y el otro desde la plaza del Ángel a la calle Avinyò. Al primero se entraba a través de la Puerta Decumana oriental, y estaría formado hoy por las calles Bisbe, Ciutat y Regomir.

Por esta calle pasaba, en la Edad Media, el Rec Comtal, o «riego condal», cuya agua desembocaba por allí al mar. De hecho, se cree que el nombre de Regomir es un acrónimo de Reg d'en Mir, o «riego de Miró», basado en el conde de Barcelona Miró I, que en el siglo X decidió reconstruir el antiguo trazado para el suministro de agua corriente a Barcelona. Por ahí, en la época romana, también desembocaba el agua que llegaba a través del acueducto que, aunque reconstruido en el siglo XIX, aún podemos ver en la Plaça Nova.

Hay, no obstante, una leyenda que vincula el nombre de Regomir al último caudillo árabe que hubo en Barcelona, un tal Gamir. Barcelona, conocida en árabe como Madīnâ Barshilūna, estuvo en manos de los musulmanes del 717 al 801, cuando fue conquistada por el rey franco Luis I el Piadoso. Se cuenta que Gamir demostró tanto valor para defender la ciudad que, una vez vencido, se le perdonó la vida y se le permitió seguir viviendo en el palacio que tenía en Regomir.

La historia y la existencia del tal Gamir está en entredicho. No hay documentación ni tradición oral sobre él. Sin embargo, el escritor Víctor Balaguer, gracias a una cabeza encontrada en esta calle, quiso testimoniar que esta recibe su nombre de Gamir.

En la Barcelona romana, las grandes domus poseían sus propias termas, que servían para la higiene. Además, había dos públicas. Una estaba situada en la Plaza de San Miquel y la otra era la que se conocía como portuaria, situada al lado de la puerta Decumana oriental, al inicio de la calle Regomir. Allí se ha descubierto el cuerpo de la piscina de agua fría, de unos cuatro metros, que utilizaban las mujeres romanas, pues se han encontrado numerosas acus crinalis, agujas para el pelo.

En la Edad Media

Esta calle fue importante y señorial en la Edad Media. En su testamento, Francesc de Verntallat, jefe en la primera guerra remensa y uno de los firmantes de la Sentencia Arbitral de Guadalupe, dejó a sus dos hijos un par de casas que le había regalado en esa calle el rey Fernando el Católico. En el año 1499, estas casas tenían un elevado precio, y se consideraba una vía prestigiosa.

En la actual calle Regomir hay una serie de edificios que deben ser visitados. El primero, en el número 3, es el Centro Cívico Pati Llimona, que forma parte del Palau Marc. Está pegado a las antiguas murallas romanas. En esta casa, durante la remodelación que hizo el arquitecto Ignasi Solá-Morales, se encontró una parte de la entrada de la antigua Puerta Decumana, concretamente la de los peatones.

Es del siglo I y se modificó en el siglo IV, al construirse la nueva muralla. En su origen había tres pasos para entrar a Barcino, no sólo los peatones, sino las mercancías que llegaban por mar, pues la playa estaba apenas a 100 metros.

El Palacio Vilana-Perlas

Seguimos. En los números 9 al 13 está el Palacio Vilana-Perlas. Construido en el siglo XIV, ha tenido a lo largo de los años diferentes ampliaciones al comprarse las casas adyacentes. Como el anterior, está tocando la antigua muralla romana. Tiene un portal de acceso al patio interior típico del arte civil gótico catalán, dos torres y una galería superior.

Interior del Palacio Vilana-Perlas

Interior del Palacio Vilana-PerlasWikimedia

Aún conserva dos ventanas coronelas. Existe un portal de estilo barroco, construido durante la guerra de sucesión. El palacio fue propiedad del notario y prohombre barcelonés Ramón de Vilana-Perlas Camarasa, marqués de Rialb y conde de Vilana. El título de prohombre se lo concedió Carlos II en 1681.

Este palacio, con anterioridad, se conocía como Gualbes, pues Juan Buenaventura Gualbes lo compró en el siglo XVI. Con lo cual Gualbes, Vialana-Perles y Pati Llimona forman parte del mismo conjunto monumental. El nombre de Llimona proviene de un mercader de telas, que se instaló en 1799 llamado Tomás Llimona. Así, en todo este conjunto monumental encontramos 17 metros de la muralla romana del siglo IV y unas termas del siglo I.

Dentro de este conjunto de palacios, en los números 7 y 9, está la capilla de San Cristóbal. Está situada en la antigua casa de Pelegrí Guarch, construida a mediados del siglo XIX. La original se construyó en el 1503, insertada dentro de los restos de la muralla romana y remodelada cuando se construyó la casa Guarch.

Se amplió en el 1568 y, en 1585, el rey Felipe II estableció allí la sede de la Cofradía de los Porteros Reales de Cataluña, funcionarios municipales que llevaban diligencias judiciales. La guerra de la Independencia y la revolución de 1835 provocaron que quedara dañada. Reformada, volvió a abrir al culto en el 1845. Hubo una última reforma, en 1899, a cargo de Joan Martorell.

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