Jean Dujardin en un fotograma de la serie 'Zorro', de Benjamin Charbit y Noé Debré

Jean Dujardin en un fotograma de la serie 'Zorro', de Benjamin Charbit y Noé DebréParamount+

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El guionista francés que ha rescatado al Zorro más heroico y luminoso: «Rodar en España fue una locura»

Benjamin Charbit visita Barcelona para la premiere internacional en el Serielizados Fest 2024

Estamos en Los Ángeles, a principios del siglo XIX. Entra en escena una silueta que no puede ser definida con otra palabra que icónica: sombrero cordobés, antifaz y capa, todo ello negro como ala de cuervo. Blande una espada que silba mientras danza, trazando inconfundibles zetas en el aire tórrido de Nueva España. Es, claro, el Zorro: el héroe pulp nacido hace más de un siglo y hoy regresa de la mano del guionista francés Benjamin Charbit.

Hablamos de la serie gala Zorro, co-creada por Charbit y Noé Debré, y que tuvo su premiere internacional esta semana en el Serielizados Fest, en Barcelona. Charbit –nominado al César a Mejor guión original por En liberté! y co-autor del libreto de Gagarine o La bestia– atiende a El Debate para hablar sobre cómo enfrentarse a un icono, trabajar con Jean Dujardin o rodar en España.

–¿Cómo llegó a usted el proyecto de escribir una nueva serie del Zorro?

–Marc Dujardin [productor de la serie] vino a vernos a Noé y a mí, porque quería proponerle a su hermano, Jean [Dujardin], una serie en la que interpretaría a este personaje. Tenía un enfoque muy interesante: lo veía desde un ángulo político. Visto desde nuestro prisma contemporáneo, el Zorro es un personaje algo turbio, porque resuelve problemas municipales usando la violencia, y ¿realmente puedes gobernar así? Hoy en Europa vemos el deseo de que lleguen hombres o mujeres providenciales, de fuerte carácter… y a veces parece que esto nos vaya a llevar a la catástrofe.

–En su versión, Diego de la Vega es alcalde de Los Ángeles, y hay cierta tensión entre él y su álter ego. ¿Así es cómo desarrollaron el tema político?

–Ese fue el inicio, pero nosotros no queríamos romper el estatus del personaje, no queríamos hacer un Zorro malvado. En nuestra serie, Diego de la Vega es un político, pero es un hombre bueno e inteligente, tiene buenos planes para el pueblo… pero no tiene poder. Y por eso debe llamar a su persona del Zorro. Para mí es una metáfora psicoanalítica: Diego sería el concepto de realidad y el Zorro, la pulsión del placer. Hay antagonistas externos, pero queríamos que el núcleo de la serie estuviera en esta confrontación.

Benjamin Charbit, en Barcelona, durante la entrevista con El Debate

Benjamin Charbit, en Barcelona, durante la entrevista con El DebateG. Altarriba

–El Zorro inspiró a Batman, pero hoy es difícil ver al primero, con su capa, su antifaz y su identidad secreta, y no pensar en el segundo. ¿Sintió que estaba escribiendo una historia de superhéroes, en un momento en el que parece haber cierto cansancio de estas?

–Lo bueno del Zorro es que él es el prototipo. Además, no tiene poderes: es bueno con la espada y es inteligente, y ya. No quise perderme en la mitología y el más difícil todavía, sino que me he centrado en los personajes y en el concepto de comedia y de vodevil, en que el amante y el marido son la misma persona. Esto lleva al tono y a la historia en una dirección distinta a los de una de superhéroes.

–Hace pocos meses se estrenó en España otra serie sobre el Zorro. ¿Qué tiene el personaje para seguir atrayendo la atención un siglo después de su aparición?

–Yo incluso diría que convivimos tres Zorros, porque estaba el de Disney. Sobre tu pregunta, no lo sé… Tal vez es lo que decías sobre la fatiga de los superhéroes tradicionales, y que por eso vamos a la raíz. Para mí el Zorro es un personaje solar, brillante, sonriente… y tal vez eso sea algo que ahora también queramos. Tal vez nos hemos cansado de las historias pesimistas y realistas.

–Volviendo a Batman, la última, de Matt Reeves, sin ir más lejos…

–Exacto. Pero no lo sé. Además, cada uno hemos hecho diferentes Zorros: el de la serie española es muy distinto al nuestro, que tiene un toque de comedia a lo Ernst Lubitsch. En nuestro caso, Jean Dujardin quería interpretar al personaje de su niñez, el de la serie de los años 50, un personaje muy brillante.

–Como guionista, cuando se enfrenta a un personaje con un legado tan extenso, ¿cómo cabalga la tensión entre respetar lo que esperan los fans y hacerse suyo el material?

–Para mí es distinto escribir una película que una serie: cuando escribo lo primero, para un director, trato de transmitir su visión, pero cuando escribo mi propio material ha de ser una comedia. Ese es el lugar donde quiero hurgar. Y en este caso, cuando unes «Zorro» y «comedia»... aún me lo pregunto, porque vamos lejos, pero no hacemos una parodia ni nos burlamos del personaje. Es esta tensión, de a la vez mantener al espectador contento y sorprenderle.

–Además de una comedia, Zorro es una serie de época. ¿Ha habido mucho trabajo de inmersión histórica para escribir los guiones?

–La verdad es que sí. De hecho, elegí el año 1821 por un eco histórico que se puede ver en el último episodio. Fui muy preciso con mi investigación, y sé exactamente en qué puntos no he sido fiel: por ejemplo, en Zorro no existe la Iglesia, y esta no era la realidad en Nueva España. Hay muchos chistes, pero ninguno es un chiste anacrónico. Y lo mismo con las piezas de mobiliario, las obras de arte… Intentamos ser lo más cercanos posible a la fuente.

–A pesar de ser una producción francesa, la serie se filmó en España, ¿cómo fue la experiencia?

–Fue una locura. Grabamos los interiores en Toledo y los exteriores, en Almería. Lo que me sorprendió es que los equipos españoles son muy buenos, su técnica es realmente increíble, porque trabajan mucho, y con producciones estadounidenses. Al mismo tiempo, nosotros no teníamos dinero infinito, y ese fue el equilibrio que debimos resolver, porque nuestras expectativas eran altas, y estos trabajadores podían cumplirlas, pero ¿a qué precio? Pero sí, para ser honesto, buena parte del valor de producción de la serie se debe a la profesionalidad de los trabajadores españoles.

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