Historias de Barcelona
El origen del misterioso dragón de las Ramblas: un hilo que une Barcelona, Japón y el Egipto faraónico
La curiosa escultura mitológica que sobrevuela la calle más visitada de Barcelona tiene sus raíces en una tienda de paraguas
Dentro de unos días, Barcelona celebrará su relación con los dragones: el Festival de Géneros Fantásticos 42 celebrará su cuarta edición con una cita en la que —además de traer a referentes de la fantasía y la ciencia ficción como Ted Chiang o Rebeca Yarros— se ahondará en el vínculo entre la Ciudad Condal y los reptiles míticos, coincidiendo con el año chino del dragón.
«Barcelona es Drakcelona», señalan en la presentación del festival, haciendo referencia a la vinculación de la ciudad con la leyenda de Sant Jordi. Pero hay más, porque la presencia de los seres míticos que capturaron la imaginación de J.R.R. Tolkien o Ursula K. Le Guin se puede sentir también arquitectónicamente en la ciudad, en rincones como la reja que Gaudí diseñó para la Finca Güell o al que dedicaremos el resto del artículo: el dragón chino que otea la Rambla, a la altura del Pla de la Boqueria.
Lo cierto es que la estampa sorprende: de repente, un dragón verde de zinc e inspiración oriental serpentea desde una esquina y sostiene entre sus garras un enorme fanal de hierro, mientras a su espalda se abre un abanico. ¿Cuál es el origen de este curioso?
La Casa de los Paraguas
Para descubrirlo, hemos de remontarnos hasta el año 1883. Según el Anuario general del comercio publicado unos años antes, en esta esquina del Pla de la Boqueria tenía su tienda el comerciante Bruno Cuadros, y la anunciaba así: «Gran fábrica de paraguas y sombrillas. Telas de seda y algodón; mangos, cordones, placas, abrazaderas y todo lo concerniente al ramo»
En 1883, no obstante, Cuadros decidió darle un giro a aquel edificio, y le encargó al arquitecto Josep Vilaseca la reforma del bloque y la fachada, para adecuarlo a la moda orientalista que estaba entonces en auge y para servir como escaparate de lujo a muchos de los artículos que vendía en su tienda, importados de Japón.
El resultado de aquel encargo es un edificio ecléctico, que combina las referencias al país nipón —el propio dragón verde jade es tal vez el elemento más característico, pero también encontramos lacados en la planta baja y un falso techo que imita a las pagodas orientales— con guiños a otra cultura de ecos lejanos: el Antiguo Egipto, presente en los balcones y la galería del último piso.
El dragón de zinc policromado de la conocida como «Casa de los Paraguas» no fue obra de Vilaseca, sino que se encargó a Josep Lomas. Según la guía del patrimonio Pobles de Catalunya, originalmente la estatua sacaba fuego, haciéndolo más espectacular si cabe como reclamo comercial para los paraguas y telas que Cuadros vendía en su tienda.
Pasaron los años. En 1914 se llevó a cabo una limpieza y repintado de los elementos de la fachada, y durante la guerra civil ocurrió un pequeño milagro: el edificio pudo haber saltado por los aires por una bomba que impactó contra la fachada de la calle del Cardenal Casañas, pero que no explotó. En 1980 se llevó a cabo una reforma y se adaptó como sucursal de la Caja de Ahorros de Sabadell: actualmente sigue siendo una oficina bancaria. Eso sí, custodiada por un dragón.