Dos de los cien inmigrantes llegados ya a Tossa de Mar, en la terraza del hotel, este miércolesEFE

Crónica

La llegada de 200 inmigrantes divide a los vecinos de Tossa de Mar: «El problema no es que vengan, sino…»

La población se debate entre la aceptación de los solicitantes de asilo y la preocupación por los efectos negativos que su llegada pueda traer

Situado en plena Costa Brava catalana, el pueblo de Tossa de Mar es un destino veraniego muy solicitado por turistas de todo tipo de nacionalidades. Muchos de ellos escogen para su estancia el hotel Tossa Beach Center, un cuatro estrellas con piscina, spa y gimnasio situado a pocos metros de la playa.

Este martes, no obstante, el establecimiento se ha convertido en un fortín. Puertas cerradas a cal y canto y una cinta roja de lo más elocuente hacen saber a los curiosos que el acceso está vetado. En su interior se adivinan siluetas y movimiento: son el centenar de inmigrantes solicitantes de asilo que llegaron este martes a última hora a Tossa, y está previsto que otras 100 personas en la misma situación lleguen esta noche.

Los 200 recién llegados permanecerán en el hotel varias semanas –según el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones se trata de un recurso «temporal» que no debería alargarse más de un mes, pero no descartan que sea más tiempo– mientras se tramita su petición de asilo.

División entre los vecinos

«Son gente muy tranquila, no creo que haya problemas», comenta una trabajadora del otro hotel de la cadena, situado en la acera de enfrente, antes de que se le acerque un compañero para frenarla: «No podemos hablar», corta. Mientras tanto, los vecinos de Tossa de Mar se encuentran divididos. «Tal vez no era la mejor época, pero estarán unos días y se irán, no veo problema», comenta la dependienta de una tienda de ultramarinos cercana

Un coche de policía frente al hotel Tossa Beach CenterEFE

El responsable de un restaurante situado en la misma calle –que no quiere dar su nombre– no es tan optimista: «Claro que la llegada de 200 personas a un pueblo de 5.000 habitantes puede afectar, e imagino que los clientes del hotel de enfrente no estarán muy contentos», señala. Además, añade que «el problema no es que vengan, sino que a ver qué hacen: si no hacen nada, no pasará nada».

Victoria, una vecina que lleva años viviendo en el pueblo, es más explícita: «A mí no me parece bien que vengan, son muchos para el pueblo, y tengo miedo de qué puedan meterse en mi apartamento», asegura. Por contra, otros son más optimistas, como Marc, dependiente de una floristería. «Más allá del revuelo mediático –dice–, no creo que afecte mucho a la vida del pueblo, ni que en el hotel tengan muchas anulaciones», y apunta que no piensa que nadie vaya a dejar de visitar Tossa por la presencia temporal de estos 200 inmigrantes.

Las críticas del alcalde

Entre los más críticos con la llegada de los 200 inmigrantes, que están ya en el recurso para la protección internacional, se encuentra el alcalde del municipio, Martí Pujals, que lleva unos días aireando su malestar por varios medios. Así, en la SER criticó que «en este tema todo lo que no digas chupi guay, ya eres un racista y fomentas los discursos de odio».

El regidor, de Junts, también se ha mostrado especialmente vehemente contra el momento en el que se ha llevado a cabo la operación, en plenos coletazos finales de la campaña veraniega. «La gente cuando hace sus reservas, aunque no haya una causa objetiva, escogen otros destinos» explicaba a TVE.

Una serie de críticas que halla eco en parte de la población de Tossa mientras que otros –como la responsable de atender a los visitantes en un hotel cercano al Tossa Beach Center– se muestran «avergonzados» por estas declaraciones. Sea como sea, a unos y otros les esperan todavía varias semanas para que la situación se resuelva y el pequeño municipio turístico recupere su rutina.